Historias de NegoCEOs

Suiza y los relojes caros de los empresarios

Las oficinas centrales de Vacheron Constantin, la marca de relojes de lujo más antigua del mundo (fundada en 1755 en Suiza), se parecen más bien a las de una empresa tecnológica de Silicon Valley: tienen una estructura laminada de 7 mil 400 metros cuadrados, con paneles solares, cuya figura monolítica permite a sus trabajadores, incluidos directivos y aprendices, tener una relación fluida entre sí.Estas instalaciones situadas en Chemin du Tourbillon, en Ginebra, Suiza, las cuales también albergan los talleres de manufactura de la relojera, fueron diseñadas por el arquitecto suizo Bernard Tschumi en el 2004 y, según una página de arquitectos de Suiza, su costo fue de 17 millones de dólares, casi lo mismo que pagó un coleccionista por un reloj Vacheron Constantin que pidió le fabricaran de forma personalizada.Yann Bouillonnec, director Internacional de Vacheron Constantin, me dice a la entrada de las oficinas de la marca, en Ginebra, enfundado en impecable traje de corte italiano y un reloj de miles de dólares, que esta pieza, el Reference 57260, es el reloj más complicado que se haya hecho jamás. Se trata de una pieza de bolsillo, can caja de oro blanco, que totaliza 57 complicaciones, muchas inéditas, entre ellas varios calendarios y un cronógrafo doble.“Tardaron ocho años en fabricarlo y se lo vendimos a un cliente que lo pidió bajo pedido. No podemos decir el precio, pero costó más de 10 millones de dólares”, revela Bouillonnec.El comprador no fue un mexicano, pero los empresarios y CEOs de las firmas mexicanas vaya que son clientes de Vacheron Constantin y otras marcas europeas de alta relojería. Personalmente, hace tiempo que comencé a mirar las muñecas de los empresarios y directores generales que entrevisto para saber qué reloj usan. Su gusto los define. Sé, por ejemplo, que Fernando Chico Pardo, el presidente de Asur y el fondo Promecap, tiene una debilidad por los Audemars Piguet, al igual que Carlos Fernández, el expresidente de Grupo Modelo; que Andrés Conesa, el CEO de Aeroméxico, prefiere los Rolex, y que Carlos Slim Helú usa, de tiempo en tiempo, un Cartier.De acuerdo con Bouillonnec, el director Internacional de Vacheron Constantin, de México también han recibido órdenes de compra de colecciones de relojes especializados.Anualmente, Vacheron Constantin vende 30 mil relojes en el mundo, con lo que facturó el año pasado más de 3 mil millones de francos suizos. La pieza más accesible es de 15 mil dólares y la más cara… más de 10 millones de dólares.En México colocó poco menos de mil unidades el año pasado, aunque a decir de Bertrand Savary, director de Desarrollo de Negocios de la firma para América y Europa, otra buena parte de las piezas que se quedan en las muñecas de los mexicanos se venden en ciudades de Estados Unidos, como Miami, Nueva York o Los Ángeles.Una vez le pregunté a una de las principales corredoras de bienes raíces de Miami cuál es la característica que distingue a los compradores mexicanos de inmuebles en esa parte de la Florida, esperando que me hablara de su forma de negociar. Sin embargo, la respuesta fue que usan relojes “brillantes y caros”.México desplazó a Brasil como el principal mercado de Vacheron Constantin en América Latina hace un par de años, en buena parte por la desaceleración que ha experimentado la economía sudamericana y el crecimiento de los millonarios mexicanos (el año pasado se sumaron más hombres ricos a la lista de Forbes).Además, como dice Bertrand Savary, de Vacheron Constantin, a los mexicanos les gusta el show off.

Las oficinas centrales de Vacheron Constantin, la marca de relojes de lujo más antigua del mundo (fundada en 1755 en Suiza), se parecen más bien a las de una empresa tecnológica de Silicon Valley: tienen una estructura laminada de 7 mil 400 metros cuadrados, con paneles solares, cuya figura monolítica permite a sus trabajadores, incluidos directivos y aprendices, tener una relación fluida entre sí.

Estas instalaciones situadas en Chemin du Tourbillon, en Ginebra, Suiza, las cuales también albergan los talleres de manufactura de la relojera, fueron diseñadas por el arquitecto suizo Bernard Tschumi en el 2004 y, según una página de arquitectos de Suiza, su costo fue de 17 millones de dólares, casi lo mismo que pagó un coleccionista por un reloj Vacheron Constantin que pidió le fabricaran de forma personalizada.

Yann Bouillonnec, director Internacional de Vacheron Constantin, me dice a la entrada de las oficinas de la marca, en Ginebra, enfundado en impecable traje de corte italiano y un reloj de miles de dólares, que esta pieza, el Reference 57260, es el reloj más complicado que se haya hecho jamás. Se trata de una pieza de bolsillo, can caja de oro blanco, que totaliza 57 complicaciones, muchas inéditas, entre ellas varios calendarios y un cronógrafo doble.

"Tardaron ocho años en fabricarlo y se lo vendimos a un cliente que lo pidió bajo pedido. No podemos decir el precio, pero costó más de 10 millones de dólares", revela Bouillonnec.

El comprador no fue un mexicano, pero los empresarios y CEOs de las firmas mexicanas vaya que son clientes de Vacheron Constantin y otras marcas europeas de alta relojería.

Personalmente, hace tiempo que comencé a mirar las muñecas de los empresarios y directores generales que entrevisto para saber qué reloj usan. Su gusto los define. Sé, por ejemplo, que Fernando Chico Pardo, el presidente de Asur y el fondo Promecap, tiene una debilidad por los Audemars Piguet, al igual que Carlos Fernández, el expresidente de Grupo Modelo; que Andrés Conesa, el CEO de Aeroméxico, prefiere los Rolex, y que Carlos Slim Helú usa, de tiempo en tiempo, un Cartier.

De acuerdo con Bouillonnec, el director Internacional de Vacheron Constantin, de México también han recibido órdenes de compra de colecciones de relojes especializados.

Anualmente, Vacheron Constantin vende 30 mil relojes en el mundo, con lo que facturó el año pasado más de 3 mil millones de francos suizos. La pieza más accesible es de 15 mil dólares y la más cara… más de 10 millones de dólares.

En México colocó poco menos de mil unidades el año pasado, aunque a decir de Bertrand Savary, director de Desarrollo de Negocios de la firma para América y Europa, otra buena parte de las piezas que se quedan en las muñecas de los mexicanos se venden en ciudades de Estados Unidos, como Miami, Nueva York o Los Ángeles.

Una vez le pregunté a una de las principales corredoras de bienes raíces de Miami cuál es la característica que distingue a los compradores mexicanos de inmuebles en esa parte de la Florida, esperando que me hablara de su forma de negociar. Sin embargo, la respuesta fue que usan relojes "brillantes y caros".

México desplazó a Brasil como el principal mercado de Vacheron Constantin en América Latina hace un par de años, en buena parte por la desaceleración que ha experimentado la economía sudamericana y el crecimiento de los millonarios mexicanos (el año pasado se sumaron más hombres ricos a la lista de Forbes).

Además, como dice Bertrand Savary, de Vacheron Constantin, a los mexicanos les gusta el show off.


Posdata.
Savary coincide con la broker de bienes raíces en que en México los modelos de su marca que más se venden son los de mayor tamaño y los más brillantes. Por eso, dice, los principales vendedores de relojes de lujo son Rolex, Hublot y Audemars. De esta última marca, el Royal Oak de 40 mil dólares es una debilidad de Carlos Romero Deschamps, el líder del sindicato de Pemex, y de Amado Yáñez, el exdueño de Oceanografía caído en desgracia.


Escríbeme a mmaldonado@elfinanciero.com.mx y a @MarioMal

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