Historias de NegoCEOs

El poder de Airbnb y la economía colaborativa

Renté vía Airbnb un departamento en Nueva York, la ciudad donde voy a celebrar la llegada del 2016 y a la que vine empujado por una investigación periodística que será materia de mi próxima columna.Airbnb es una plataforma online creada hace seis años por tres estudiantes de diseño mediante la cual es posible rentar y reservar lo mismo un sillón que una recamara, un departamento, una casa o un castillo en más de 190 países, la cual está valuada en 25.5 mil millones de dólares, más que cadenas hoteleras como Marriot (17.4 mil mdd) y Hilton (21.4 mil mdd).Se trata de un departamento de tres recamaras enclavado en el barrio de TriBeCa, la zona que junto con SoHo se posiciona como la más cara y segura de la ciudad, según un reporte reciente del New York Times.Desde el piso 33 de este complejo de departamentos, el World Trade Center y el río Hudson lucen inconmensurables.Pagué alrededor de 40 por cierto menos dinero que lo que habría desembolsado por una habitación en un hotel de cuatro estrellas en los alrededores de esta zona de Manhattan donde viven estrellas como la cantante Beyoncé, el actor Robert De Niro y el presentador David Letterman.La dueña del departamento, una treintañera que trabaja para un banco de inversión en Wall Street, dice que sólo lo renta en estas fechas en las que su roommate (un ejecutivo de una marca de autos de lujo) sale de viaje. En Nueva York es ilegal rentar una habitación, departamento o casa por menos de 30 días sin que el dueño esté presente durante la estancia y bajo esa premisa fue como alquilé este departamento.Hasta ahora, todo ha marchado bien y aunque no he tenido las comodidades propias del Sofitel de la 45th St. o el Trump de SoHo, el costo-beneficio por la operación ha sido satisfactorio.Confieso que estoy a favor del sistema de economía colaborativa (sharing economy), que tiene como base el intercambio de bienes y servicios a través de plataformas digitales –en el que gigantes como Uber y Airbnb son líderes–, sobre todo porque cubren necesidades que estaban desatendidas y que beneficiaban sólo a algunos grupos.En Nueva York, por ejemplo, Airbnb ayudó a disminuir las tarifas que cobran los hoteles, aunque su crecimiento también ha impactado en la recaudación de impuestos del gobierno de la ciudad. Actualmente, NYC tiene el mayor número de habitaciones disponibles en Airbnb (alrededor de 40 mil frente a los 100 mil cuartos de hotel), aunque es una de las que enfrenta más resistencias de las autoridades, legisladores, asociaciones de hoteles y de los propios neoyorquinos que se oponen a que sus vecinos den acceso a desconocidos a sus zonas habitacionales.Desde el año pasado es común ver en las estaciones de metro y los parabuses de la ciudad una campaña de Airbnb a favor de la plataforma –que se anuncia como un “confiable mercado comunitario en el que la gente publica, descubre y reserva alojamientos únicos en todo el mundo”–, pero en algunos casos ha resultado contraproducente, pues los neoyorquinos que están en contra se han encargado de destrozarlos y cambiarles el sentido.Es cierto que la seguridad es tema insoslayable para plataformas como Airbnb, cuyo negocio se fundamenta en la confianza y buena voluntad de los anfitriones y los huéspedes de los inmuebles.Resulta sorprendente la confianza con la que se rentan los departamentos y las habitaciones en esta ciudad. Mi anfitriona en TriBeca me entregó un juego de llaves del departamento y de las áreas comunes sin saber más que mi nacionalidad y un breve perfil que pide Airbnb una vez que se concluye un acuerdo de renta o alojamiento.Una de las características que más resalta Airbnb como valor agregado es la relación entre huéspedes y anfitriones, quienes para obtener buenos comentarios y calificaciones en su perfil de la plataforma deben tener ciertas atenciones, como dar tips sobre direcciones, restaurantes, entretenimiento y demás servicios de concierge, como los de un hotel, pero de parte de un local, como si se tratara de un amigo o familiar. En México, Airbnb también crece aceleradamente. Actualmente tiene una oferta de 20 mil alojamientos, muy similar a los 22 mil cuartos de hotel que tiene el Grupo Posadas, la cadena hotelera más extensa del país.En octubre pasado, Airbnb publicó en su cuenta de Twitter las ciudades latinoamericanas con más alojamientos y entre ellas destaca Playa del Carmen –con 5 mil– que se ubicó en el cuarto lugar, detrás de Río de Janeiro (20 mil), Buenos Aires (8 mil) y Sao Paulo (7 mil), mientras que la Ciudad de México se situó en el lugar número seis, con 3.5 mil, y Puerto Vallarta en el octavo, con 2.5 mil.Nada mal para un plataforma que nació como un proyecto de tres estudiantes y que ahora tiene cerca de 50 millones de usuarios, proyecta ingresos por 850 millones de dólares este 2015 y vale 25.5 mil millones de dólares.PosdataEl potente negocio de Airbnb y su probable IPO en la Bolsa de Nueva York el próximo año le da para gastar más de 8 millones de dólares en cabildeo y para pagar a bandas de pop como los Jonas Brothers y a bloggers como Caeli (con casi 6 millones de suscriptores en YouTube y 1.9 millones en Twitter) para que le hagan publicidad en las redes sociales.

Renté vía Airbnb un departamento en Nueva York, la ciudad donde voy a celebrar la llegada del 2016 y a la que vine empujado por una investigación periodística que será materia de mi próxima columna.
Airbnb es una plataforma online creada hace seis años por tres estudiantes de diseño mediante la cual es posible rentar y reservar lo mismo un sillón que una recamara, un departamento, una casa o un castillo en más de 190 países, la cual está valuada en 25.5 mil millones de dólares, más que cadenas hoteleras como Marriot (17.4 mil mdd) y Hilton (21.4 mil mdd).

Se trata de un departamento de tres recamaras enclavado en el barrio de TriBeCa, la zona que junto con SoHo se posiciona como la más cara y segura de la ciudad, según un reporte reciente del New York Times.
Desde el piso 33 de este complejo de departamentos, el World Trade Center y el río Hudson lucen inconmensurables.

Pagué alrededor de 40 por cierto menos dinero que lo que habría desembolsado por una habitación en un hotel de cuatro estrellas en los alrededores de esta zona de Manhattan donde viven estrellas como la cantante Beyoncé, el actor Robert De Niro y el presentador David Letterman.

La dueña del departamento, una treintañera que trabaja para un banco de inversión en Wall Street, dice que sólo lo renta en estas fechas en las que su roommate (un ejecutivo de una marca de autos de lujo) sale de viaje. En Nueva York es ilegal rentar una habitación, departamento o casa por menos de 30 días sin que el dueño esté presente durante la estancia y bajo esa premisa fue como alquilé este departamento.

Hasta ahora, todo ha marchado bien y aunque no he tenido las comodidades propias del Sofitel de la 45th St. o el Trump de SoHo, el costo-beneficio por la operación ha sido satisfactorio.

Confieso que estoy a favor del sistema de economía colaborativa (sharing economy), que tiene como base el intercambio de bienes y servicios a través de plataformas digitales –en el que gigantes como Uber y Airbnb son líderes–, sobre todo porque cubren necesidades que estaban desatendidas y que beneficiaban sólo a algunos grupos.

En Nueva York, por ejemplo, Airbnb ayudó a disminuir las tarifas que cobran los hoteles, aunque su crecimiento también ha impactado en la recaudación de impuestos del gobierno de la ciudad. Actualmente, NYC tiene el mayor número de habitaciones disponibles en Airbnb (alrededor de 40 mil frente a los 100 mil cuartos de hotel), aunque es una de las que enfrenta más resistencias de las autoridades, legisladores, asociaciones de hoteles y de los propios neoyorquinos que se oponen a que sus vecinos den acceso a desconocidos a sus zonas habitacionales.

Desde el año pasado es común ver en las estaciones de metro y los parabuses de la ciudad una campaña de Airbnb a favor de la plataforma –que se anuncia como un "confiable mercado comunitario en el que la gente publica, descubre y reserva alojamientos únicos en todo el mundo"–, pero en algunos casos ha resultado contraproducente, pues los neoyorquinos que están en contra se han encargado de destrozarlos y cambiarles el sentido.

Es cierto que la seguridad es tema insoslayable para plataformas como Airbnb, cuyo negocio se fundamenta en la confianza y buena voluntad de los anfitriones y los huéspedes de los inmuebles.

Resulta sorprendente la confianza con la que se rentan los departamentos y las habitaciones en esta ciudad. Mi anfitriona en TriBeca me entregó un juego de llaves del departamento y de las áreas comunes sin saber más que mi nacionalidad y un breve perfil que pide Airbnb una vez que se concluye un acuerdo de renta o alojamiento.

Una de las características que más resalta Airbnb como valor agregado es la relación entre huéspedes y anfitriones, quienes para obtener buenos comentarios y calificaciones en su perfil de la plataforma deben tener ciertas atenciones, como dar tips sobre direcciones, restaurantes, entretenimiento y demás servicios de concierge, como los de un hotel, pero de parte de un local, como si se tratara de un amigo o familiar.

En México, Airbnb también crece aceleradamente. Actualmente tiene una oferta de 20 mil alojamientos, muy similar a los 22 mil cuartos de hotel que tiene el Grupo Posadas, la cadena hotelera más extensa del país.

En octubre pasado, Airbnb publicó en su cuenta de Twitter las ciudades latinoamericanas con más alojamientos y entre ellas destaca Playa del Carmen –con 5 mil– que se ubicó en el cuarto lugar, detrás de Río de Janeiro (20 mil), Buenos Aires (8 mil) y Sao Paulo (7 mil), mientras que la Ciudad de México se situó en el lugar número seis, con 3.5 mil, y Puerto Vallarta en el octavo, con 2.5 mil.

Nada mal para un plataforma que nació como un proyecto de tres estudiantes y que ahora tiene cerca de 50 millones de usuarios, proyecta ingresos por 850 millones de dólares este 2015 y vale 25.5 mil millones de dólares.

Posdata
El potente negocio de Airbnb y su probable IPO en la Bolsa de Nueva York el próximo año le da para gastar más de 8 millones de dólares en cabildeo y para pagar a bandas de pop como los Jonas Brothers y a bloggers como Caeli (con casi 6 millones de suscriptores en YouTube y 1.9 millones en Twitter) para que le hagan publicidad en las redes sociales.

Escríbeme a mmaldonado@elfinanciero.com.mx y a @MarioMal

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