Efecto Jazz

4 bandas mexicanas de fusión que están sonando fuerte

Si el jazz es en esencia una fusión de ritmos, ¿de qué hablamos entonces cuando hablamos de jazz fusión? Intentar definir los territorios en los que se mueve este género de omnívora digestión obliga a pisar terrenos fangosos, pero para fines prácticos, fusión se refiere a la amalgama de dos o más estilos que, juntos, crean una forma musical única y distinta; y se habla de jazz fusión cuando el elemento predominante es, pues, el jazz.El término jazz fusión comenzó a usarse en a mediados de la década del 60, cuando -más allá de la integración de formas musicales latinas, que ya habían comenzado hilvanarse en el discurso jazzístico con anterioridad-, empezaron a incorporarse influencias de las músicas tradicionales asiáticas y africanas, incluso de la tradición clásica occidental, pero también de géneros como el funk, el R&B y, por supuesto el rock, que dio paso al llamado jazz-rock. A la mayor complejidad rítmica que naturalmente surgió de estas fusiones, entre los 60 y los 70 las bandas crecieron para incorporar una buena dotación de metales, instrumentos eléctricos y todo tipo de percusiones.En México vemos una creciente cantidad de propuestas de fusión en los circuitos jazzísticos, y no pocas se anuncian bajo la etiqueta del jazz aunque éste no sea su elemento fundamental. Si bien la fusión ha tomado fuerza en el mundo desde hace más de dos décadas y sobre todo a partir de que surgió Internet, en México es evidente que, a diferencia de las generaciones anteriores que escapaban del conservatorio para aprender a hacer jazz como pudieran, cada vez más músicos cursan una licenciatura en jazz como base, y a partir de ahí crean músicas influidas por otras formas contemporáneas.1. TrokerGarra sonora y horas de vuelo desde 2003 han llevado a esta propuesta tapatía a conquistar una sólida proyección internacional. En 2013 tocó en el Festival de Glastonbury, en el Reino Unido, y este año, tras presentarse en el reciente Festival de Jazz de Montreal, Troker mantiene una nutrida gira por Europa, Claroscuro, durante julio y parte de agosto.El rock provee la armadura a esta banda, cuya potencia se ve amplificada por metales que pueden soulear cálidamente hasta devanear en el paroxismo freejazzero; virar abruptamente de la cordialidad de una cumbia a hacia nubosidades sonoras más densas. La agrupación ha tenido dos formaciones a lo largo de su historia. Actualmente está integrada por Arturo Tiburón Santillanes (sax), Gilberto Cervantes (trompeta), Christian Jiménez (teclados), Samo González (bajo), Frankie Mares (batería) y Humberto López DJ Zero.Su discografía consta de tres títulos. Jazz Vinil (2007) fue el debut con el que el grupo comenzó a cobrar notoriedad local: la revista Rolling Stone México lo calificó como uno de los 10 mejores discos latinos de ese año. Su segunda producción, con Discos Intolerancia, fue El Rey del Camino (2010), la cual contó con la colaboración especial de Omar Rodríguez-López, guitarrista de The Mars Volta, entre otros músicos invitados, y ganó como Mejor disco de jazz-fusión-rock en los premios a la industria independiente México IMAS. El más reciente es Crimen sonoro (2014).Aquí, en una de sus más recientes presentaciones, en jazzahead!, en Bremen, Alemania. 

Si el jazz es en esencia una fusión de ritmos, ¿de qué hablamos entonces cuando hablamos de jazz fusión? Intentar definir los territorios en los que se mueve este género de omnívora digestión obliga a pisar terrenos fangosos, pero para fines prácticos, fusión se refiere a la amalgama de dos o más estilos que, juntos, crean una forma musical única y distinta; y se habla de jazz fusión cuando el elemento predominante es, pues, el jazz.

El término jazz fusión comenzó a usarse en a mediados de la década del 60, cuando -más allá de la integración de formas musicales latinas, que ya habían comenzado hilvanarse en el discurso jazzístico con anterioridad-, empezaron a incorporarse influencias de las músicas tradicionales asiáticas y africanas, incluso de la tradición clásica occidental, pero también de géneros como el funk, el R&B y, por supuesto el rock, que dio paso al llamado jazz-rock. A la mayor complejidad rítmica que naturalmente surgió de estas fusiones, entre los 60 y los 70 las bandas crecieron para incorporar una buena dotación de metales, instrumentos eléctricos y todo tipo de percusiones.

En México vemos una creciente cantidad de propuestas de fusión en los circuitos jazzísticos, y no pocas se anuncian bajo la etiqueta del jazz aunque éste no sea su elemento fundamental. Si bien la fusión ha tomado fuerza en el mundo desde hace más de dos décadas y sobre todo a partir de que surgió Internet, en México es evidente que, a diferencia de las generaciones anteriores que escapaban del conservatorio para aprender a hacer jazz como pudieran, cada vez más músicos cursan una licenciatura en jazz como base, y a partir de ahí crean músicas influidas por otras formas contemporáneas.

1. Troker

Garra sonora y horas de vuelo desde 2003 han llevado a esta propuesta tapatía a conquistar una sólida proyección internacional. En 2013 tocó en el Festival de Glastonbury, en el Reino Unido, y este año, tras presentarse en el reciente Festival de Jazz de Montreal, Troker mantiene una nutrida gira por Europa, Claroscuro, durante julio y parte de agosto.

El rock provee la armadura a esta banda, cuya potencia se ve amplificada por metales que pueden soulear cálidamente hasta devanear en el paroxismo freejazzero; virar abruptamente de la cordialidad de una cumbia a hacia nubosidades sonoras más densas.

La agrupación ha tenido dos formaciones a lo largo de su historia. Actualmente está integrada por Arturo Tiburón Santillanes (sax), Gilberto Cervantes (trompeta), Christian Jiménez (teclados), Samo González (bajo), Frankie Mares (batería) y Humberto López DJ Zero.

Su discografía consta de tres títulos. Jazz Vinil (2007) fue el debut con el que el grupo comenzó a cobrar notoriedad local: la revista Rolling Stone México lo calificó como uno de los 10 mejores discos latinos de ese año. Su segunda producción, con Discos Intolerancia, fue El Rey del Camino (2010), la cual contó con la colaboración especial de Omar Rodríguez-López, guitarrista de The Mars Volta, entre otros músicos invitados, y ganó como Mejor disco de jazz-fusión-rock en los premios a la industria independiente México IMAS. El más reciente es Crimen sonoro (2014).

Aquí, en una de sus más recientes presentaciones, en jazzahead!, en Bremen, Alemania. 



2. T'orus 

Pese a su corta edad (el proyecto surgió a principios del 2012) T'orus es ya una banda que suena fuerte en la escena. Rock, funk, hip hop, acentos de la música electrónica y algo de sicodelia son los principales elementos que se cuecen en esta propuesta. De acuerdo con sus propios integrantes, T'orus surgió como un organ trio, una alineación que suele consistir de un Hammond, batería y guitarra (o saxofón), y que se volvió popular entre los años 50 y 60 con artistas que fusionaban jazz con una base de blues y tintes de R&B, como lo hizo Lifetime, de Tony Williams, entre otros ensambles a los que la agrupación mexicana buscó rendir homenaje. Muy pronto el grupo creció y amalgamó un sonido distintivo que se despliega en composiciones originales, en las que la improvisación es parte medular.

La agrupación está conformada por tres músicos egresados de la Escuela Superior de Música: Aaron Flores en la guitarra eléctrica y la composición, Christian Balderas en los teclados y Benjamín García en el bajo, a quienes se unió el baterista Enrique Nativitas y, por último, el vocal y MC Eric El Niño, quien aporta la lírica proveniente de la escena hip-hopera, en la que ha estado inmerso desde hace una década. Su primer disco, homónimo, fue lanzado hace un año y se consigue a través de su página web.

Este proyecto forma parte del colectivo Noon integrado por músicos provienen principalmente del ambiente jazzístico mexicano, pero cuyas propuestas escapan a las etiquetas. Un rasgo particular de este conglomerado es que ha buscado -con éxito- sacar los gigs de los círculos tradicionales para llevar la música viva a espacios alternativos -como puede ser un departamento privado utilizado como salón de concierto.



​3. Mole

A partir del dúo integrado por Hernan Hecht en la batería y Mark Aanderud en el piano, Mole funciona como un célula que atrae colaboraciones -como la de los bajistas Aarón Cruz o Stoumu Takeishi-, para presentarse en formato de trío o de cuarteto, no sólo en México sino también en Barcelona y Londres. Una propuesta electroacústica que si bien ha evolucionado hacia una mayor complejidad musical a lo largo de sus tres producciones discográficas, mantiene como rasgo distintivo, desde un inicio, un juego de contrastes entre los paisajes contemplativos y la intensidades que dialogan con ritmos como el rock, el drum'n bass o, propiamente, el jazz.

Sus discos se consiguen a través de la página web. El primero, Gemini (2011, Producciones PyP), fue grabado a dueto por Aanderud y Hecht. En What's The Meaning (2012, RareNoiseRecords), el dúo se enriquece con el guitarrista radicado en Nueva York David Gilmore, y Luri Molina en el contrabajo. El tercer álbum RGB (2014, RareNoiseRecords) está grabado a trío con el bajista japonés Stoumu Takeishi, con quien aparecen en el siguiente video:



4. Los Sonex

No se presentan como una banda de jazz fusión sino de son jarocho, género que ha desarrollado una escena de sólido crecimiento en los últimos tres lustros, y una de las pocas expresiones tradicionales que se mantiene en sana evolución, en la voz de herederos que han salido de sus comunidades en Los Tuxtlas para incorporar ideas contemporáneas en la composición y en los arreglos (como lo han hecho Los cojolites o Mono Blanco, por ejemplo). A la inversa, el son también ha atraído a músicos de otras disciplinas que retoman las canciones tradicionales, los instrumentos y elementos musicales para fusionarlos con jazz y otros géneros. Tal es el caso de Los Sonex, de Xalapa, que desde 2005 ha generado una fusión de estos ritmos con funk, hip-hop, ritmos afrocaribeños y músicas del mundo.

Tienen un disco homónimo en su haber, (Zafra, 2007), en el que participaron Rubén Albarrán, vocal de Café Tacvba, y la banda de fusión flamenca Ojos de Brujo.

Los Sonex se encuentran de gira por Rusia y esta semana ofrecieron varios conciertos en la ciudad de Sochi.

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