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Yishai Jusidman y su versión del horror

El pintor Yishai Jusidman llega con su serie "Azul de Prusia" al Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), con su versión de los hechos del Holocausto y la pintura. La muestra se exhibirá a partir del 27 de agosto.

Si bien reconoce que toda manifestación artística tiene una postura política, incluso histórica, la reflexión que el pintor Yishai Jusidman plantea con su serie sobre el Holocausto se centra en el papel de la pintura en el arte contemporáneo.

"El problema de lidiar con este material desde el punto de vista del arte es que hay cierta propensión a utilizar estrategias para exagerar de modo que se pueda generar un sentimiento en el espectador; es lo que se llama expresionismo. Pero el exterminio no se puede exagerar porque ya es una exageración", dice sobre su serie Azul de Prusia, que se exhibirá a partir del 27 de agosto en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, MUAC.

Sin embargo, al decidir dar forma a esta colección de obras junto a las imágenes creadas a partir de las fotografías que se tomaron cuando los ejércitos aliados liberaron los campos de concentración, Jusidman también hace una alegoría sobre la vida y la muerte, esas dos caras del arte.

"Esas fotos son la referencia objetiva más cercana que tenemos al evento, si no las tuviéramos, nuestra relación con el exterminio hubiera sido completamente distinta. Sin imágenes sólo tendríamos números de muertos y datos sobre la forma en que murieron. Las manchas de color en esta serie evocan aquellas que quedaron en los sitios del exterminio". La mancha del exterminio y de la creación.

UNA REFERENCIA DIRECTA
En estas obras el pintor utiliza sólo tres materiales colorantes, predominantemente el azul, que evoca el Zyklon B, que se utilizó como un agente letal entre 1940 y 1945, y manchas de piedra pómez -que se usaba en la elaboración de ese agente- y colores convencionalmente utilizados para representar los tonos de piel, "en referencia directa a los miles de hombres, mujeres y niños que fueron asesinados dentro de los espacios que representan".

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Sin embargo, en ningún cuadro aparece una figura humana. Son pinturas basadas en fotografías de cámaras de gas, pasillos de los campos de concentración y paisajes de los lugares donde se ubicaron los centros de exterminio, así como una selección de los trapos con los que limpiaba sus instrumentos de trabajo y piezas realizadas a partir de fotografías de su estudio.

"Para mí, la estrategia de recurrir al símbolo como mediador empobrece la relación que tenemos con el arte y con el hecho histórico, porque el símbolo es arbitrario, para referirse a algo como el exterminio, que rebasa todo eso. Yo busco una manera de relacionar la obra con su tema de forma directa, no subjetiva ni caprichosa", advierte.

Para el artista, en esta tragedia no hay nada que interpretar. "Es un hecho clarísimo, que tuvo consecuencias tajantes en términos éticos, morales, políticos. A lo que me enfrento es cómo puede la pintura aproximarse al problema de representarlo; se entiende que trata del Holocausto, pero mi interés es sobre lo que hace en la percepción y el entendimiento del espectador, en relación con el hecho histórico y con la pintura, son dos intereses paralelos que se unen. No es solamente una serie sobre el casu judío, sino sobre la pintura, las posibilidades, las alternativas que puede un pintor utilizar hoy en día para lidiar con la problemática de representar el Holocausto".

EL LUGAR DE LA PINTURA
De acuerdo con Jusidman, otros pintores han confrontado el reto de representar el Holocausto, como Luc Tuymans, pero con una intención contraria a su propuesta. "Sus pinturas son simplificadas, ambiguas intencionalmente para generar una sensación de que la representación falla en referir a la Solución Final. Si la representación falla en mi serie no es por falta de dedicación, o de esfuerzo en anclar la referencia de la manera más definitiva que puedo como pintor".

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El hilo conductor de su desarrollo artístico, agrega, es a partir de la relación de la pintura con la fotografía, que vino a suplir las funciones que la pintura cumplía. "Por otro lado, en la historia del arte moderno, posmoderno y contemporáneo, la pintura tiene un papel cada vez menor", advierte y destaca la prácticamente inexistente presencia de esta expresión en las ferias de arte contemporáneo.

"Predomina lo que en su momento se llamaron nuevos medios: la instalación, arte objeto, fotografía, video arte, performance, intervenciones, una serie de disciplinas que por su relativa novedad parecen ofrecer mayor interés al público. La pintura es un medio bastante maniatado, muy convencional, con una larga historia y con una tremenda competencia, porque competimos no solamente con los pintores de nuestro tiempo y lugar, sino con los de los últimos 600 años de historia de la pintura occidental. El pintor se enfrenta a un reto más difícil en términos de cómo articular algo que avance el lenguaje y la disciplina hacia un siguiente paso".

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