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Voyerismo sin remedio: Juan José Millás

Cada vez es más irreal la civilización en la que vivimos, dice Juan José Millás sobre el capitalismo salvaje que refleja en su más reciente novela, "Desde la sombra" (Seix Barral).

En la primavera de 2008, en Fukuoka, Japón, una noticia le dio la vuelta al mundo: "Hombre descubre que una mujer vivía en su armario desde hace un año".

El hecho le estremeció tanto a Juan José Millás (Valencia, 1946) que decidió escribir una novela, Desde la sombra (Seix Barral), que ahora promueve en México para hablar sobre los problemas más frecuentes de las sociedades contemporáneas: desempleo, insatisfacción personal, desintegración social y capitalismo salvaje.

___¿Por qué ha escrito una de sus obras más políticas?
___Cuando yo escribí esta novela pensé en hacer una historia de género fantástico; nunca imaginé que las primeras críticas incidieran en una interpretación política. Sin embargo, las relaciones que Damián, mi personaje, guarda con el mundo, son patológicas e institucionales. Mi novela da cuenta de las sociedades que estamos construyendo, en las que es más fácil desintegrarse que integrarse. Actualmente muchos seres humanos no encuentran su lugar en la familia ni en el mundo laboral: paradójicamente lo hallan cuanto más se alejan de la sociedad. En un armario, por ejemplo.

___Usted asegura que las relaciones sociales se han vuelto más complicadas. ¿Acaso el ser humano de hoy es más solitario que antes?
___La explicación a esto la podemos encontrar en las relaciones económicas, en este capitalismo salvaje que convierte al ser humano en un instrumento al servicio del mercado. Vivimos en un mundo donde la gente no tiene una relación saludable con su trabajo. Hay una desconexión entre la realidad y lo que cree el ser humano. Cada vez es más irreal la civilización en la que convivimos. Mi novela también es una historia de relaciones económicas.

___En su obra le pone rostro al desempleo, un problema que ha afectado mucho a España y el resto de Europa en los últimos años...
___El desempleo lo destruye todo. Freud decía que las dos grandes cuestiones en la vida eran el trabajo y el amor. Y si falla alguna de esas dos bases, como ahora sucede, el resultado puede ser muy lamentable. La gente está siendo despedida de manera catastrófica. Y la situación es peor para los que tienen 50 años o más, porque a esa edad un despido es una expulsión a la nada. Lamentablemente, nuestra sociedad no ha sido capaz de encontrarle solución a la carencia de empleo. Estamos creando sociedades enfermizas, patológicas.

___¿El fundamentalismo islámico es una de esas enfermedades? Los terroristas se parecen mucho a su personaje:
desempleados, inadaptados, deseosos de ser útiles en la vida...
___El yihadismo se ha convertido en el proveedor de sentido de una sociedad en la que impera el absurdo. Recordemos que lo que siempre ha buscado el hombre es sentido. Y muchos, por desgracia, lo han hallado en estos grupos que venden la muerte como una esperanza.

___¿Tiene sentido espiar a una familia desde un armario?
___Somos bastante voyeristas, porque cuando miramos a los demás también nos miramos a nosotros mismos. El voyerismo siempre ha operado bajo esa lógica. Es más fácil estudiarse a sí mismo a través de otros, que directamente. Somos una civilización de espejos. No hay nada más morboso que entrar en la casa de nuestro vecino y hurgar en sus cajones.

___¿Facebook promueve el voyerismo?
___En cierto modo sí, pero es otro tipo de voyerismo, al que necesitamos estudiar mucho más, porque todavía no tenemos la perspectiva ni la distancia suficientes para comprender el fenómeno. De lo que sí estoy seguro es que las redes sociales estimulan la soledad, porque pese a las grandes inversiones en tecnología y conectividad, la verdad es que no estamos más acompañados que antes.

___¿Usted también es voyerista?
___Un escritor sin mirada es como un tenista sin brazo. Nosotros vivimos de observar a los demás. Nos gusta mirar a través de la cerradura, bajo esa clandestinidad que inevitablemente implica un alto grado de voyerismo. En mi novela, el armario tiene una carga metafórica muy grande: puede representar el útero materno, el ataúd o el subconsciente.

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