After Office

Un safari por los dominios de 'El Rey León'

Para ingresar al 'backstage' del musical producido por Disney y Ocesa hay que meterse hasta las entrañas del Teatro Telcel, construido 18 metros bajo tierra. El mánager Eli Nassau es el guía de la expedición.

El Rey León esconde en sus fauces los secretos para completar el ciclo de la vida. Para ingresar al backstage del musical producido por Disney y Ocesa hay que meterse hasta las entrañas del Teatro Telcel, construido 18 metros bajo tierra. El mánager Eli Nassau es el guía de la expedición.

Hora y media antes de que empiece la primera función es común encontrarse en los pasillos o en el elevador con los actores relajados y en ropa casual. La magia todavía está inanimada.

Atrás del escenario el espacio es reducido. De las paredes cuelgan antílopes, ratones, rinocerontes, jirafas y algunos de los más de 70 puppets de distintos tamaños que se utilizan en cada puesta en escena. Si se mira hacia arriba, se observa al animal más grande de la producción, un elefante de tamaño real que mide alrededor de dos metros de alto por cuatro de largo. Los animales, explican, están creados y pintados a mano.

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Una hora antes de que empiece la función, la escenografía del backstage inicia: los actores se dirigen a maquillaje, los tramoyistas revisan escenografía y props, los 10 músicos de la orquesta ensayan y los puppets dejan de estar colgados e inanimados.

Todo el montaje en México estuvo asesorado por su creadora Julie Taymor, quien estrenó este musical en Broadway en 1997. Un año después la producción de Disney obtuvo los seis premios Tony más importantes: musical, dirección, diseño de escenografía, vestuario, diseño de luces y coreografía.

Nassau detalla que el Teatro Telcel es el más pequeño donde se ha estrenado esta obra, por lo que tuvieron que montar este pequeño safari en las paredes y en el techo para que la coreografía del backstage fluyera sin tropiezos durante la función.

En una de las tres piernas laterales del escenario está la emblemática roca donde Rafiki presenta a Simba ante el reino. En el musical original, la roca surge del suelo; aquí entra y sale del escenario a través de rieles es movida por computadora ya que pesa más de tonelada y media.

Atrás está el búnker, la zona donde los 51 actores se cambian durante la presentación, en la que se producen más de 150 mudanzas de vestuario. Hay personas del ensamble que tienen 15 vestimentas distintas y algunas veces sólo tienen un minuto para transformarse. Aquí hay monitores con la imagen del director musical para que puedan seguir la obra.

Durante este safari se pueden ver las máscaras de las enloquecidas hienas, a Timón y Pumba, cuyo traje pesa 20 kilos. En el búnker hay un taller de puppets, donde cuatro especialistas checan antes de cada función que su mecanismo funcione a la perfección. La mayoría de los animales tienen dos o tres remplazos, aunque algunos son piezas únicas, como Pumba. Nassau cuenta que todos son elaborados en el taller de Estados Unidos y que el más caro es el pájaro Zazú; cuesta alrededor de 35 mil dólares.

El actor y cantante Carlos Rivera, antes de convertirse en Simba, recibe a la reportera. El lugar está decorado con algunos peluches y una caja pintada a mano con la figura del león. Platica que son una pequeña parte de los regalos que le dieron durante las más de 700 funciones que dio en España.

Rivera es el único actor en el mundo en protagonizar este musical en España y México, aún así asegura que no deja de aprender de Simba.
"No me deja de sorprender cómo convierten una caja de luz en todos los ambientes, te llevan a una sabana, a una jungla, a un cielo. Julie Taymor logró hacer vivir la película en el escenario con una creatividad gigantesca", relata el actor.

La adaptación para México es muy distinta a la de España. Carlos Rivera comenta que prácticamente fue volver a empezar el proceso y hasta tuvo la oportunidad de involucrarse en la readaptación de algunas de las canciones.

"Nos trajeron un maestro de danza javanesa y estudiamos a cada animal, sus movimientos, cómo actúa, cómo mueve el cuello. Yo utilizo una máscara estática, hay que aprender cómo darle vida haciendo ciertos movimientos o cantar mientras hago un salto complicado".

Al lado del camerino de Carlos Rivera está el de Jorge Lau, quien interpreta a Mufasa. En una de las paredes está colgada la máscara del padre de Simba. Lau cuenta con una larga trayectoria en musicales y confiesa que éste ha sido el más meticuloso en el que ha estado; incluso le tuvieron que cambiar tres veces el diseño de maquillaje.

"Son muy estrictos, pero a la vez he tenido libertad creativa, siempre y cuando no me salga de los lineamientos del personaje. Mufasa es muy espiritual, pero también mal encarado; yo soy bastante jovial, así que le he incrustado un poco de eso al personaje", platica Jorge Lau, quien recientemente estuvo en Wicked.

"Lo que más costó fue encontrar la corporalidad del personaje. En el trabajo de mesa logras entender cómo piensa y siente, pero al momento de pararse es totalmente diferente", explica.

Al salir de la zona de camerinos, la excursión llega a maquillaje. En las paredes hay dibujos de las tribus africanas en las que se inspiraron. Chío, encargada del área, dice que el personaje más complicado de maquillar es Scar, por eso no es extraño que el actor Flavio Medina sea el primero en llegar.

Una hora antes de que empiece la función, la escenografía del backstage inicia: los actores se dirigen a maquillaje, los tramoyistas revisan escenografía y props, los 10 músicos de la orquesta ensayan y los puppets dejan de estar colgados e inanimados.

"Es como un relojito. La producción es de 150 personas y todo el mundo sabe cómo tiene que trabajar en un espacio reducido donde están sucediendo muchas cosas al mismo tiempo", concluye el guía.

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