After Office

Super Bowl en martes

En el show de las campañas más costosas de la historia de Estados Unidos, política, cultura y deporte comparten arena. Este martes se debate el rumbo de la Casa Blanca, la demócrata Hillary Clinton enfrenta al republicano Donald Trump.

Joseph Roth calificó a Estados Unidos como el país del deporte. Todo, según él, estaba ligado a esta actividad, una de las más lucrativas en la industria estadounidense. Hoy se debate el rumbo de la Casa Blanca, la demócrata Hillary Clinton enfrenta al republicano Donald Trump en unas apretadas elecciones más ligadas al espectáculo, tipo Super Bowl, que a la política.

En pocos países el deporte tiene una carga política y cultural como en la Unión Americana. El primer lanzamiento, por ejemplo, de las campañas de las Grandes Ligas, ha sido catalogado como el Día del Presidente, pues el hombre que despacha en la Oficina Oval recibe la atención de todos los ciudadanos en el juego de mayor penetración en la vida americana. ¿Será que en abril la señora Clinton se convierta en la primera mujer en abrir el pitcheo de la temporada de las mayores? Recién los Cachorros se convirtieron en un blasón político del hasta ahora presidente Barack Obama, exgobernador de Chicago por el Partido Demócrata, quien ha prometido recibirlos lo antes posible en su casa de Washington, D.C., la cual abandonará en enero.

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La política y el deporte, emparentados en el show de las campañas más costosas de la historia de Estados Unidos, se han hecho notar dentro y fuera de la agenda electoral. Las protestas del quarterback de los 49's de San Francisco, Colin Kaepernick, a las que se sumaron las de la tenista Serena Williams y varios jugadores de la National Basquetbol Association (NBA), por el aumento de la violencia contra integrantes de la comunidad negra en varias ciudades del país, obligaron a una postura de respeto del mismo Obama, el primer presidente de color de la historia, quien ha acusado de intolerancia y dogmatismo al candidato republicano.

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En el deporte estadounidense el organigrama suele partir el sistema de competencia en dos ligas o conferencias, la Americana y la Nacional, por dar el ejemplo del beisbol. Sobre esa base, los deportistas han manifestado (como los artistas, cantantes y escritores) sus afinidades con los contrincantes de la gran pelea del año: la Trump-Clinton.

El legendario excorredor de los Cafés de Cleveland, Jim Brown; el mitológico encestador de los Lakers de Los Ángeles, Kareem Abdul-Jabbar (luchador por la igualdad racial en los años 70 y convertido al Islam, como Muhammad Ali, muerto este año); la excampeona del tenis Billie Jean King y el cuatro veces campeón olímpico en los clavados, Greg Louganis, han manifestado su apoyo a Hillary Clinton, una reconocida fanática de los Yanquis de Nueva York de las Grandes Ligas. "Cuando hay dos equipos tan sólidos como los Medias Blancas y los Cachorros, no te queda más remedio que elegir un tercero", dijo Clinton a propósito del primer triunfo de los Cubs en 108 años.

En el otro lado de las diagonales, el excampeón de los pesados, el polémico Mike Tyson (quien al recibir un doctorado Honoris Causa dijo que no sabía qué tipo de doctor era, pero al ver tantas mujeres guapas, "seguramente debo ser ginecólogo"); el controversial exjugador de la NBA, Dennis Rodman (quien llegó a vestirse de novia para promocionar su biografía, Tan malo como puedo ser) y el excoach de los Osos de Chicago de la NFL, Mike Ditka (campeón en 1985), han manifestado su adhesión a Trump, un hombre que ha organizado, con escaso éxito, peleas profesionales de boxeo.

El más ferviente afiliado al magnate de bienes raíces es el luchador Hulk Hogan, quien compartió en varias ocasiones el cuadrilátero con Dennis Rodman. Éste llegó al delirio de solicitarle a Trump que lo eligiera como como compañero de fórmula en la precampaña presidencial.

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La cultura estadounidense, siempre deportivizada, ha dado forma a este espectáculo de Súper Martes, como si fuera un duelo por el Trofeo Vince Lombardi, el nombre del diploma que entrega la NFL en la primera semana de febrero y que es, sin duda, el acontecimiento deportivo que acapara varios de los primeros 10 lugares de los grandes ratings de televisión en la Unión Americana.

El mariscal de campo Tom Brady, ganador de cuatro anillos de Super Tazón con los Patriotas de Nueva Inglaterra, acusado de hacer trampa (por desinflar los balones durante el final de la Conferencia Americana) a las reglas de juego de la NFL, ha dejado en claro su simpatía por Trump. Las cámaras fotográficas lo captaron con una gorra en la que se leía: "Make America great again", frase de campaña del republicano, quien siempre ha sostenido que cuenta con el voto del quarterback, a los que se suman, según él, los del exentrenador de basquetbol colegial, Bobby Knight; el golfista John Daly; los exbasquetbolistas Paul O´Neil y Jonnhy Damond, y el CEO de la serie Nascar, Brian France.

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Clinton se ha ganado la simpatía de algunos personajes emblemáticos del deporte de su país, como el múltiple medallista olímpico Carl Lewis; el basquetbolista LeBron James y el empresario, pero también leyenda de los Lakers, Ervin Magic Johnson.

Reflejo de que a la demócrata se le percibe más cercana a las causas de las minorías, otras figuras deportivas que votarán por ella son la futbolista Abby Wambach, campeona del mundo con la Selección estadounidense en 2015, y el exbeisbolista Jayson Collins, el primer jugador de la NBA que reconoció ante la opinión pública ser homosexual.

"Pienso en el momento en que Hillary llegue a la Casa Blanca y lo simbólico e importante que será para todas las niñas que la vean. Sería algo mágico", afirmó Wambach.

El excatcher de los Yanquis de Nueva York acuñó una frase que bien podría calificar el proceso electoral que hoy llega a su punto climático: "Uno puede observar muchas cosas con sólo mirar…".

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