After Office

Sixto Valencia... más allá de Memín Pinguín

Sencillo y alegre, gustoso de compartir sus recuerdos, hasta el último día conservó el estilo con su sombrero -siempre ligeramente de lado- y acorde al traje... así era Sixto Valencia. 

Con su insuperable sentido del humor, brillaba con luz propia. Ataviado de sombrero –siempre ligeramente de lado- llegaba sonriente dispuesto a compartir su historia con los más jóvenes. Así era Sixto Valencia, el padre de Memín Pinguín.

En agosto de 2013, en el marco de la Feria Universitaria del Libro de la UAEH, Valencia bromeaba con un joven que le pedía un autógrafo, "¿de veras te gusta?, que se me hace que te mandó tu mamá".

Sixto Valencia –como todos los abuelos- disfrutaba al contar su historia; en esa ocasión relató cómo cuando era pequeño en Tezontepec Hidalgo empezó a dibujar en sus libretas, "siempre andaba yo haciendo monitos, y cuando se me acaban las libretas o el lápiz pues que creen que ya lo dejaba, pues no, si ya no había papel me las ingeniaba y usaba los adobes usando las puntas de maguey, así me iba a escogerlas… y usaba la madera que mis hermanos usaban para el trabajo de carpintería, nombre, nunca se me acababa el papel".

Fue en los años 50 cuando Valencia llegó a la ciudad de México y emprendió el camino que lo llevaría a trabajar con Guillermo Marín, uno de los primeros editores de historietas en el país, para luego emprender labores como editor y llegar a trabajar a la editorial EDAR, donde junto con Yolanda Vargas Dulché (escritora de guiones de telenovela), armó finalmente el diseño –en 1963– del emblemático Memín Pinguín.

Después de la charla de Sixto en aquella ocasión, el investigador Luis Gantús dijo que la clave del éxito de Memín Pinguín es que México "es un país que se inició en la lectura por medio de la gráfica".

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