After Office

Sal y pimienta y la ropa de la libertad

El 1 de junio de 1967, cuatro años después de su primer álbum, los cuatro de Liverpool dieron forma al máximo edificio de la cultura pop: el 'Sgt. Pepper’s'; hasta ahora ha vendido más de 32 millones de copias.

Todavía hay quienes suponen que el nombre del disco se debe al popular refresco estadounidense Dr. Pepper. Otros ofrecen más argumentos al juego de palabras (salt n' pepper) en inglés para denominar los dos polos de la mesa. Los que así creen atribuyen el nombre a las expresiones recurrentes de Mel Evans, exrepresentante del grupo. Lo cierto es que el Pimienta fue un disfraz de libertad para una banda exigida a lo máximo en cada nuevo disco.

El listón había quedado alto con sus dos predecesores: el Rubber Soul y el Revolver, ventanas que el rock había tenido enfrente y nunca había sacado al sol. Realmente en el Pimienta los Beatles dejan de serlo para convertirse en una logia de corazones destrozados que podían echar mano de toda imaginación sin red de protección. El resultado fue genial. En ese 67 los Doors habían sacado su primer disco y unas semanas antes el Velvet Underground su conceptual y oscuro Nico. Un año antes los Beach Boys creyeron cerrar el rumbo del pop con el Pet Sounds. Pero faltaba la versión de los Beatles y, sobre todo, de George Martin, quien años después desmitificó la idea de que el Pimienta había sido concebido como un concepto pop premeditado para la posteridad. "Se trataba de hacer algo coherente, haciendo tantos cambios como fuera necesario", dijo el productor más atrevido del rock.

El Pimienta no es The Beatles o, mejor aún, los Beatles no son los músicos que acompañan al Sargento Pimienta. Son su metáfora satírica y sicodélica: lo que habitaba bajo el disfraz de los personajes centrales de los 60. Los niños dejaron el yeah y el amor, para tomarse la licencia con rumbos menos comerciales o predecibles. El encanto del Pimienta es lo circense: todo el álbum es una larga presentación de pistas sin sentido, sin hilo conductor (viaja el tiempo, se alejan las distancias y se amplían los espacios) el espectador encuentra sentido en la repetición de la entrada para que al final, antes del final, todo haya sido la vida en un día. Los Beatles volvieron después, con el Álbum Blanco.

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