After Office

Récords del béisbol son casi irrompibles

En ese empeño por superar a los grandes, los beisbolistas de la época moderna cayeron en el engaño para imponer marcas ridículas. Se ve muy complicado que se batan récords que impusieron grandes como Babe Ruth o Joe DiMaggio.

En los próximos seis meses, los aficionados al rey de los deportes gozarán de grandes partidos, se podrá romper alguna marca, pero más se mantendrán intactos varios récords que resultan prácticamente imbatibles. Registros que quedaron en la historia por el inigualable talento de peloteros que dejaron un legado inalcanzable para las nuevas generaciones.

La espera terminó, el playball se cantó en Australia el 22 de marzo, los Dodgers ganaron sus dos duelos a los Diamantes de Arizona y ahora abrirán la temporada en Estados Unidos el domingo 30 de marzo, visitando a los Padres de San Diego.

Una de las marcas más famosas es la racha de 56 juegos consecutivos conectando por lo menos un imparable que consiguió Joe DiMaggio en 1941.

El más cercano a igualarla fue Pete Rose, quien se quedó a 12 juegos del récord, en 1978. Lamentablemente el beisbolista de Cincinnati manchó su carrera y fue relegado de Cooperstown por el mal hábito de apostar.

El mejor lanzador de la historia se llama Denton True Young, mejor conocido como Cy (Cyclone) Young, quien dejó récords impresionantes a lo largo de 22 años. Los más notables son sus 511 victorias en su carrera y 749 juegos completos. El mayor homenaje que recibió fue el premio que se instituyó con su nombre y que premia al mejor pitcher de cada liga.

Otro abridor extraordinario fue Nolan Ryan, quien acumuló 5 mil 714 ponches y tiró siete juegos sin permitir hit ni carrera. En 1973 estableció la marca de más abanicados en una temporada con 383.

Los relevistas siempre resultan espectaculares, son muchos los que han brillado, pero un registro que tardará mucho tiempo en romperse lo estableció Erick Gagne con la cifra de 84 juegos salvados de manera consecutiva. El apagafuegos alcanzó la cifra entre el 28 de agosto de 2002 y el 3 de julio de 2004.

Peloteros históricos, miembros distinguidos del Salón de la Fama, se llevaron a la tumba marcas que perduran hasta hoy. El Bambino de Oro, Babe Ruth, ostenta tres récords que siguen vigentes: 177 carreras anotadas, 119 batazos extrabase y 457 bases alcanzadas, registros que consiguió en la temporada de 1921.

Igual de impactantes son los 54 robos de home que logró el inolvidable Ty Cobb, los 24 triunfos consecutivos de Carl Hubbel y los 2 mil 632 juegos consecutivos de Cal Ripken Jr., que terminaron por decisión del pelotero de Baltimore, quien simplemente se cansó y se sentó con los suplentes.

En ese empeño por superar a los grandes, los beisbolistas de la época moderna cayeron en el engaño para imponer marcas ridículas, que quedarán registradas con un asterisco de trampa.

A esa categoría pertenecen los 73 cuadrangulares conectados en el 2001 por Barry Bonds, el máximo jonronero de la historia con 762 batazos de vuelta entera. Lo triste es que el pelotero activo que más se acerca a esa marca es Alex Rodríguez (654 cuadrangulares), quien se perderá la temporada 2014 por reincidir en el consumo de sustancias prohibidas.

Son 108 los batazos de vuelta entera que separan a A-Rod de Bonds, pero es un mundo de distancia que lo aleja de los otros inmortales cañoneros Hank Aaron (755 HR), Babe Ruth (714) y Willy Mays (660).

Récords memorables, imbatibles, que permiten la nostalgia. Mejor suspirar por las lejanas hazañas que festejar a los tramposos.

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