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5 joyas de Quebec, el tesoro de Canadá

En Quebec, con apenas poco más de medio millón de habitantes, existen paradas obligadas que lo ayudarán a comprender su esencia. Es el pequeño rincón de Europa en Norteamérica.

Es el pequeño rincón de Europa en Norteamérica. Caminar entre las calles de este destino brinda la ilusión de estar en Londres o París. Pero cuando se voltea hacia lo más alto de los edificios, lo que
se observa es la bandera quebequés, símbolo de una ciudad que sabe maridar lo mejor de Francia e Inglaterra.

Aunque las estaciones del año son las que determinan qué tipo de actividades se realizan en Quebec, con apenas poco más de medio millón de habitantes, existen paradas obligadas que lo ayudarán a comprender su esencia.

1
LLANURAS DE ABRAHAM

Nada como iniciar la mañana en el parque más grande; es siempre un gusto para la vista. Los colores de la vegetación forman interesantes paisajes durante el verano y el otoño. Si el clima lo permite, no dude en correr un poco o andar en bicicleta. En temporada invernal puede practicar esquí de fondo. A veces se realizan conciertos al aire libre o espectáculos circenses; lo mejor es consultar previamente la cartelera cultural. Aquí –escenario de sangrientas batallas entre franceses e ingleses en 1759– se han presentado artistas como Paul McCartney y Céline Dion, quien, por cierto, es originaria de esta ciudad.

2
VIAJE EN EL TIEMPO

Su centro histórico lo trasladará al siglo XVII. El casco antiguo es un lugar considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco desde 1985. Si el frío quiere detener su recorrido, compre paletas de miel de maple, que lo mantendrán con energía. Pero si lo que busca es un tour más cultural, sumérjase en las galerías de arte, los teatros y los museos. Si tiene suerte podrá ver alguna puesta en escena del dramaturgo canadiense Wuajdi Mouawad. Y si viaja este año, vaya al Museo de la Civilización para ver Egyptian, una de las exposiciones más grandes que se han realizado sobre la cultura egipcia en el mundo.

3
LE CHÂTEAU FRONTENAC

Es el hotel más fotografiado del mundo. Y sin duda el mejor lugar para hospedarse. Construido en 1893, su arquitectura estilo château lo convierte en el edificio más icónico de la ciudad. De noche, la luz verde que emerge de su techumbre se cuela entre la niebla para formar una estampa única y maravillosa. Se ubica a las orillas del río San Lorenzo, donde podrá tomar un ferry para apreciarlo mejor. Si no piensa alojarse aquí, no se preocupe, puede ingresar de forma gratuita para admirar los aspectos generales del castillo.

4
PARQUE DE LA CHUTE-MONTMORENCY

También tiene sus maravillas naturales. De hecho, Montmorency es la cascada más alta del continente, 83 metros más que las Cataratas del Niágara. Para poder observar mejor su grandeza, visite el Parque de la Chute, una reserva natural boscosa en la que podrá caminar entre pinos y riachuelos cristalinos. En invierno, la cascada adquiere formas extrañas, entre ellas “el pan de azúcar”, un montículo de nieve siempre atractivo para las cámaras.

5
LA NOCHE NUNCA TERMINA

Incluso en la madrugada es común ver personas caminando en las calles, yendo de bar en bar. La calle Saint-Jean es una buena opción para beber, para todas las edades y gustos, y también el hogar de la comunidad gay. Visite Le Sacrilège, un bar-terraza que atrae no sólo por ser uno de los principales centros nocturnos, sino por recibir a una gran cantidad de extranjeros. Es, sin duda, el más cosmopolita de la ciudad. No se extrañe si de pronto se encuentra con algún mexicano o acaba platicando con un japonés. Hay decenas de cervezas; la pale ale de barril es una de las mejores del país. Sin embargo, la especialidad de la casa es el caribou, una bebida tradicional canadiense preparada con whisky, miel de maple y vino tinto.

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