Pierden la vida, comienza su leyenda...

El mismo día que falleció, pero 65 años antes, se convirtió en uno de los futbolistas más grandes de la historia. Al minuto 34 del segundo tiempo de la final del Mundial de Brasil 1950, el uruguayo Alcides Ghiggia anotó el gol que dio vida al llamado Maracanazo, con el que silenció a los más de 100 mil aficionados presentes en el estadio y con el que su Selección obtuvo la victoria por 2-1 sobre los anfitriones para quedarse con el campeonato. Su hijo, Arcadio, dio a conocer la noticia de su partida a causa de un paro cardiaco.

Ganó dos Mundiales con Brasil ( Suecia 1958 y Chile 1962), dos Copa Libertadores y dos Copa Intercontinental con el Santos, único club en su carrera, en el que además trabajó con las categorías inferiores, en las que descubrió a Robinho y Neymar.

En el 2000 fue nombrado el Mejor jugador de la República Checa del siglo XX. Disputó y anotó un gol en la final del Mundial de Chile 1962, la cual perdió 3-1 ante Brasil. Sin embargo, ese mismo año ganó el Balón de Oro, superando al portugués Eusebio.

Miembro del Salón de la Fama de la NFL desde 1977, el jugador de los Gigantes de Nueva York entre 1952 y 1964 brilló tanto a la defensiva como a la ofensiva. Aunque murió de causas naturales, su familia anunció después que sufría daños cerebrales.

Perdió el control del automóvil en la vuelta 46 del GP de Japón de 2014 y chocó de frente con una grúa que retiraba otro monoplaza. Nunca más volvió a despertar. El deceso del francés se dio 285 días después de haber sufrido el accidente.

El más ganador de las Grandes Ligas (10 Series Mundiales) como catcher de los Yanquis de Nueva York, también se hizo famoso por sus frases como: “Usualmente duermo una siesta de dos horas. De 1 a 4”. Partió de este mundo por causas naturales.

Tres veces elegido como Mejor jugador de la temporada , un título con los 76ers de Filadelfia y el récord de más rebotes ofensivos en la historia de la NBA son algunos de los logros que avalan su grandeza. Partió por un ataque al corazón mientras dormía.

Subió al ring por última ocasión en Tijuana. A pesar de sus casi 20 años de experiencia en la lucha libre, Pedro Aguayo Ramírez se golpeó la cabeza al caer del cuadrilátero, lo que le ocasionó una lesión cervical, pero tuvo la fuerza para regresar y morir sobre éste. Su cuerpo fue velado y cremado ante la presencia de amigos y familiares en Guadajalara.

En la cancha de rugby pocos tuvieron la fortaleza y la suerte para detenerlo; fuera de ella, una enfermedad lo alejó del deporte. El integrante de los All Blacks es considerado como uno de los principales referentes de la Selección de Nueva Zelanda.

Promedió 325 partidos por año durante su mejor época con los Harlem Globetrotters, pero nunca perdió su sonrisa. Pudo haber jugado profesionalmente, pero prefirió divertir al público, por lo que fue llamado el Príncipe payaso del basquetbol.