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Nicolás Echevarría proyecta a coras y huicholes en Ambulante

El cineasta mexicano tiene un particular interés en la religiosidad indígena. Entre sus producciones más conocidas está "Hikure-Tame. La peregrinación del peyote entre los huicholes (1975)" y "Judea: Semana Santa entre los coras (1974)", joya documental que se proyectará esta semana en el festival Ambulante.

Nicolás Echevarría viajó por primera vez a la zona sagrada de Wirikuta cuando tenía 26 años. Caminó en silencio durante más de 15 días por la sierra en una meditación profunda que culminaría con el ritual sagrado del hikuri, peyote.

El cineasta nació en Tepic, por eso tiene una profunda conexión con la cosmogonía huichol y cora de la Sierra Madre Occidental, de las que ha realizado registros documentales únicos.

De niño observaba en las plazas a los wixáritari, los hijos del sol, y a los cora, descendientes de Tetewan, la diosa luna. Recuerda que en la década de los 70 era imposible llegar a esas laderas de las sierras de Jalisco y Nayarit. Era una odisea hacer la ruta del peyote para llegar a Wirikuta, en el desierto de San Luis Potosí. La ruta agota más de 600 kilómetros.

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Santos de la Torre

Una de las cientos de personas que observan diariamente el mural con la cosmogonía huichola se interesó por su creador. El productor Michael Fitzgerald buscó a Echevarría para hacer un documental sobre Motoapohua, el nombre huichol del artista Santos de la Torre, que significa Eco de la montaña.

"Es una meditación ambulante. Días completos de caminar en silencio y esto ayuda a destilar la mente y acercarse a la divinidad", explica el documentalista. "Se realizan varios rituales que incluyen una cacería de venado (el animal sagrado), confesiones y ayunos, todo eso contribuye a que estés preparado para ingerir grandes cantidades de peyote y tener un buen viaje".

La ruta de la planta sagrada es guiada por el mara'akame, el chamán que está en contacto con Tatewari (Abuelo fuego), quien lo guiará hacia el Venado Azul y su corazón, el hikuri. Sólo los que se purifiquen podrán encontrar peyote y contactar con los dioses y los antepasados. Echevarría ha realizado la ruta en tres ocasiones, una de ellas para filmar su tercer documental, Hikure-Tame. La peregrinación del peyote entre los huicholes (1977).

"Cada viaje es diferente, es muy difícil hacer una descripción, es algo muy subjetivo, del alma, pero a la vez existe un espíritu de comunidad entre la gente que realiza la peregrinación", dice el director de la película Cabeza de Vaca. "El camino es una especie de filtro, de purificación para encontrarse a uno mismo. Los que participan en este viaje iniciático también tienen la función de recolectar peyote y llevarlo a la comunidad".

Capturar la noche
Los coras son más herméticos, existen comunidades donde no dejan que extraños testifiquen este festejo. Echevarría fue de los primeros en filmarla. El resultado fue Judea: Semana Santa entre los coras (1974), joya documental que se proyectará esta semana en el festival Ambulante.

"Me interesó esta celebración de la que tenía referencias por artículos escasos; es espectacular cómo los indígenas hacen una recreación de la batalla entre el bien y el mal encarnado en la Pasión de Cristo".

En esta celebración sincrética un grupo de hombres se "borra" y se pinta de blanco. Estos demonios nocturnos persiguen a un niño por el pueblo, el infante representa al sol, a Jesús. Este hombre siempre se ha sentido atraído por los rituales indígenas que involucran alucinógenos. A finales de los 70 fue a Huautla de Jiménez, Oaxaca, para ver a la mítica chamana María Sabina, fallecida en 1985, y filmar el documental más importante que se haya realizado sobre ella y sus niños santos, María Sabina: mujer espíritu (1979). Es el único cineasta que logró captarla con su lente.

"Me involucré en la dinámica de la velada y filmé una sesión nocturna con fines curativos en donde se consumen los hongos en grupos, todo está en el filme. Fue una experiencia fascinante", recuerda Echevarría.

Reencuentro con el peyote
En el desierto hay un dicho que dice que el peyote es el que te encuentra. Tres décadas después de realizar Hikure-Tame, el Venado Azul se le volvió a aparecer y le encomendó Eco de la montaña (2013).
La historia se remonta a 1997, cuando el gobierno del presidente Ernesto Zedillo le regaló a Francia un mural huichol de tres metros de alto y elaborado con dos millones de chaquiras. Este trabajo es expuesto en la estación del metro Palais Royal-Musée du Louvre, de París. Fue inaugurado por Zedillo y su homólogo Jacques Chirac. El artista huichol Santos de la Torre no fue invitado a la ceremonia, sólo le pagaron una parte y regresó a su casa en la sierra de Jalisco.

Una de las cientos de personas que observan diariamente el mural con la cosmogonía huichola se interesó por su creador. El productor Michael Fitzgerald buscó a Echevarría para hacer un documental sobre Motoapohua, el nombre huichol del artista, que significa Eco de la montaña.

"En 2001 me lancé a la Sierra y lo conocí. Llegar a su casa es un problema, hay que caminar muchas horas. Fue un experimento difícil, Santos no es muy articulado en español, hizo un esfuerzo enorme por tratar de explicar cosas de su cultura que muchos no sabíamos", explica Echevarría sobre la obra cinematográfica premiada en Chicago y Perú.

"Es un hombre muy sabio, muy carismático. Él cuenta la historia, no hay etnólogo o especialista; él lleva la película y va contando cómo nacen el sol, el fuego y el hombre, a través de un mural".

Santos de la Torre asistió a Berlín la semana pasada para la proyección del documental. La Berlinale no sólo lo invitó, también le pagó el viaje.

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