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¿Los productos orgánicos pueden conspirar contra la salud?

Estudios han demostrado que los consumidores de productos orgánicos presentan en su organismo cantidades de plaguicidas, de los que supuestamente se salvan al comprar este tipo de artículos.  

Independientemente de si usted es un padre, un ecologista, o simplemente un simple comprador, es probable que se haya hecho en el supermercado la pregunta "¿debo comprar productos orgánicos?"

Todo el mundo ha oído hablar de los siniestros productos químicos utilizados por los agronegocios para mantener sus manzanas sin gusanos: es lo que genera el miedo y lo que hace lucrativos a los productos orgánicos.

A cambio de más dinero, se les dice a los consumidores que pueden tener tranquilidad respecto de los pesticidas. El pasado miércoles, el Environmental Working Group (Grupo de Trabajo Ambiental, que se define a sí mismo como una organización no partidista destinada a proteger la salud humana y el medio ambiente) publicó su ranking anual de los mejores ("Los quince limpios") y los peores ("La docena sucia") en cuanto a contenido de plaguicidas.

La lista está concebida como una herramienta para el consumidor: si su fruta favorita está entre la docena sucia, nos dicen, sería más seguro comprar productos orgánicos.

Las fresas y la espinaca ocupan los dos primeros puestos de la Docena Sucia de este año: más del 98 por ciento de las muestras resultaron positivas en cuanto a residuos de plaguicidas. Una muestra de fresas, según el informe, venía con 20 plaguicidas diferentes, mientras que las espinacas tenían en promedio el doble de residuos de plaguicidas por peso que cualquiera de los otros cultivos revisados.

Cuando se compran productos convencionales, dice la guía, trate de quedarse con los Quince Limpios: estas frutas y verduras, entre las que figuran el maíz dulce, los mangos, las berenjenas y el repollo, tenían el menor número de plaguicidas presentes, y en las concentraciones más bajas.

La guía también ayuda a los compradores a sentirse como si estuvieran ahorrando dinero de manera segura: no hace falta, por ejemplo, pagar más por los ya caros aguacates, porque sólo el 1 por ciento tenía plaguicidas detectables.

Pero expertos en plaguicidas y toxicología dicen que esta lista anual, vista como útil para la venta de productos orgánicos, simplifica excesivamente una cuestión complicada. Sólo porque los pesticidas están en una manzana no significa que la manzana sea peligrosa.

Mientras tanto, dicen los críticos, la encuesta de EWG enturbia lo que es un mensaje mucho más importante para los consumidores estadounidenses: coma más frutas y verduras. Punto.

De hecho, el marketing orgánico que hace hincapié en la amenaza percibida de residuos de plaguicidas podría disuadir totalmente a algunos consumidores de comprar frutas. Y eso realmente no es saludable.

"Es la dosis lo que hace un veneno"

Uno de los críticos de la lista es Carl Winter, director del Programa de Alimentos Saludables de la Universidad de California en Davis. En 2011, publicó un estudio en coautoría según el cual el nivel de plaguicidas al que los consumidores se exponían a través de la Docena Sucia era insignificante.

Lo que es más, encontraron que los productos orgánicos tenían algunos residuos de pesticidas, también. Y finalmente, informaron, la metodología de EWG "no parece seguir ningún procedimiento científico establecido".

Tómese el caso del pimiento. Según el informe de EWG de 2010, tenía altos niveles del insecticida metamidofos, de la familia de los organofosforados. Los organofosforados pueden ser muy peligrosos, y hasta un envenenamiento leve puede causar vómitos y opresión en el pecho.

Pero Winter encontró que la dosis de referencia (RfD), o el nivel más alto aceptable de una toxina que se puede consumir por vía oral, según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, era casi 50 veces mayor que la que se encontró en esos pimentones.

Sonya Lunder, analista senior de EWG, reconoció el informe de Winter, pero aconsejó "estar alertas dado que los reiterados intentos de la EPA de revocar las tolerancias -específicamente para los insecticidas neurotóxicos- son una señal de que algunos plaguicidas suponen un riesgo para la seguridad alimentaria".

Otros estudios abonan al EWG, hasta cierto punto. En 2011, tres informes mostraron que la exposición prenatal a organofosforados tenía un impacto mensurable en el desarrollo neurológico del niño, incluida la reducción de su coeficiente intelectual en un promedio de hasta siete puntos.

Los estudios independientes comenzaron durante el embarazo y siguieron a los niños hasta los siete años de edad, en vecindarios de bajos ingresos de la ciudad de Nueva York, a donde la exposición provenía del uso de pesticidas en el hogar, y en el valle de Salinas, California, principal región de cultivo de vegetales en Estados Unidos.

Los estudios mostraron que la exposición prenatal a los organofosforados (en oposición al consumo de alimentos contaminados por ellos) es probable que tenga efectos perjudiciales a largo plazo en los niños.

En 2015, otro estudio comparó los subproductos de organofosforados en la orina de los consumidores de productos convencionales con los de la orina de los consumidores orgánicos. No es sorprendente que los seguidores de lo orgánico mostraran niveles más bajos. Pero, dice Cynthia Curl, profesora asistente en la Universidad Estatal de Boise y autora principal del estudio, no hay pruebas firmes de que los consumidores orgánicos fueran más saludables al final.

"Una dieta orgánica reduce o elimina drásticamente e inmediatamente la exposición a organofosforados", dijo Curl. "¿Eso es suficiente para llevar a una diferencia mensurable de salud? Eso es lo que no sabemos". En otras palabras, trabajar en un campo o vivir en un hogar donde los pesticidas son rociados no es lo mismo que comer una fruta o verdura con apenas un poco de residuos, que incluso se reduce después del lavado, cocción o ambos.Winter señala al viejo adagio de la toxicología: "Es la dosis que hace el veneno".

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