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Las libretas Moleskine en tiempos del iPad

Pese a vivir en una década dominada por los dispositivos móviles inteligentes, las libretas de bolsillo Moleskine no han pasado de moda: desde 2006, la firma ha registrado ganancias anuales que superan los 70 millones de euros.

Las libretas de bolsillo negras se pusieron en boga entre los intelectuales radicados en París a finales del XIX y principios del XX.

Se dice que Ernest Hemingway, Picasso y Matisse siempre cargaban una para plasmar sus ideas, pero quien realmente las glorificó fue el escritor y viajero británico Bruce Chatwin. Cada vez que llegaba a París se dirigía a una tienda en la calle l'Ancienne Comédie para abastecerse de libretas.

Días antes de partir a Australia, viaje sobre el que escribió en "The Songlines", publicada en 1987, el dueño le informó que el fabricante había muerto y que ya no existirían. La tristeza lo llevó a narrar esta historia en su libro y habló sobre la muerte de su libreta, apodada Moleskine. La nostalgia llegó con la escasez, hasta que un día Maria Sebregondi, una mujer que las recordaba durante su estancia en París, le propuso a una pequeña editorial de Milán, Modo&Modo, volver a fabricarlas. Así surgió en 1997 la marca con una producción de 5 mil piezas. Chatwin falleció en 1989.

Esta pequeña empresa fue adquirida por Société Générale Capital en 2006 por 60 millones de euros. La bautizaron como Moleskine en honor a Chatwin y convirtió las libretas en un objeto de culto con ventas de 15 millones de unidades al año en 90 países. Nada mal en un mundo seducido por las tabletas.


Un lugar para paisajes personales


"Mi primera Moleskine me la regaló un lector en un viaje a Europa, me gustó porque tenía una liga y la podía tener cerrada; también pegar memorabilia. Desde entonces voy guardando retazos de relatos e historias. Tiene formatos y tamaños que se adecúan al instante personal de lo que podría llamarse creación", dice el escritor Jorge F. Hernández, para quien la libreta es algo más que un cuaderno de notas: algo parecido a dejar plasmada su alma.

Principalmente utiliza las de diseño plano y rayadas, pero también ha utilizado la de pentagrama para dibujar albañiles conversando entre ellos, y una con un diseño japonés, que se ha convertido en su nueva obsesión.

Abrir una de las libretas de Hernández es adentrarse en su obra, su psique, conocer sus sentimientos y estados de ánimo.

"Uno se proyecta muchísimo en la libreta, me he vengado de gente, en casi todos mis textos hay algo mío. Tú escribes para poder enamorar a quien no podrías enamorar, y matar a quien no te atreverías a matar, si alguien me roba, yo no lo voy a robar, pero sí voy a escribir. El personaje, cuando lo estoy dibujando, tiene que tener algo de mí".

Un día en Washington, Hernández olvidó una de sus Moleskine en una librería. En la noche, recibió el correo electrónico de un "arcángel" que se la regres, claro a cambio de un dibujo.


Moleskine en los tiempos del Ipad


En esta década gobernada por el iPad, el año pasado se vendieron 71.1 millones de unidades. Moleskine se ha adaptado a los cambios.

Desde 2006, empezó a tener un incremento en ventas de alrededor de 25% anuales y ganancias que superan los 70 millones de euros. Su estrategia de mercadotecnia incluye una serie de alianzas con otras marcas para generar nuevas colecciones y productos, actualmente hay más de 700, entre bolsas, lápices, lentes y una colección de organizadores llamada Passion Journals, para que los amantes del cine, la música, la moda, el chocolate, el vino y la cerveza puedan escribir desde recetas, letras de canciones o críticas de películas.La marca ha lanzado una app exitosa: Evernote, que sobrepasa las 10 millones de descargas.

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