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Las dos caras de la comunidad judía

Estos escritores representan dos facetas del pueblo israelí en el mundo: Nir Baram ejerce una fuerte crítica al victimismo de su pueblo; Fania Oz-Salzberger hilvana el relato de la cultura hebrea.

La literatura israelí está íntimamente relacionada con la historia del pueblo hebreo, el judaísmo, las persecuciones, el Holocausto,
el conflicto con Palestina... ¿Cuáles son sus convicciones estéticas en medio de estos estereotipos?

—Uno de los problemas a los que nos enfrentamos los escritores israelíes es que estamos sometidos a una serie de estigmas y arquetipos muy específicos. El mayor de ellos es que la gente espere que hablemos todo el tiempo sobre la conflictiva historia de Israel o sobre sus tragedias y grandes logros. Es un conflicto muy particular que no padecen los autores de América Latina o Europa. Siempre he pensado que la escritura está ligada a la imaginación y a la libertad. Esa es la literatura en la que creo y la que he practicado siempre. La literatura israelí siempre ha estado muy restringida en cuestión temática. Eso no quiere decir que Israel no sea importante para mí. El problema, insisto, son las expectativas que tiene el mundo sobre nosotros, a quienes nos ven desde una perspectiva exótica: Tel Aviv, el desierto, la religión, la guerra, Palestina... Quiero liberarme de esos lugares comunes. Siempre he pensado que la novela es una criatura en movimiento. No me agradan los autores que no cambian de estilo o que sólo escriben sobre la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto o el tema religioso. Lo loable es tratar estas cuestiones a través de la complejidad de un personaje. El objetivo de los escritores debería ser observar el mundo a través de sus personajes; ellos son nuestros testigos. Mis novelas las escribo, primero, en mi cabeza. No es tan relevante el acto de la escritura, sino las historias que se entrelazan en la mente. Es ahí donde toman forma. Soy un escritor muy espontáneo.

—¿Considera que la comunidad judía se ha establecido en una cultura de la victimización?

La victimización te la inyectan desde que eres niño. Son imposiciones culturales. El Holocausto sigue siendo, evidentemente, un gran tema en la formación de los israelíes. No es un sentimiento sano, creo que no es algo con lo que debemos crecer. Esta difusión del miedo o de la paranoia ha sido aprovechada muy bien por los políticos
en Israel.


—Los judíos, dice Amos Oz, conforman una comunidad acostumbrada al diálogo, las palabras y el debate. Sin embargo, en la realidad también vemos a una comunidad dividida, con problemas como el racismo o el fanatismo. ¿Cuáles son los grandes problemas a los que se enfrentan hoy?

—El principal problema es la percepción que tenemos sobre nosotros mismos. Siempre adoptamos una actitud sospechosa hacia otros pueblos, siempre con esta idea de la persecución y la victimización. La sociedad tiende a vernos siempre en confrontación con los otros. Esa no es una buena manera de educar a los niños.

—¿Qué tan importante es el judaísmo en su vida?

—Para mí no tiene la menor importancia.

—El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha mostrado su apoyo a Donald Trump en varias ocasiones. Incluso hizo comentarios a favor del muro entre México y Estados Unidos. ¿Qué postura debe asumir la comunidad israelí frente a un político xenófobo como el magnate republicano?

Desde la Segunda Guerra Mundial, el mundo occidental nunca había conocido a un líder tan incompetente como Donald Trump. Lo que él pone en duda a nivel mundial es la cultura democrática. Si Trump está en la Casa Blanca, el mensaje es el siguiente: cualquier imbécil puede ser presidente. Eso nos tiene que llevar a reflexionar sobre la verdadera función de la democracia. Hablar sobre que él es infructuoso y ridículo. Debemos dar un paso más y entender a Trump como síntoma. Netanyahu es más sofisticado, inteligente y educado, pero al final tampoco tiene una idea clara sobre el futuro de la nación que gobierna. Ambos son políticos basados en el odio. Saben que sólo así, a través del miedo y el encono social, lograrán sus objetivos.

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 Fania Oz-Salzberger, ensayista israelí.

Feria Internacional del Libro Judío
¿Dónde?
Centro Cultural Bella Época, Tamaulipas 202, Hipódromo Condesa.

¿Cuándo?
Hasta el 20 de agosto.

Entrada libre

Programación: https://www.facebook.com/FILJUmx/

La literatura israelí está íntimamente relacionada con la historia del pueblo hebreo, el judaísmo, las persecuciones, el Holocausto, el conflicto con Palestina... ¿Cuáles son sus convicciones estéticas en medio de estos estereotipos?

Primero que nada me considero una historiadora de ideas. He escrito libros sobre la historia europea, pero mi convicción principal es retratar el intercambio cultural entre los diferentes pueblos del mundo. Me interesa escribir sobre Israel porque siempre he creído que es una forma de transportar ideas a través del lenguaje. Sin embargo, a veces es muy saludable escribir sobre asuntos judíos sin tener que lidiar con la identidad judía. En el libro Los judíos y las palabras (Siruela) mi padre (Amos Oz) y yo intentamos mostrar cómo se puede seguir siendo judío a pesar de haber perdido la fe en Dios desde hace tres generaciones, para convertirnos en una cultura mucho más globalizada.

Actualmente hay escritores israelíes que pertenecen a esta comunidad más cosmopolita y que escriben sobre temas que no necesariamente deben estar relacionados con la historia del pueblo. Conozco y me encanta el trabajo de Nir Baram; siempre será refrescante contar con autores así, que se comprometan con temas universales y humanísticos. Al final eso es lo que hacen los buenos judíos, que ha habido muchos, como Abraham, Isaías, Jesucristo o Hannah Arendt. Baram expresa su judaísmo al hablar sobre la humanidad desde un punto de vista universal. Yo nunca podría escribir un libro que fuera solamente para o sobre los judíos, pero sí creo que hoy día nuestra tradición tiene muy buenas sugerencias para los jóvenes del siglo XXI.

—¿Considera que la comunidad judía se ha establecido en una cultura de la victimización?

Sí hemos sido víctimas, pero hay matices. Yo crecí entre un socialismo humanista ortodoxo, y lo primero que me enseñaron es que somos dueños de nuestro propio destino. Los judíos debemos adaptarnos a estándares modernos; creo que lo hemos hecho bien. No podemos seguir culpando a los nazis o a los árabes por nuestros problemas.

—Los judíos, dice Amos Oz, conforman una comunidad acostumbrada al diálogo, las palabras y el debate. Sin embargo, en la realidad también vemos a una comunidad dividida, con problemas como el racismo o el fanatismo. ¿Cuáles son los grandes problemas a los que se enfrentan hoy?

Tenemos una gran cantidad de desafíos, tantos como la sociedad mexicana. El primero de ellos, no tengo la menor duda, se resume en la siguiente pregunta: ¿cómo lograr la paz con los palestinos? El Medio Oriente se está desmoronando entre fuego y sangre. El otro gran problema es: ¿cómo combatimos la división que existe entre la misma sociedad judía? Si somos un pueblo hecho de palabras,¿qué debates debemos generar para conseguir la conciliación? Hay que discutir a fondo la secularidad y el nacionalismo.

—¿Qué tan importante es el judaísmo en su vida?

Me agrada la idea de conservar las tradiciones judías, pero no desde un ángulo religioso. Lo que Dios quiere es que nosotros creamos en nosotros mismos, no en él. Su verdadera intención es que los seres humanos sigamos siendo creadores. La gran enseñanza de Dios es el amor a nosotros mismos y a los demás.

—El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha mostrado su apoyo a Donald Trump en varias ocasiones. Incluso hizo comentarios a favor del muro entre México y Estados Unidos. ¿Qué postura debe asumir la comunidad israelí frente a un político xenófobo como el magnate republicano?

Trump es mucho peor que Netanyahu. Naturalmente el antisemitismo sigue existiendo. Es uno de los tantos problemas con los que la humanidad debe lidiar. Pero esto no quiere decir que Israel deba convertirse en una fortaleza. El peor error es el nacionalismo. Me encanta la idea de que los judíos sean ciudadanos del mundo. Mi compromiso como como judía y como madre es la transmisión de ideas a través de las palabras. Tengo dos hijos que están haciendo voluntariamente su servicio militar en Israel. Lo hacen de manera humanitaria, no como generadores de rencor.

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