After Office

La obsesión textual de Armando Alanís

Con "Balacera" (Tusquets), el poeta Armando Alanís Pulido busca detonar, contra el fuego, la reflexión. "Nos hace mucha falta leer poesía. El verso nos provoca como seres humanos. Nos vuelve críticos y preguntones. Nos convierte en seres más políticos", dice.

Escribió Balacera (Tusquets) mientras escuchaba ráfagas de ametralladora afuera de su casa, en Monterrey. Eran los narcos. O quizás la policía. O el ejército. No lo sabe. En esta guerra contra el crimen organizado, dice Armando Alanís Pulido, lo que más ha calado es la herida espiritual. Los muertos. Los desaparecidos. La inercia a la tragedia. Imposible cerrar los ojos ante tanta atrocidad. Tenía que contarlo. O mejor dicho: cantarlo. Porque es poeta. Pero no cualquiera. Sino uno que escribe en las calles. El bardo de las bardas, le dicen. La suya, afirma el escritor Élmer Mendoza, es una redada a favor de la palabra.

Alanís Pulido toma la llamada desde un hotel de la ciudad de Aguascalientes. Son las 11 de la noche. La publicación de su nuevo libro lo tiene contento. Y no es para menos: es el primer texto de poesía por el que apuesta la editorial.

En Balacera, dice el autor, el lector se encontrará con una reflexión sobre los tiempos violentos que vive el país desde hace al menos una década. Sin embargo, asegura, también es una invitación a la regeneración moral y a la salvación mediante la palabra. Porque, como decía Bertolt Brecht, también se vale cantar acerca de los tiempos oscuros.

"Siempre he escrito sobre la ciudad; Monterrey es mi musa. Vi cosas horribles que ahora me siento obligado a contar. Fui parte del miedo colectivo y estoy convencido de que el poeta tiene una responsabilidad social en todo esto", comenta el fundador de Acción Poética, movimiento que, desde 1996, ha llevado el verso a las calles en más de una decena de países, como Estados Unidos, Canadá, Argentina, Venezuela, España, Italia o Angola.

A sus 47 años, Alanís es un hombre dedicado a la enseñanza y a la escritura. Es profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Literatura, Comercio Internacional o Redacción: la asignatura es lo de menos. A él le gusta transmitir sus conocimientos. Compartir la palabra. Pero sobre todo, dice, "la palabra justa", la misma de la que habla Juan Bañuelos, uno de sus poetas favoritos.

"Nos hace mucha falta leer poesía. El verso nos provoca como seres humanos. Nos vuelve críticos y preguntones. Nos convierte en seres más políticos. Pero sobre todo nos extrae de nuestra zona de confort. Un país que lee más se conoce más a sí mismo", sostiene.

Sin embargo, afirma, los lectores no surgen por decreto constitucional: "antes yo solía culpar a la SEP, pero ya no. Aquí también hay mucha culpa de los mismos artistas, quienes muchas veces no se interesan ni en sí mismos. No asumen un compromiso social".

Para él, México se ha convertido en una nación de armas largas y almas cortas. Porque no se trata sólo de las personas involucradas con el narcotráfico, sino de una sociedad entera que se ha desensibilizado frente al horror, y más aún, que en muchas ocasiones enarbola la narcocultura.

"A veces volteo a ver a la sociedad y me da miedo de que la reflexión sobre la violencia se esté yendo por un camino equivocado", apunta. "Espero que todo esto sea sólo un asunto generacional, y que nuestros hijos y nietos construyan una nueva verdad. El dinero fácil fue lo que detonó la violencia. Y el dinero, por mucho o poco que éste sea, nunca debe ser fácil ni rápido", destaca.

UN LIBRO POCO COMÚN 
"Detone estos textos y aténgase a las consecuencias", previene el autor desde las primeras páginas. Entonces comienza la lectura: los zetas, los levantones, la banda, la coca, los cuernos de chivo, las fosas, el Casino Royale, las víctimas (colaterales), el ejército, Kate del Castillo... El argot de la violencia se ha vuelto infinito, dice.

"La banda es una expresión de la narcocultura, aunque algunas canciones son apología del crimen y otras no. La verdad es que hasta me da miedo opinar de eso. Todo comenzó en los pueblos más norteños, pero al final la acabó escuchando todo el mundo. Y creo que esto se relaciona un poco con la manera en la que actuamos los mexicanos: escuchamos las cosas sin escucharlas, vemos los hechos sin verlos y opinamos sin opinar", afirma.

Alanís Pulido mantiene su convicción de ganar espacios para la poesía, ya sea a través de las bardas, las aulas o el papel. Ahora planea rendirle un homenaje a Octavio Paz dentro del marco de Acción Poética. Se llama 100 años, 100 versos, 100 ciudades. "Ya voy en la ciudad 56, pero se me acabó la lana; pero bueno, ahí andamos buscando financiamiento".

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