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La madre mexicana y su bondadosa agresión

Detrás de la figura bondadosa y protectora de la progenitora en nuestra país, se esconde un halo violento y agresivo. Eso y mucho más escribe Patricia Laurent en "La Giganta", su nueva novela. 

Desde la primera página se sabe que una mamá quiere matar a sus diez hijos. ¿Los ahogará en una tina? ¿Los envenenará con arsénico? La escritora Patricia Laurent Kullick desarrolla esta historia en La Giganta (Tusquets), una novela que hurga en la compleja figura de la madre mexicana.

"Siempre se le ha colocado bajo el estereotipo de una mujer sumisa, pero la realidad es que en ella hay mucha agresividad. Dicen por ahí que el primer tatuaje que se hace el mexicano es el chanclazo de la mamá", comenta la autora.

La madre negra –afirma Laurent– viene de una tradición mucho más violenta; es famosa por ser golpeadora. Pero la mexicana no. Ella sólo golpea cuando es necesario. Asume el papel del padre y, en los últimos años, se ha convertido también en la proveedora.

"Está constantemente expuesta a sufrir grietas emocionales. Educar, proveer y proteger no es sencillo. Tantas responsabilidades llevan siempre a una crisis que luego deriva en violencia física o verbal", señala la autora.

La Giganta, la protagonista de la novela, es una mujer que vive pese a sus desequilibrios emocionales. Su esposo francés la ayuda poco. Debe vender cosméticos para mantener una decena de niños. Piensa en el suicidio. O en el asesinato de sus propios hijos. La decisión es complicada.

La escritora originaria de Tampico sostiene que México es un país matriarca que finge un patriarcado. Dice que en el norte del país hay una gran cantidad de feminicidios porque allá las mujeres son menos sumisas. "Los hombres no pueden tolerar esa actitud y optan por ahorcarlas en el llano", asegura.

Laurent afirma que su sexto libro tiene pinceladas autobiográficas. Creció en una familia de 15 hermanos agobiada por los problemas económicos, como muchas otras. Vivió de joven en una colonia pobre de Monterrey. Mucho de lo que escribió en La Giganta le sucedió, aunque admite que en algunas partes tuvo que alterar la realidad.
En su familia –dice la autora– hay un mito: su abuelo era nazi. Algún día espera poder esclarecer esa leyenda, porque, asegura, los secretos siempre ahogan a las familias.

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