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La diseñadora Alejandra Quesada se fortalece en el mundo de la moda

Alejandra Quesada siempre vive en un mundo de fantasía. Sus prendas, dice en entrevista, son producto de esa otra realidad. A sus 32 años lucha por incursionar en el difícil ambiente de la moda. “Qué difícil, no sé en qué momento me metí en esto”.

Alejandra Quesada vive en un mundo de fantasía y explora su niña interior en sus diseños, pero en el viaje que emprende para materializarlos en prendas, tiene que transitar por la realidad de la moda en México, donde no es tan fácil empezar.

A sus 32 años, ya tiene ocho con su marca de ropa, es la primera mexicana en ingresar a Grupo Axo -especialistas en comercializar marcas de lujo-, ha trabajado para importantes marcas y sus diseños se venden en Japón, Dubai, Hong Kong, entre otros países.

"Qué difícil, no sé en qué momento me metí en esto", bromea Alejandra mientras se recarga en una mesa de madera, entre telas, patrones y bocetos, colores, reglas y tijeras.

Sencilla en su forma de vestir, no le da pena decir que el vestido que lleva puesto lo compró en Zara: "lo vi y me gustó".

"La ropa es otra manera de disfrutar la vida, como cocinar. Lo raro es que ya casi no compro, satisfago esa necesidad diseñando, me encanta".

Alejandra Quesada empezó en el universo competitivo de importantes marcas de lujo. Fue elegida por Isabel Marant para hacer prácticas en su taller en París y luego trabajó en los de Alexander McQueen (quien se quitó la vida en 2010) y Tata-Naka.

"En México no existe una marca como ninguna de las tres. Alexander McQueen fue una inspiración. Él iba muy poco, no tuve una relación con él como la tuve con Isabel o con Tata-Naka", señala.

"Isabel es muy easy going, es como pacheca buena onda, y Alexander era muy celebrity, llegaba y todo el mundo se callaba, era muy intimidante. Yo creo que estaba mal, no se veía muy bien, él llegaba y dirigía".

Cuando Alejandra Quesada regresó a México innovó en el estampado digital, técnica que aprendió con McQueen, y fue de las primeras en asistir a ferias internacionales con sus prototipos, así ingresó al mercado japonés, donde encantan sus diseños de fantasía.

"¿Cómo vivo de la moda?, yo no vivo", ríe. "Con muchísimo esfuerzo, mi primera colección la hice con dinero que me prestaron y la vendí en el extranjero. Es difícil empezar aquí; sí hay industria, pero para marcas muy grandes. Ahora Axo me está ayudando a poder dar ese brinco".
Cualquier falla en el proceso de producción puede condenar una colección al olvido o a quedarse fuera de las tiendas, como la que dedicó a Pedro Friedeberg, la cual, a pesar del reconocimiento, no lució tanto en los escaparates.

"Me identifico mucho con él, siento que tenemos cosas en común. La primera vez que vi su obra en Bellas Artes me movió mucho, y cuando conocí a Guadalupe Loaeza y vi que Pedro le había hecho la portada de Las niñas bien, le pedí que me lo presentara" recuerda. "Un día fuimos a su casa y me impresionó que supiera mucho de moda, le dije que hiciéramos algo como Yves Saint Laurent y Mondrian, y aunque al principio siento que me dio el avión, cuando vio los diseños le encantaron".

Por la poca producción, estos diseños ya no se pueden conseguir, sin embargo, el próximo año que Alejandra, con el apoyo de Axo, abra su primera boutique, es probable que lance una edición especial.

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MUNDOS DE FANTASÍA

Las creaciones de Alejandra Quesada mantienen su ADN: la fantasía y la niña interior, por eso no es raro que sus compradoras sean mujeres a quienes les gusta la ciencia ficción e imaginan poder teletransportarse al espacio.

"Mis colecciones están inspiradas en historias que me cuentan, en alguna película o un libro. La que estoy haciendo está creada a partir de una frase. Una amiga me contó que un día estaba triste y una japonesa le dijo: 'vete a ver mapaches' -frase común en Japón-, ella se fue a la playa y que se le aparece un mapache, estuvo súper fuerte", comparte.

A partir de ese relato, hizo una investigación sobre los significados del mapache para su próxima colección Primavera/Verano 2015.

"Desde niña he vivido en un mundo de fantasía; en ese sentido he sido muy cursi, me gusta creer en un mundo más allá, mágico", concluye.

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