La dimensión del sonido como materia expresiva

¡Defenderé el peso como un perro!... Ni los veo, ni los oigo... ¿Y yo por qué?... Estas frases, que se han incrustado en letras de oro en la memoria colectiva de México, resuenan en la Sala 9 del Museo Universitario de Arte Contemporáneo a través de dos bocinas que cuelgan como péndulos; una metáfora del ir y venir de la palabra de los presidentes mexicanos, desde Gustavo Díaz Ordaz (1964) hasta Felipe Calderón (2012).

Vaivén, de Rogelio Sosa, es una instalación integrada por grabaciones de una librería de mil frases de mandatarios que, al igual que la pieza, han quedado suspendidas en el aire. La obra dialoga con Un balance, también de Rogelio Sosa, un móvil de seis bocinas que busca generar una reflexión en torno a la idea del equilibrio en medio de la violencia.

"Se trata de un paisaje sonoro realizado con grabaciones de hechos violentos que sucedieron en El Paso y Ciudad Juárez. La experiencia resulta un tanto ambigua, porque el espectador no acaba de entender qué es lo que está escuchando, pero después se develan balazos, sirenas y rechinidos de llantas que dan claves sobre lo que sucede. Es bastante desolador. Al estar también suspendida, busco que haya una sensación de que todo eso se viene encima", detalla el artista.

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Ambas piezas forman parte de la muestra Reverberaciones: arte y sonido en las colecciones del MUAC, que abre el sábado próximo en el recinto universitario. La exposición propone una lectura de los acervos artístico y documental, así como de las colecciones asociadas del MUAC, y está articulada a partir del sonido como herramienta plástica, explican los curadores Pilar García y Marco Morales.

Reverberaciones incluye piezas de arte contemporáneo mexicano a partir de los años 60, década a la que pertenece el mural Canto al océano, de Manuel Felguérez, el cual estuvo en el balneario deportivo Bahía -que se ubicó en el kilómetro 58 de la carretera México-Puebla-, propiedad de la familia de Gelsen Gas (1933-2015). Hace dos años, tras la muerte del artista, la pieza integrada por 28 mil conchas de ostión, 2 mil conchas nácar y 12 mil 300 de abulón, que se encontraba en mayor parte deteriorada, fue donada al MUAC.

"Era enorme, de casi 100 metros. Pudimos recuperar un fragmento de cinco por ocho metros, con la intervención del maestro Felguérez", cuenta la curadora. "Es un mural muy importante, no sólo porque fue hecho para aquel famoso perfomance de Jodorowsky (1963) en el que usó un helicóptero que se cayó en la alberca, sino plásticamente, por el uso de materiales que no eran considerados artísticos en su momento, como las conchas de ostión".

Del artista zacatecano se exhibe también Mural de hierro, una pieza hecha para ser percutida.

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MÁS ALLÁ DE LA ESTÉTICA DEL SONIDO
Esta no es una muestra de arte sonoro, puntualiza Marco Morales, sino de un conjunto de obras que incluyen la dimensión auditiva como materia expresiva.

"El sonido es una materia a la que le hemos puesto poca atención, más allá de la música; el arte ha contribuido para sensibilizarnos al generar piezas en las que el sonido es una parte esencial, a veces la más importante, y eso llama nuestra atención. Para los artistas es una opción más para manifestar alguna de sus preocupaciones", asegura.

Es el caso de Erick Meyenberg, quien exhibe Dusk, la última de las tres secciones de Hidden Words, una instalación que construyó en 2008 durante una residencia en Berlín, basada en la vida y obra de la intelectual e idealista política polaca, nacionalizada alemana, Rosa Luxemburgo.

"En estos tiempos los ideales políticos parecen ser algo que está perdido y a mí me parece que es fundamental regresar la idea de lo político a algo inmediato y personal, como hizo Rosa Luxemburgo", explica Meyenberg.

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"Si lo político no toca el cuerpo, no es político; creo que hay que volver a una lectura mucho más poética y honesta del tema; sobre eso reflexiona esta pieza y mi trabajo en general", añade el artista, quien exhibirá próximamente en el Museo American Society de Nueva York la videoinstalación La rueda no se parece a una pierna, un proyecto comisionado por la plataforma artística InSite/Casa Gallina, que trabajó con una banda de guerra de una escuela secundaria en Santa María la Ribera.

"Es una reflexión sobre el cuerpo mecanizado y la máquina como una analogía del poder: cómo éste se ha inoculado en los cuerpos y los ha disciplinado, en la que el sonido es parte fundamental", dice.

En Reverberaciones se exhiben 60 piezas de 32 artistas, entre ellos Carlos Amorales, con el móvil Veremos como todo reverbera; Tania Candiani, quien expone su Máquina telar, una pieza de madera que produce sonidos de forma mecánica; así como obras de Manuel Rocha, Miguel Rodríguez Sepúlveda, Felipe Ehrenberg y los hermanos Baschet.