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Homofobia, la cara oculta de Sochi

Detrás de los Juegos Olímpicos de Invierno hay una realidad que no puede negarse: la homofobia. Mientras tanto, la comunidad gay de esta ciudad rusa lucha a diario por no ser discriminada...

Un hombre de baja estatura con los labios pintados, los ojos con delineador y enfundado en un smoking es el encargado de recibir a todos aquellos homosexuales que deseen pasar un buen rato en el Cabaret Mayak, el club gay más popular de Sochi, la ciudad rusa que hoy alberga los Juegos Olímpicos de Invierno, que se desarrollan a la par de las olas de violencia en contra de la comunidad gay.

Sin embargo, aquí, en el Cabaret Mayak, los gays pueden sentirse seguros. La mayoría de la clientela suele evitar las fotografías y así mantener el anonimato, ese recurso del que han dependido durante casi toda su vida para evitar todo tipo de agresiones, que van desde insultos hasta golpes.

Pero no todos los gays se ocultan. Algunos no tienen miedo. Éste es el caso de Andrei Ozyorny, de 24 años, oriundo de Sochi, quien tomó recientemente una iniciativa de la que se siente orgulloso y que hace que su pareja tema por su negocio y seguridad.

Cuando el alcalde de Sochi dijo en una entrevista el mes pasado que en Sochi no había gays, Ozyorny se armó de valor y escribió una carta al funcionario: "Un gusto conocerle, señor alcalde. En Sochi sí hay gays, yo soy uno de ellos".

El mensaje de Ozyorny fue difundido en una gran cantidad de medios nacionales e internacionales, desatando así una polémica que, hasta el día de hoy, late con más fuerza que nunca.

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La homofobia rusa, una realidad innegable

El año pasado, Rusia promulgó una ley que prohíbe la propaganda de relaciones entre personas del mismo sexo y la pedofilia. Se trata de una legislación que declaró ilegal difundir a los gays entre la comunidad infantil. 

Las autoridades rusas insisten que la ley procura proteger a los niños, alejarlos de influencias nocivas. En tanto, defensores de los derechos gays aseguran que la ley sólo sirve para  incrementar la homofobia en Rusia.

Más allá de la prohibición gubernamental de las marchas gays, la homofobia en este país gobernado por el polémico Vladimir Putin ha llegado a niveles considerables: 

Grupos de homófobos se han organizado para convocar, a través de las redes sociales, a na gran cantidad de gays para reunirlos en eventos y fiestas. Una vez que logran reunirlos, los homófobos humillan con golpes e insultos a los gays, quienes son grabados para luego difundir esos videos en la red. 

El presidente Vladimir Putin ha sido muy criticado por la discriminación hacia los gays en Rusia. Putin insiste en que la homosexualidad está vinculada a la pedofilia. 

"La ley trata de convencer a la gente de que estos términos son sinónimos: si eres gay, entonces eres un pedófilo", sostiene Ozyorny.

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"Ya no se puede ser gay en Rusia"

Ozyorny, propietario de una agencia de viajes con su pareja, pasó dificultades en su adolescencia para definir su orientación sexual. Ahora teme que la ley complique mucho más la vida a los jóvenes rusos.

"Necesitan encontrar alguien que les indique: 'ustedes están bien, no estás enfermo, no eres un pervertido. Naciste así, tienes que aceptarlo''', aseveró.

"Es inaudito, ya no se puede ser gay en Rusia; ahora es un delito", declara Ozyorny, quien se encuentra en el Cabaret Mayak que, por cierto, está completamente lleno la noche del sábado. Aquí, hombres y mujeres gay esquivan comentar sobre la ley y optan por permanecer dentro del clóset.

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La escena gay de Sochi

Cerca de un centenar se encontraban el sábado en el Cabaret Mayak, ya sea sentados en sillones o bailando. Las parejas se daban besos. Todos estaban a la espera de la especialidad del club: un espectáculo de transformistas. La música dejó de tocar y la presentación comenzó.

Tras bastidores, la estrella de la función, Miss Zhuzha, se terminaba de maquillar. Con 44 años de edad, lleva ya dos décadas haciendo presentaciones en drag, luego de dos años de servicio con el ejército soviético en la Alemania Oriental bajo el nombre de Andrei Sarkisian.

David Pichler, un clavadista estadounidense y ex capitán del equipo de su país en los Juegos de Sydney se encontraba en el club. Dos días antes, se había reunido con un grupo de activistas de los derechos gay que posteriormente fueron detenidos en Moscú y San Petersburgo por mostrar banderas con los colores del arcoíris.

"El hecho de que la gente joven no pueda mostrar su orientación da mucho miedo", afirma Pichler.

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El miedo late en los corazones gay

En Rusia el miedo reina entre la comunidad gay. Pese a que hay gente que se anima a alzar la voz como Ozyorny, la homofobia no parece tener fin. 

Los asistentes del Mayak no hablan de política ni de derechos humanos. Prefieren disfrutar el momento con sus amigos, sus parejas, sus compañeros. ¿Protestar? Olvídenlo, nadie de ellos lo contempla. 

Georgy, el socio de Ozyorny, sostiene que no se siente afectado por la ley, pero la considera un despropósito. "No entiendo lo que plantea la ley. ¿Acaso uno anda visitando escuelas diciendo: 'Soy gay, síganme'? ¿Cómo te puedes imponer a una persona?".

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