After Office

Gastronomía del mar hecha a la medida

Después de dos décadas en el mundo de la moda, Keko Demichelis se inclinó por la gastronomía, herencia familiar que lo llevó a crear su restaurante.

"La mejor manera de saber si uno está haciendo bien su trabajo es ver cómo regresan los platos", asegura el chef Keko Demichelis, quien a finales de 2017 cumplirá su primer año como restaurantero. Antes fue diseñador de modas y estudioso de la jardinería y los cultivos orgánicos.

El proceso creativo de hacer prendas y construir siluetas le sigue seduciendo, pero ya no la organización de desfiles, las fiestas y las pasarelas. Después de 21 años en el mundo de la moda, decidió que enfocaría su creatividad en otra de sus pasiones: la cocina.

Ya lo había hecho, porque era el pasatiempo que más disfrutaba. Trae la sazón en las venas: su abuelo fue cocinero, su padre también y, desde que tiene uso de razón, las comidas abundantes en casa las servían los hombres. Proviene de una familia italiana que privilegia el respecto por el producto.

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"Mi amiga, la chef Elena Reygadas, me impulsó a abrir este local. Tengo algunas recetas familiares y otras son fusiones que uno va ideando, como los camarones con morcilla, que ya son un plato distintivo del Salacia", afirma Keko.

El restaurante debe su nombre a Salacia (la Anfrítete griega), la esposa de Neptuno, a la que se le agradecen las buenas pescas. Y es que gran parte de la carta está compuesta por productos de mar. En las entradas, las pastas y los platos fuertes resaltan el sabor del atún, róbalo, pulpo, mejillón y calamar.

Los platos que ahí se sirven son la mejor recomendación para volver. Para que ello ocurra se conjugan varios factores como, la cuidada elección de los productos –las lechugas, el hinojo, la albahaca y el romero provienen de la huerta del chef que tiene en Morelos- , las cocciones exactas, la elaboración de las pastas hechas en casa, y los secretos de Keko, como su sal de mar a la que le añade tinta de calamar y especias.

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La recomendación es el pulpo frito con risotto al limón, la ensalada de berros con piñón, queso de cabra e higos y el ravioli de flor de calabaza con crema trufada.

Cuentan con una selección de vinos italianos y mexicanos. Además de las bebidas tradicionales como la grappa y el limoncello, ambas disponibles en versiones artesanales, ofrecen diversos cocteles con ginebra y destilados de agave premiados, como el fabricado por la casa colimense Perempitz.

El lugar en el que se sitúa Salacia no desmerece el esfuerzo en la cocina. Ubicado en el corazón de la Condesa (Nuevo León 135), tiene capacidad para sólo para 45 comensales. En la decoración resaltan dos espacios: la amplia ventana plegable que da a la calle -que lo mismo aísla del bullicio y los ruidos habituales del tránsito vehicular, y permite la ventilación adecuada- y la pared de espejos donde se colocan las bebidas.

"Es un espacio para el disfrute, quería servir buena comida en un lugar moderno y sofisticado. Cada quien trae a su buena compañía y el plan está armado", destaca Keko.

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