Gales perdió el empuje en el duelo en el que más lo necesitaba. Su desdén permitió que un medroso Portugal asista a su primera final desde el 2004, año en que la realizó y sucumbió ante la histórica Grecia campeona. El largo aburrimiento de ayer, resuelto en tres minutos, sirvió tan sólo para la estadística individual del 7 portugués, que anotó su gol nueve en los certámenes, con el que empata al legendario 10 francés, Michel Platini.
La primera victoria portuguesa en la Euro 2016 ha llegado más por la pusilamidad del rival que por atributos propios. El 11 arropa al único que puede sacarlo del anominato en el marcador. Cristiano fue el causante del primero (en el minuto 50) y corresponsable del segundo (de Nani, en el 53'), pero de allí en fuera no hubo nada memorable en el duelo de Lyon. Claro, lo valioso fue el pase al gran duelo del domingo. Portugal fastidia hasta cuando vence. Y esas no son buenas cartas credenciales para asumir el compromiso en el que también estarán involucrados alemanes o franceses, que hoy dirimen el otro puesto de finalista.
Es cierto que Renato Sanches se empeña en dar cierta algarabía al ahora finalista; es cierto que la zaga, salvo contra Hungría (que le metió tres goles), cumple con las reglas básicas del juego. Eso: los portugueses juegan a lo suficiente. Y ayer los galeses se conformaron con un primer tiempo en sus enciclopédicas semifinales.
Lerdo, el paso portugués lleva plomo. Avanza temeroso y con el ánimo de no romperse en el mustio atrevimiento. Así le ha funcionado y no saldrá de esa postura hasta que le sea posible, pero parece que Alemania o Francia pondrá ese límite.
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