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Galerías 'okupa': el arte busca otros espacios

Casas habitadas y espacios abandonados ganan terreno para el arte emergente. "Pensar que el arte sólo se puede comprar desde una galería ya es una idea anquilosada", dice Ana Pérez Escoto, fundadora de Peana Projects.

Ante la necesidad de encontrar nuevos públicos y mantener la atención de los coleccionistas, las galerías de arte emergente han optado por cambiar sus formatos de exhibición y venta, tanto en México como en el resto del mundo, asegura la curadora española Elvira Rilova. La tendencia es salir del cubo blanco para montar exposiciones en las calles, fábricas o edificios abandonados. Así lo hacen proyectos como 1 Mes 1 Artista, Art Cage, Anatema o Peana Projects.

"El término de galería ya es muy limitado; está relacionado con una visión estática. No sólo se trata de cambiar la forma, sino la raíz. A muchas personas no les interesa el arte: creen que se trata de una actividad elitista", sostiene Delphine Passot, directora de 1 Mes 1 Artista, una plataforma mexicana que presenta cada 30 días el trabajo de un creador emergente, en las instalaciones del Café 123, en el Centro Histórico. De esta forma, el espacio se desmarca de las funciones tradicionales de la galería que, opinión de especialistas consultados por este diario, muchas veces resultan obsoletas para un mercado tan dinámico como el artístico,

"Cada vez es más evidente que las formas vender, exhibir y consumir arte han cambiado", señala la empresaria mexicana Ana Pérez Escoto, quien acaba de ingresar al mercado estadounidense con Peana Projects, una galería que presenta el trabajo de artistas que despuntan en mansiones o fábricas y que abrirá una sede en Monterrey el próximo 9 de junio.

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Una de las últimas exhibiciones de esta joven galería -Paradise Syndrome, que reunió a 13 artistas de seis nacionalidades– fue montada en una antigua procesadora de mármol de Brooklyn. Los artistas, recuerda Pérez, estaban fascinados porque pudieron intervenir el espacio.

"Es muy difícil sobrevivir en un mercado tan abrumador como el de Nueva York. Por eso nosotros funcionamos de una manera diferente: creemos que las obras deben salir del espacio tradicional. Pensar que el arte sólo se puede comprar desde una galería ya es una idea anquilosada", dice Pérez.

Rilova considera que aún no se puede hablar de un boom de espacios alternativos, aunque afirma que el fenómeno está en constante crecimiento: "Las reglas del juego han cambiado y los primeros que tienen que darse cuenta de ello son los artistas. Hoy, la vida media de una galería es de tres años. Y aunque muchas han desaparecido, por fortuna han surgido iniciativas muy interesantes".

Se refiere, por ejemplo, a Art Cage, pionera en México del "arte a domicilio", que consiste en realizar exposiciones e intervenciones en departamentos y casas privadas.

"Hay que apostar por lugares insólitos y formatos participativos para atraer más públicos", dice Rilova, quien fue curadora de la Primera Edición de Artistas en Tránsito, muestra que giró en torno a los procesos de gentrificación y movilidad social de colonias como la Obrera.

MAL NEGOCIO
Al menos en México, este tipo de iniciativas no son aún redituables. Passot revela que 1 Mes 1 Artista nunca ha trabajado con fines de lucro. "El proyecto es totalmente altruista, no ganamos nada y es gracias al restaurante que este proyecto funciona".

Algo similar opina Samantha Cendejas, quien hace cinco años inauguró Anatema, que desarrolla sus actividades en casas deshabitadas, fábricas abandonadas o locales en desuso. "En realidad nunca hemos funcionado como galería. Nuestros intereses están más enfocados en la investigación curatorial", admite.

RESPUESTA A LA RECESIÓN
La crisis económica mundial es una de las principales razones por las cuales las galerías de arte emergente se niegan a respetar los cánones del mercado, sostiene Rilova. "Ante la recesión, los coleccionistas se han refugiado en las piezas artísticas de valor seguro y han dejado de lado el arte emergente. Por eso muchas galerías poco consolidadas han tenido que reinventarse a través de nuevos formatos", explica.

Y es que los públicos se han transformado notoriamente. Hoy, dice Pérez, muchas personas están ansiosas de nuevas experiencias artísticas en los lugares menos esperados. Los parámetros, advierte, ya no son tan estables como hace cinco años. "Si yo hubiera llegado a Nueva York con un modelo tradicional de galería, nunca hubiera llamado la atención", comenta.

El internet, señala Pérez, también ha sido un factor fundamental. Actualmente, los coleccionistas tienen acceso a las galerías de todo el mundo a través de páginas como artsy.net. "Necesitamos nuevas formas de producción y distribución que se adapten a la era digital", coincide Rilova.

Las nuevas propuestas están ahí; ya se verá si gozan de permanencia.

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