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Fandango, el reducto para abatir el miedo

El fandango se ha convertido en una oportunidad de tranquilidad para las comunidades veracruzanas como Jáltipan de Morelos, de donde es originario Joel Cruz, vozarrón y jaranero del grupo "Los cojolites".

Cuando suenan las jaranas, el temor se disipa. Cuando las quijadas de burro se convierten en óseas percusiones y los tacones liberan lo más hondo que guarda el cuerpo. El fandango, ese ritual que junto al fuego conjuga danza y poesía hasta el amanecer, se ha convertido en un remanso colectivo ante la amenaza latente que viven las comunidades de Veracruz, como Jáltipan de Morelos, de donde es Joel Cruz, vozarrón y jaranero de Los cojolites.

"Es un espacio en donde aún podemos encontrarnos, dialogar, vencer las fronteras del miedo y dar sentido a nuestras vidas; es una herramienta fuerte para defender nuestra cultura, nuestro territorio, nuestra humanidad, que es el camino que queremos plantear", afirma el músico. "Estamos viviendo situaciones muy complicadas y muy graves. Se ha creado una política del miedo y amedrentamiento, la gente tiene miedo de hablar en las calles; nos han robado esa parte. Por eso es fundamental abrir espacios para que los chavos tengan acceso a la música. Es una apuesta para regenerar ese tejido social que cada vez está más roto".

Nominada al Grammy Latino 2013 por Mejor álbum de música regional, Los cojolites es una de las agrupaciones que ha encabezado el movimiento de renovación del son, principalmente veracruzano, que ha venido tomando fuerza creciente desde hace un par de décadas y del que forman parte conjuntos que han cobrado notoriedad internacional, como Mono Blanco o Chuchumbé. "Tenemos un nombre que ha recorrido muchas partes del mundo y gente que está muy a la expectativa de lo que hacemos", reconoce Cruz.

El grupo, que prepara presentaciones en India para 2015, tiene una fuerte actividad en Estados Unidos, donde existe un creciente interés de comunidades latinas, pero también de algunos estadounidenses no inmigrantes, por aprender y difundir el género, una actividad de difusión y docencia que forma parte fundamental de su quehacer artístico.
Es precisamente en San Francisco, California, donde el grupo ha grabado sus cuatro discos. El más reciente, Zapateando, se presenta hoy en el Museo de la Ciudad de México a las 20:00 horas, con entrada libre.

En esta producción, el ensamble deja de lado su sello característico: reintepretar el son jarocho desde la contemporaneidad, para retornar la mirada -los oídos-, a la tradición limpia.

"Planteamos una sonoridad un poco más apegada a las tradiciones del sur de Veracruz", dice Cruz.

Clásicos como El pájaro cú, El Toro Zacamandú o La indita son interpretados "en su forma más natural y hasta cierto punto orgánica", explica. "Es un homenaje a los viejos".

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