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Este mexicano protesta contra el EI, con arte, en el Sahara

Bajo el lema de que todo acto artístico es un acto político, el artista mexicano César Oropeza lleva ARTIfariti al Sahara como una forma de protesta.

El arte contemporáneo no puede ni debe dejar de lado los tiempos convulsos que vive la civilización. Migraciones, guerras, injusticia social... Los problemas son demasiados como para que el artista cierre sus ojos. Así lo asegura en entrevista el artista mexicano César Oropeza, quien viajará al desierto del Sahara el próximo 7 de noviembre para realizar un performance en el que, a través de la danza y otras disciplinas, desmenuzará los problemas sociopolíticos que aquejan al mundo musulmán.

Bajo el lema de que todo acto artístico es un acto político, Oropeza sabe que su "instalación performática" –como él mismo la llama– no cambiará al planeta, pero sí ofrecerá una visión distinta sobre la libertad. Finalmente, ése es el objetivo de ARTIfariti. Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sahara Occidental, un festival organizado en España que este año llega a su octava edición.

ARTIfariti fue diseñado para defender los derechos humanos del pueblo saharahui, la única comunidad africana de la actualidad que sigue colonizada. Desde 1975, estas tierras están ocupadas ilegalmente por el gobierno de Marruecos. Antes pertenecían a España. Hoy, miles de personas viven como refugiadas en las arenas del Tinduf y muchas otras han sido desplazadas a países aledaños, como Argelia, Francia o España. La aparición del Estado Islámico ha ensombrecido la situación, que cada vez se torna más complicada por el terrorismo de los extremistas. Se trata, en suma, de un pueblo despojado de su cultura y que siempre está en una constante búsqueda de la libertad, comenta Oropeza.


"Voy a ARTIfariti por invitación de Rolando de la Rosa, un gran artista mexicano que ya ha participado en este proyecto en años anteriores. Yo realizaré, junto con otros 11 mexicanos, una pieza llamada Alto Fuego Nuevo, que retoma la esencia de los rituales prehispánicos e invitará a la reflexión sobre la identidad de los pueblos en guerra. La gente del desierto ha vivido episodios de dolor y carencia muy específicos", comparte el artista.

Obra visible desde el espacio

El objetivo de la pieza, señala Oropeza, es que la comunidad saharahui se involucre en el performance, en el cual se encenderá una fogata tan grande que el humo podrá verse desde el espacio a través de las tomas satelitales de Google Maps. En el fuego serán arrojados todos aquellos objetos de los que se quiera deshacer el pueblo, desde armas de fuego hasta fotografías, prendas o imágenes religiosas. "Será una llamada de ayuda y sensibilización hacia esta comunidad que ha sufrido tanto", explica.

"Es muy importante que las acciones artísticas retomen su función social. Debemos estar conscientes de que los soportes artísticos tengan una causa. El arte es y siempre ha sido la sensibilidad de conocer al otro", añade.

Oropeza afirma que se debe combatir la superficialidad del arte contemporáneo. Si bien es cierto que los proyectos pueden ser fugaces e incluso abordar la banalidad de la sociedad, no se debe perder de vista que entre el arte y la civilización existe una simbiosis ineludible, dice.

Muy al estilo del arte povera italiano de los años 60, este mexicano concibe la creación artística como una esfera en la que habitan la vida, la cultura y la naturaleza. En suma, el mundo al servicio de la estética y viceversa. Sin embargo, admite que el arte por sí solo no puede transformar a la sociedad. Para que lo logre, sugiere, se necesita generar conciencia y, sobre todo, trabajo de sensibilización.

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"El arte no puede perder su función esencial, que es la de sensibilizar a la gente y volverla más consciente del mundo que la rodea. También es importante el regocijo del espíritu, que no está peleado con la acción social. Las obras que han trascendido en la humanidad son aquellas que están vinculadas, visible o invisiblemente, con el tiempo de su sociedad", afirma.

Oropeza no tiene miedo de realizar su performance en una tierra dominada por los extremistas islámicos. Lo que le brinda una mayor seguridad –dice– es que habrá artistas de todas latitudes y personal de la ONU.

Este año ARTIfariti celebra cuatro décadas de lucha de la comunidad ubicada en la República Árabe Saharahui Democrática, que en 1975 fue víctima de bombardeos con fósforo blanco por parte del gobierno marroquí. Desde entonces ha luchado por hacer valer sus derechos. En ediciones anteriores, el festival contó con la presencia de figuras como el escritor Eduardo Galeano, el filósofo Noam Chomsky y el artista visual Pamen Pereira.

"Estamos ante una falla general de los gobiernos. Nos damos cuenta de que el sistema fracasa cuando vemos a estas personas confinadas en el desierto, en situaciones completamente indignas y precarias. Y luego volteamos hacia México y vemos lo mismo en la Sierra Tarahumara, el arte debe gritar por todo eso", concluye.

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