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En esta ciudad no es nada fácil hallar una buena habitación de hotel

A pesar de su reputación como líder en diseño y arquitectura, su escena hotelera se ha quedado atrás. No es que éstos sean malos, sólo que no se sienten auténticos, sino copias de los alojamientos europeos.

De todas las estructuras extrañas que se han convertido en hoteles --prisiones, cuevas, silos de grano, grandes bloques de hielo-- el nuevo Krane de una única habitación en Copenhague es uno de los más inusuales.

Está construido, como su nombre lo indica, en una vieja grúa de carbón en el paseo marítimo de Nordhavnen, un antiguo puerto industrial al noreste del centro de la ciudad, que está en medio de un proyecto de reutilización adaptativo masivo.

El Krane tiene un aspecto espectacular y espléndido, con una sala de reuniones con paredes de cristal, un spa en el segundo piso y un dormitorio a 15 metros del suelo, hecho en negro minimalista, madera, acero, piedra y cuero. Por unos 2 mil 900 dólares por noche, se obtiene todo eso, además de un BMW i3 eléctrico y un par de bicicletas.

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Lo que quizás es más sorprendente sobre el Krane, sin embargo, no es su exterior (Ámsterdam tiene un hotel basado en grúas, también), sino el hecho de que no haya docenas de hoteles extravagantes como éste en Copenhague.

Es decir, a pesar de la reputación de la capital danesa como líder en diseño, arquitectura y especialmente comida –los elementos esenciales de la hospitalidad–, la escena de hospedaje se ha quedado atrás. No es que los hoteles de Copenhague sean malos, per se, sólo que no llegan a inspirar la emoción que un restaurante como Noma puede producir.

"Usted tiene un número muy pequeño de hoteles de lujo con precios como los del Ritz, pero se sienten como una interpretación danesa de lo que sería un gran hotel europeo, e inevitablemente no resulta auténtico, y sí muy caro", dijo desde San Francisco Michael Molesky, el fundador de Marker, una aplicación de recomendaciones de viaje, quien estima que visita Copenhague cuatro o cinco veces al año.

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FALTA DE ENTUSIASMO
Hay, por supuesto, hoteles boutique, como el SP34, que cuenta con "la mayor selección de oportos de Dinamarca", o el Nimb, cuyas 17 habitaciones tienen una elegancia clásica, pero quizá no son innovadores. Y pocas personas con las que hablé demostraron mucho entusiasmo por estos.

La ciudad tiene un famoso hotel de cinco estrellas, el d'Angleterre, donde una suite júnior cuesta mil 180 por noche. Ubicado en el centro, en Kongens Nytorv, el elegante establecimiento de 250 años de antigüedad reabrió sus puertas en 2013 después de una renovación de 20 dólares millones y sigue siendo el lugar preferido por los jefes de estado y estrellas del rock como U2 y Radiohead. Pero ¿qué pasa con el resto de la gente?

La mayoría parece reservar con Airbnb. Cerca de 20 mil anfitriones ofrecen alojamiento en Copenhague, y alojaron 450 mil visitantes de abril de 2016 a abril de 2017. La ciudad está entre las 10 mejores de Airbnb en todo el mundo.

Las razones de esta ausencia de oferta hotelera son en gran parte logísticas. Molesky ha tratado de abrir su propia modesta posada en Copenhague y se ha topado con las complicaciones inherentes a cualquier ciudad europea pequeña, vieja y altamente regulada.

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