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El Zotoluco causa expectativas

El gran Zotoluco está ahí, con la mente puesta en esos seis toros que le permitan alcanzar un triunfo que otorgue mayor brillantez, si cabe, a una trayectoria taurina de mucho respeto.

La encerrona de Zotoluco este domingo en la Plaza México reviste un interés especial, sobre todo porque hace casi treinta años que ningún otro espada intenta una gesta de esta magnitud. Y, en este sentido, el hecho de haberse anunciado para actuar en solitario en la sexta corrida de la Temporada Grande habla bien de una figura del toreo que ha sido consecuente con una trayectoria plagada de retos… y de logros.

Porque si alguien dudaba del fondo de Zotoluco, ahí lo tienen, aún vigente, con toda su madurez a cuestas y 27 años como matador de toros en los que se labró su propio destino y sostuvo la Fiesta de México varios años con una férrea determinación.

Más de sesenta tardes tiene en su haber Lalo en la Plaza México, donde, a lo largo de los años, ha sostenido confrontaciones con todas las figuras importantes de España, como fue el caso de José Miguel Arroyo "Joselito", Enrique Ponce o Manuel Caballero, entre otros.

Y si de faenas importantes se trata, cabe mencionar como una de las de mejor acabado y sentimiento, la que realizó al magnífico toro "Romerito", de Los Encinos, que tuvo lugar el 3 de diciembre del año 2000, cuando venía de triunfar en Las Ventas de Madrid con una temporada de 29 corridas toreadas en Europa.

En esa faena, Zotoluco demostró que había adquirido un oficio muy sólido, y con tan sólo 42 muletazos culminó con el indulto de "Romerito", que era hijo de un gran semental de origen Llaguno, el famoso toro reproductor 33 de la P, que así consiguió alargar su descendencia porque "Romerito" se convirtió, a su misma vez, en semental de la ganadería de Eduardo Martínez Urquidi.

De esa faena modélica, a la heroicidad de matar entera la camada de Miura en la temporada europea de 2004, Zotoluco marcó un antes y un después en su carrera y se convirtió en la primera figura de México.

Y si esta apuesta tan significativa de anunciarse con seis toros resulta como se espera, seguramente será esa última medalla que cuelgue de su pecho, henchido de orgullo, el de ser un torero fiel a sí mismo, humilde, centrado, conocedor de los secretos del toreo; un torero que surgió de ese barro prehispánico donde sus antepasados tlaxcaltecas fueron siempre indómitos guerreros.

Ahora, Zotoluco, el maestro, está ahí, con la mente puesta en esos seis toros que, esperemos que así sea, le permitan alcanzar un triunfo que otorgue mayor brillantez, si cabe, a una trayectoria taurina de mucho respeto.

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