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El manga a la mexicana batalla por lectores

El 'manga' es un referente cultural japonés de primer plano. En México, ha consolidado a un pequeño pero activo grupo de creadores y consumidores, en su mayoría adolescentes. 

Igual que las geishas y los samuráis, el manga es un referente cultural japonés de primer plano. En México, esta expresión artística no sólo ha conquistado públicos a través de historias como Dragon Ball, Los Supercampeones, Los Caballeros del Zodiaco, Sailor Moon y Ranma 1/2, sino que ha consolidado a un pequeño pero activo grupo de creadores y consumidores, en su mayoría adolescentes. Sin embargo, el reto para esta industria es la formación de nuevos lectores de manga nacional, según artistas del género.

El boom del manga ocurrió entre 1995 y 2005, sostienen Adalisa Zárate, Gabriela Maya y Jorge Break, los innovadores. En ese periodo, miles de jóvenes quedaron encantados con estas caricaturas, en gran parte gracias a la televisión. "Es importante diferenciar una cosa: manga es el nombre que se le da al cómic que se hace en Japón y el anime es la animación que se hace a estas historietas, por llamarlas de alguna manera", precisa Break.

Los jóvenes son el gran mercado. "A diferencia del cómic americano, que ofrece superhéroes como objetivos que todos quieren alcanzar, aquí se pretende que el adolescente se identifique consigo mismo", comenta el autor de Meteorix 5.9 no aprobado, el manga mexicano que posee el récord de mayor tiempo en circulación, de 2000 a 2008, con ventas que en sus mejores momentos alcanzaron hasta los 18 mil ejemplares quincenales.

La forma de narrar es la diferencia con respecto a otras propuestas. "Es mucho más contemplativo. El autor se fija en los detalles físicos y espirituales de sus personajes, una manera de ser muy japonesa", apunta Break. El dibujante Raúl Treviño, ganador del Premio Butze-Vargas por su manga Nómadas del Yermo, destaca "el dinamismo y la expresividad" del género que se lee de derecha a izquierda como la escritura tradicional de aquel país. "Los mangakas (los creadores) quieren que el lector entienda los sentimientos de los personajes", debate Break.

"El manga retoma mucho del teatro kabuki. Cada panel de la historia es una unidad independiente; una pintura. Las emociones de los personajes son representadas en el ambiente: cuando Gokú se enoja, no sólo frunce la ceja, sino que todo a su alrededor explota. Los japoneses tienen un lenguaje visual muy avanzado, por eso el manga es tan simbólico", cuenta Gabriela Maya.

MANGA NACIONAL, EN DECLIVE

Aunque desde los años 80 ya existían historietas con la estética propia del género, fue hasta 1996 que apareció el primer manga mexicano: I.doll, de Adalisa Zárate. Entonces el negocio se encontraba en su apogeo. Ahora, como en toda la industria editorial, se vive una crisis de clientes. "El manga como modelo de publicación en México puede ser insostenible", indica Treviño.

"No hemos generado nuevos lectores. Lo que hace falta son propuestas", reconoce Maya. Desde el último número de Meteorix no existe una oferta importante, salvo intentos independientes como Nómadas del Yermo, de Treviño; Centella Azul, de Break, y alguno otro.

En los últimos años, como casi todo, el mercado se ha desplazado hacia el web cómic. Ya no es redituable publicar en papel. "El problema es que nadie está viviendo de la web", lamenta Break. "La industria de la historieta está prácticamente muerta", asegura. Este año tenía previsto publicar un número de invasiones zombi a la Ciudad de México, pero no ha podido "por la crisis".

Fuera de los títulos que se importan de Japón, y que traducen aquí las editoriales Kamite y Panini, actualmente no existen sellos que se animen a publicar como antes, cuando dominaban las editoriales Vid y Toukan (la primera empresa quebró en la última década por las bajas ventas).

"En los últimos seis años ha habido intentos de microempresas, como la revista Doon. Sin embargo, si hoy la gente quiere un manga nacional debe pedirlo a los mismos autores, o en la Frikiplaza (en Eje Central), pero no me gusta mucho mencionarla porque está llena de piratería", comenta Zárate.

Aunque el mercado nacional pasa por momentos difíciles, Maya, Break y Treviño consideran que los mexicanos son fieles consumidores de este tipo de obras. "El género es variadísimo, hay para todas las edades y gustos. Lo que más vende son las historias de romance. Hoy los estantes están llenos de mangas japoneses, y a los jóvenes les encanta", asegura Break.

La editorial Panini, que tiene actualmente en circulación 10 de títulos importados, considera traer una mayor oferta a México el próximo año, luego de "las altas ventas" que registraron en la FIL de Guadalajara, donde "el manga se vendió incluso más que el cómic entre los jóvenes de entre 12 y 25 años", según representantes del área de ventas de la empresa.

TRADICIÓN ANTIGUA

Los orígenes del manga se remontan al siglo XII. El monje budista Toba Sōjō, a través de caricaturas de animales, realizó una sátira de la cultura religiosa nipona en gigantescos rollos de pergamino (de hasta 25 metros) Desde sus inicios, fue concebido como entretenimiento. La palabra está compuesta por dos ideogramas que significan "relajado" y "dibujos para no tomarse en serio". El primer manga formal apareció en 1902. Fue creado por Rakuten Kitazawa. El comienzo de la industria transnacional se dio hasta los 50, gracias a Osamu Tezuka. Inspirado en personajes de Disney como Bambi y Mickey Mouse, fundó la estética de los ojos grandes a través de Astroboy, Kimba o La princesa caballero, entre otros.

En los 70, el manga diversifica sus públicos con historias de romance, como Candy Candy, de Kyōko Mizuki. Meteoro y Mazinger Z también fueron un éxito, junto con Sekai Meisaku Gekijo, una adaptación de cuentos de Hector Malot y Mark Twain.

Sin embargo, los 80 y 90 representaron el boom del manga con historias como Dragon Ball, Los Caballeros del Zodiaco, Ranma 1/2, Los Supercampeones, entre otros. También surgieron tramas de ciencia ficción, de estilo cyber punk, como Akira, de Katsuhiro Otomo, que habla sobre una ciudad de Tokio devastada por crisis sociales y armas nucleares.

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