After Office

El genio que llegó cuando todo era lío

Woody Allen es un hombre que, sin nunca perder el buen sentido del humor, sabe contar historias. Este pequeño apunte sobre Mickey Mouse, Donald, Petunia y demás singulares personajes deja ver por qué Amazon se fijó en su creatividad. 

Como reportero de la Corte Woody Allen reveló que, una vez separado de Daisy, Donald mantuvo una relación con Petunia, la novia de Porky. El dato arrojado por Allen asombró a todo el mundo (la declaración original era de Mickey Mouse en un juicio de la compañía por indemnización al presidente saliente Michel Ovitz), ya que Disney tenía prohibidas las relaciones con criaturas de la competencia. Donald, según Allen, había conocido a Petunia en casa de Jeffrey Katzenberg durante una fiesta en la que, comprobado, estuvieron Tom Hanks, Jack Nicholson, Sean Penn, el Coyote y, tal vez, el Correcaminos. Aunque estaban invitados, Tom y Jerry no asistieron porque se fueron de gira a la Costa Este. El escritor no lo dice, pero es casi un hecho que la MGM no les permitió la visita incómoda.

En su nota, Allen da a conocer otras declaraciones de Mouse como testigo. Una de ellas es abrumadora: Goofy era adicto al Percodam. El ratón animado sostuvo que comenzó a tomar analgésicos tras una pifia en una serie de corta duración. Se lanzó desde el Empire State y se lesionó la espalda. Ovitz, parte del litigio, fue el encargado de ingresarlo al centro de rehabilitación Betty Ford. Mickey agregó que para muchos dentro de Disney, Donald era uno de los patos más profundos que se hubiera conocido. Durante una fiesta –siempre según Allen-, Donald se emborrachó y se lanzó sobre Nicole Kidman, cuando ella estaba casada con Tom Cruise, al que tachó de pesado y soberbio. Hubo que sacarlo para que se le bajara la juerga.

A Donald siempre le ha costado mucho controlar su ira. Por eso el Prozac. La cosa empeoró cuando Petunia, después de un año de relación a escondidas, le dijo que en verdad estaba enamorada de Warren Beatty. Y, lo peor, él de ella. Cuando volvieron, Donald y Daisy se comprometieron a llevar la fiesta en paz y mantener una relación abierta en el campo sexual. En el juicio, cuenta Allen, también salió a relucir que Disney estaba dispuesto a comprar los servicios de Bugs Bunny a un precio alto. A final de cuentas no hubo arreglo entre la compañía y el conejo.

Este apunte sobre la labor genial de Allen revela muy bien por qué Amazon se interesa en poner una serie del escritor en sus pantallas. Tiene en su poder los secretos más oscuros del mundo artístico y sabe, a final de cuentas, cómo contarlos. Woody Allen está a la mano con sus genialidades, sus fracasos y sus locuras.

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