After Office

El flamenco y sus cercanías con lo mexicano

Hace diez años que la compañía de Marién Luévano integra dos fuerzas que naturalmente se comunican: el flamenco y la música tradicional mexicana. ella se presentará en el Lunario del Auditorio Nacional este 28 de julio, a las 21:00 horas.

Hace diez años que la compañía de Marién Luévano integra dos fuerzas que naturalmente se comunican: el flamenco y la música tradicional mexicana.

"Empecé con la iniciativa de hacer mis propios proyectos, pero también para buscar otro sonido, generar un espacio donde pudiera invitar a músicos de otra índole y enriquecerme sobre todo musicalmente", explica la coreógrafa, quien participará este martes en el ciclo Concierta Independencia del Lunario del Auditorio Nacional, alternando con el grupo La Debla.

Luévano es considerada una de las bilaoras más destacadas de México. De ella se dice que tiene duende. Se formó aquí y en España, con maestros como Mercedes Amaya, Milagros Menjíbar, Rafaela Campallo y los Farrucos, así que su interpretación se basa en la pureza flamenca.

Sin embargo, advierte, busca un estilo personal de baile. "Me gusta jugar, generar silencios, hacer cambios de ritmo, paisajes sonoros".
Junto a los músicos purépechas Ulises y César Martínez, presentará Flamenca, espectáculo en el que los hermanos Martínez imprimen un sonido especial a la música, por su formación y su cultura.

A propósito de su trabajo, la bailaora comparte que se desarrolla sobre los puentes que históricamente han existido entre las culturas. "Trabajando con músicos barrocos, flamencos y de son, he descubierto que en realidad la raíz es la misma, porque en las idas y las vueltas en los puertos hubo muchas influencias. De la música barroca hay escalas sonoras, compases, que son iguales a los del flamenco y el son jarocho a su vez, pues al llegar de España, la música también tiene ciertas tonalidades barrocas".

Este intercambio se enriquece cuando intérpretes expertos de un género específico se encuentran para crear nuevos sonidos y descubren una relación musical. Lúevano cuenta, por ejemplo, que al mostrar a los músicos de flamenco una pieza barroca, ellos encuentran que suena a un tanguillo de Cádiz. "Es nuestra raíz profunda y nada más se trata de rescatarla. No es que una alegría flamenca suene a un son michoacano, pero sí tienen una misma raíz. Eso es lo que sucede musicalmente y en cuanto al baile: trabajo en referencia a la música, pero me sigo basando en el flamenco, que es lo que domino. Mis búsquedas corporales, más que contemporáneas, diría que son figuras personales", explica.

La bailaora atribuye el buen recibimiento que tiene este arte en México, a que es, precisamente, un lenguaje cercano a la cultura local, por el zapateado, los instrumentos de cuerda y la comunicación entre músicos y bailarines. "El flamenco tiene una connotación de fiesta, habla de las situaciones que viven los pueblos, como los sones. Es una danza muy energética que musicalmente es muy rica y a la gente siempre le impacta mucho, a lo mejor el cante no lo entiende del todo, pero le llega el sentimiento del cantaor que se está matando al cantar para una persona que está bailando enfrente. Y ver a los bailaores dándolo todo, siempre es muy impactante".

También lee: