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El canto latinoamericano ha levantado la esperanza


Carmen García Bermejo
 
Legendarias figuras de la canción latinoamericana como Quilapayún, Inti Illimani, Santiago del Nuevo Extremo, Los Folkloristas, Daniel Viglietti y Gabino Palomares actúan hoy en el concierto 40 años / Los mismos sueños, a las 20:30 horas, en el Auditorio Nacional. Encuentro en el que estos grupos y cantautores chilenos, uruguayos y mexicanos exaltarán la memoria de Salvador Allende, Pablo Neruda y Víctor Jara, a cuatro décadas del golpe de Estado en Chile.
 
El concierto forma parte de las actividades que el Centro Cultural El Juglar, dirigido por Hiquíngari Carranza, ha organizado para conmemorar los 40 años del asesinato del presidente Salvador Allende por parte de un grupo militar encabezado por Augusto Pinochet.
 
Quilapayún es el grupo de mayor trayectoria dentro de la canción latinoamericana, al surgir en Santiago de Chile, en julio de 1965. En entrevista con El Financiero, Eduardo Carrasco, fundador y director artístico de Quilapayún, recuerda el camino andado.
 
–Este concierto se intitula: 40 años / Los mismos sueños, ¿eso significa que aún no se ha conseguido "el derecho de vivir en paz", como decía Víctor Jara?
 
–Por desgracia, como dices, no se ha conseguido ese derecho. Hay muchas fuerzas que se han opuesto en nuestros países para que ese principio no se cumpla. Esto ha obstaculizado mucho el desarrollo libre de la región. Pero en la medida en que pasa el tiempo, nos vamos abriendo paso para lograr que ese ideal algún día se cumpla. Debemos de propiciar los cambios para establecer sociedades más solidarias, más justas y, también, más abiertas a la cultura y al pensamiento.
 
–¿La canción latinoamericana ha acompañado ese ideal?
 
–Sí, la canción siempre ha estado muy alerta. Los artistas de América Latina hemos logrado comprender los movimientos sociales desde hace mucho tiempo. Ahí están Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Víctor Jara, Alfredo Zitarrosa… En toda la región aparecieron los movimientos de la nueva canción con grupos y solistas que han buscado expresar las luchas sociales a través de la música. De esta forma se han denunciado las injusticias. Pero, también, se ha levantado la esperanza en nuestros pueblos.
 
–Hay quienes opinan que esa música se quedó en los años setenta...
 
–Desde que nosotros surgimos, en 1965, siempre se creyó que esta expresión era momentánea y pasajera. Lo cierto es que el canto latinoamericano ha trascendido porque se basa en un ideal: la justicia. Pero, de igual forma, por la calidad artística de los grupos que se encuentran en la permanente búsqueda de la poesía y en el empeño de conseguir las mejores composiciones. Insisto: ahí está el legado que dejaron Violeta Parra y Víctor Jara, así como el trabajo de muchos otros artistas que mantenemos vigente esta música. No sólo nos basamos en reivindicaciones sociales, el canto está sostenido en la belleza y en la poesía, que son la apuesta más potente del canto popular.
 
 
–¿De ahí el interés de Quilapayún por mantener un vínculo con los poetas?
 
–En efecto, la canción popular tiene una estrecha relación con la poesía. De hecho, es una expresión que puede llegar a ser alta poesía. En el caso de Violeta, de Atahualpa o de Jara, esa potencia poética está ligada a su música y a sus obras. Hoy en día, están consideradas como piezas clásicas. La canción tiene que ser poéticamente hermosa.  
 
–En una de sus canciones usted dice: "Venimos a cantar aquello que la historia no quiere recordar…"
 
–Dentro de la nueva canción siempre ha existido el recuerdo de sucesos que los poderosos han intentado borrar, esconder o negar. Y aunque nosotros hemos cantado al amor, a las ilusiones y a la esperanza, asumimos el deber de mostrar nuestra historia con toda su crudeza. Por eso también interpretamos cosas terribles que han ocurrido y que es necesario recordar para que no vuelvan a suceder jamás.
 
–En la búsqueda de la felicidad, la sociedad encuentra los caminos de la unidad, expresa Sergio Ortega en la famosa canción "El pueblo unido jamás será vencido".
 
–Ésa es una canción fundamental en nuestro repertorio. La escribimos, junto con Ortega, a pocas semanas del golpe militar y la interpretamos, por primera vez, en una concentración de miles de personas que se hizo en la Alameda [avenida principal de Santiago de Chile]. Y a partir de entonces nos ha acompañado durante toda nuestra vida artística. Se ha convertido en un himno para muchos pueblos que luchan por su liberación. Desde la Revolución de los Claveles, en Portugal, hasta en la Primavera Árabe, se ha entonado. Ahora, los jóvenes chilenos la corean en sus manifestaciones.
 
La Campaña del "No"
 
Eduardo Carrasco (Santiago de Chile, 1940) es compositor, filósofo y poeta. Ha escrito más de una decena de libros, como Heidegger y la historia del ser y Para leer Así habló Zaratustra. También es autor de los poemarios Golpes de ventana y Libro de las respuestas al Libro de las preguntas de Pablo Neruda. En la actualidad, además de músico, es profesor de Filosofía en la Universidad de Chile.
 
–El golpe de Estado en su país ocurrió cuando Quilapayún estaba en París, ¿cómo vivieron ese momento?
 
–En septiembre de 1973 fuimos a Argel para asistir a la IV Conferencia de Países No Alineados, en la que tenía que estar Salvador Allende, pero no pudo ir por la situación que ya vivía Chile. Nos envió como delegación cultural. Luego, nos fuimos a París y allí nos llegó la terrible noticia. Sabíamos que no podríamos regresar y vivimos en el exilio. El destierro duró 15 años, hasta que regresamos en septiembre de 1988. Los integrantes de Quilapayún figurábamos en la lista de nombres que estaban impedidos a volver al país. Pero esa lista desapareció en agosto de 1988, y regresamos a participar en el cierre de La Campaña del "No", en donde cantamos en un inmenso cuadro de manifestaciones populares que le decían "no" a la reelección de Augusto Pinochet.
 
–¿Cómo responden las nuevas generaciones a la canción latinoamericana?
 
–Nuestro nuevo disco, llamado Encuentros, lo realizamos con artistas contemporáneos. En cada canción, Quilapayún se une a cantantes de rock, hip-hop y de otros géneros. Salió un material emblemático de esta unión. Esto revela que nuestra música está viva y, por otra parte, que hay un reconocimiento de los artistas hacia nuestro trabajo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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