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¿Dónde está la felicidad (y no es en el corazón)?

La doctora Herminia Pasantes, organizadora del ciclo de conferencias 'Una mirada al cerebro', explica por qué la felicidad se esconde en el cerebro y no en las entrañas como mucha gente piensa.

La felicidad está en un órgano vital que no es el estómago ni el corazón, como se cree popularmente, asegura la doctora Herminia Pasantes, organizadora del ciclo de conferencias Una mirada al cerebro, que se realizará desde hoy y hasta el 15 de noviembre, a las 18:00 horas, en el Seminario de Cultura Mexicana (Masaryk 526, Polanco).

Sobre esto hablará la profesora con más de 50 años de experiencia en la docencia en la primera conferencia del ciclo abierto al público, que se complementa con El cerebro y la enfermedad: Los metales en el funcionamiento del cerebro, impartida por Noráh Barba y Angela Casini, y El cerebro y la muerte, a cargo del doctor Arnoldo Kraus y José Eduardo San Esteban. En todas las conferencias la entrada es libre.

"Estamos acostumbrados a considerar que en el cerebro está el pensamiento y el razonamiento lógico, lo cual es absolutamente cierto, pero no ubicamos que en el cerebro esté la felicidad, más bien creemos que está más abajo. El corazón -esa bomba aburridísima- es indispensable para la vida, pero no tiene nada que ver con sentimientos de felicidad o infelicidad, y aunque hay estudios recientes acerca del estómago no se ha comprobado que tenga que ver con esos sentimientos", argumenta.

De acuerdo con la investigadora del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, en el cerebro hay un circuito que percibe y procesa la felicidad, que ella ha estudiado en sus investigaciones sobre adicciones.

"Normalmente, esos sentimientos vienen del exterior, de lo que nos rodea, la relación con los demás, incluso la belleza. Con las drogas, la felicidad se evoca de una manera intensa, aunque el entorno sea gris; por eso son adictivas".

La buena noticia para los que la andan buscando es que la felicidad puede ser reconocida por ese órgano de manera natural, casi involuntariamente.

"Cuando se ocupa el 50 por ciento de los transportadores de la dopamina en el cerebro, la gente se siente feliz. Desde que nacemos, tenemos esa capacidad; culturalmente pueden existir distintos conceptos de lo que genera la felicidad. Por lo tanto, todos tenemos la capacidad de ser felices", concluye.

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