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Coyoacán y sus secretos mejor guardados

Los pequeños espacios de la demarcación, que son sus secretos mejor guardados, ofrecen al paseante no sólo consentir a su paladar, sino también enriquecer su acervo cultural.

Sus calles empedradas y los balcones que decoran algunas fachadas son parte de su pasado colonial. Coyoacán es un imán para bohemios, artistas y amantes empedernidos de la comida.

Cuenta con numerosos sitios de interés, paseos turísticos con guía incluido y hasta una ruta de autobús que asemeja a un tranvía para recorrer sus barrios, pueblos y colonias, de las más tradicionales de la Ciudad de México. Pero son pequeños espacios, secretos bien guardados en sus locales, los que hacen repetir la visita.

Tal es el caso de los tacos de carnitas de El Charro, ubicados dentro del Mercado de Coyoacán. La manera más fácil de dar con ellos y no perderse en la múltiple oferta culinaria del lugar es ingresar por la última entrada del lado de la calle de Xicoténcatl, donde encontrará puestos de artesanías y ropa, unos pasos después cocinas económicas y más adelante los anuncios en amarillo intenso, la referencia de que llegó.

Manuel Ortiz -mejor conocido como El Charro- los fundó en 1956. Él se encarga de atender a sus clientes, al igual que sus hijos y nietos. El negocio floreció no sólo por su receta secreta, también por los precios económicos, la rapidez con la que sirven y la variedad de salsas, que en cuestión de tacos, es primordial.

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Decidir entre maciza, buche, cuero, nana, trompa y surtida se convierte en una elección complicada. También hay chamorros y quesadillas de papa y sesos. Los complementos están incluidos en cualquier orden. Dispuestos en diferentes estaciones en una mesa para 40 comensales hay: cilantro, cebolla, nopales, pepinos, limones y seis tipos de salsas (de cacahuate, habanero, mexicana con chile y sin chile, roja y verde). El chicharrón es cortesía de la casa y llega a su lugar poco tiempo después de ordenar.

Al Charro le gusta montar a caballo y asistir a las ferias populares en los estados colindantes con la ciudad. "Cuando hacían carreras de caballos en Xoco hace más de 50 años yo no faltaba y por eso le puse este nombre", comenta.

Los tacos cuestan 15 pesos y son preparados en otro local que se ubica detrás de las cocinas económicas, mismo que abre de martes a viernes. Si su elección es ir el fin de semana, aún hay buen surtido hasta antes de las 16:00 horas. La demanda es tal que casi se acaban los 400 kilos que se cocinan.

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Para complementar, El portal del sabor es una heladería que se sitúa al salir del mercado, en dirección a la calle Abasolo. Fundada hace 52 años, entre nieves, helados y sorbetes tiene más de 70 sabores a escoger. Para las tardes veraniegas nada mejor que uno de toronja, pepino, jamaica o lima. Elaborados con frutas naturales y de estación, se pueden encontrar rarezas como las nieves de tejocote, dulce de camote y ponche de frutas. Por la suma ideal de acidez, dulzor y frescura, el escalofriante es el sabor a probar, que fusiona maracuyá y tamarindo.

Continuando su recorrido por la calle de Abasolo rumbo al norte, un par de cuadras después está Londres. En el número 247 se ubica una de las joyas del barrio, que se ha convertido en detonante de su boyante vida cultural: El Museo Frida Kahlo.

Es la casa en la que nació y murió la pintora. El inmueble invita a adentrarse en su cotidianidad, conocer su cocina, recámara y los espacios que habitó con Diego Rivera. Convertida en museo desde 1958, recibió a más de 500 mil visitantes el año pasado.

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Ahí están su cama con espejo desde la que cultivó el autorretrato, sus corsés, sus vestidos, la habitación que mandó a construir para Diego y su estudio. Mención aparte merecen su colección de ollas, cacerolas, metates y cucharas de madera, utensilios necesarios para hacer el mole que tanto le gustaba a Diego, receta que le compartió la primera esposa del pintor, Lupe Marín.

En fin de semana el museo trabaja a su máxima capacidad. Se hacen filas de hasta hora y media de espera, por lo que la recomendación es reservar un espacio en el Fridabus, el cual incluye la entrada al museo sin filas ni espera y después se aborda un autobús que le lleva al Museo Diego Rivera Anahuacalli, a conocer la colección de piezas arqueológicas del pintor, así como algunos de sus dibujos.

El paseo se puede contratar en la página www.museofridakahlo.org.mx por 150 pesos, o directamente en el museo. Sólo sale los fines de semana en tres horarios: 12:30, 14:00 y 15:30 horas. La entrada al recinto los fines de semana está en 220 pesos, pero para mexicanos con identificación oficial es de 90. En Coyoacán los secretos bien guardados son los que valen.

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