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Cine mexicano, tan cerca de EU y tan lejos del Oscar

Según miembros y críticos del sector cinematográfico nacional, el principal obstáculo para que una cinta mexicana sea nominada al Oscar es la falta de recursos y publicidad. Además, los criterios de la Academia Mexicana tampoco ayudan mucho. 

Desde el surgimiento del premio Oscar en 1929, sólo 5 producciones mexicanas –y dos coproducciones– han sido nominadas para competir por la estatuilla a la Mejor película extranjera, la última de ellas, El crimen del padre Amaro, de Carlos Carrera, hace 13 años.

Esto se debe a que la competencia hollywoodense conlleva una serie de obstáculos que van más allá de que se valore la calidad de una cinta: recursos, publicidad y contactos son indispensables para que un título suene.

Que una producción mexicana llegue a ser considerada por la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas requiere, primero, ser postulada por su par en México; lo más difícil viene después.

El realizador Carlos Carrera, ex presidente de la Academia mexicana, asegura que si un largometraje no tiene difusión en Estados Unidos, simplemente no figura.

La clave está en contar con una red de apoyos en aquel país. "Lo que realmente ayuda a una película no es la nominación en sí, sino que ésta vaya acompañada del soporte de una distribuidora. Si no, todo se torna muy complicado. Sí, tienes el honor de representar a tu país, pero hasta ahí se queda el beneficio, porque las películas no se reestrenan por ser enviadas al Oscar; no hay consecuencias directas".

PARA VIAJAR AL OTRO LADO

Una llamada de la entonces presidenta de la Academia mexicana, Diana Bracho, fue el comienzo de lo que el realizador Gustavo Loza recuerda como un doloroso aprendizaje. Su película Al otro lado competía en la selección oficial del Festival AFI, en Estados Unidos, cuando ella le informó que había sido seleccionada para el Oscar.

"Eso fue en noviembre. Entonces, me empiezan a llamar agentes, productores, distribuidores y lo primero que me preguntan es cuánto dinero tengo para hacer campaña", recuerda. Loza se entrevistó en dos ocasiones con Peter Goldwyn, hijo del dueño de la Metro Goldwyn Mayer, quien le dejó ver el manejo político de las nominaciones.

"Me dijo: '¿tú crees que mi papá va a ver 54 películas? Realmente ven 10 a lo más y son las que le recomiendan, que vienen con campañas importantes'". De acuerdo con Goldwyn, dice el director mexicano, él tendría que haber promovido su película al menos cuatro meses previamente, instalarse en Los Ángeles un bimestre antes de la nominación, y entonces competir.

"El problema son los filtros", advierte el crítico de cine Jorge Ayala Blanco, para quien las Academias mexicana y estadounidense privilegian lo más comercial.

"En México, los que eligen son los mismos que entregan los Arieles. Eso hace que sean criterios difusos y, en términos generales, muy convencionales y errados. Seleccionar Cantinflas, cuando había otro tipo de películas, incluso desconocidas, es un contrasentido. Esta idea del consenso, del espectáculo, no de la cultura cinematográfica, es lo que siempre falla", afirma.

Otros obstáculos se presentan al contender contra cintas de todas partes del mundo bajo los criterios de la Academia.

"El problema de los Oscar es que te enfrentas de cara a la industria norteamericana, que sabemos es aplastante y que tiene criterios de blockbuster y marketing brutales", considera Ayala Blanco.  "Definitivamente es un viacrucis para las películas mexicanas", agrega.

Sin embargo, Loza reconoce: "una nominación te cambia la vida, se te abren puertas en todos lados".

ÉSTAS SON LAS PELÍCULAS MEXICANAS NOMINADAS AL OSCAR

1960: Macario, de Roberto Gavaldón
1961: Ánimas Trujano, de Ismael Rodríguez
1962: Tlayucan, de Luis Alcoriza
1975: Actas de Marusia, de Miguel Littín
2000: Amores perros, de Alejandro González Iñárritu
2002: El crimen del padre Amaro, de Carlos Carrera


MEXICANOS SÍ COMPITEN POR EL OSCAR, PERO EN FILMES FORÁNEOS

Desde la nominación al Oscar como Mejor actriz de reparto para Katy Jurado por la cinta Broken Lace en 1955, el talento mexicano ha sido considerado en los premios de la Academia estadounidense, pero no de una manera constante, y sobre todo en producciones que no son hechas en México.

En 1965, Gabriel Figueroa apareció en las nominaciones a la Mejor fotografía por La noche de la iguana, de Jon Huston. Antes, Anthony Quinn, de origen mexicano, ya había puesto el nombre de su país en las marquesinas hollywoodenses gracias a que resultó ganador de la estatuilla en la categoría de Mejor actor de reparto por las películas ¡Viva Zapata!, de 1953, y Lust for life, de 1957. Posteriormente fue nominado como Mejor actor en Wild is the wind (1958) y Zorba, el griego (1965). Hasta 2003 ningún mexicano había vuelto a ser contemplado en la categoría. Ese año, Salma Hayek compitió por el premio gracias a su actuación en la película que ella misma produjo, Frida, y en 2012 Demián Bichir lo hizo por A better life, ambas cintas hechas en Estados Unidos.

El año pasado Alfonso Cuarón ganó siete estatuillas, entre ellas al Mejor director por su película Gravity. Sólo un mexicano había sido postulado antes en esta categoría, Alejandro González Iñárritu, por Babel, en 2007. Gravity le dio al fotógrafo Emmanuel Lubezki su primer Oscar luego de cinco nominaciones. Antes, Guillermo Navarro ganó el premio como Mejor cinefotógrafo por El laberinto del Fauno, de Guillermo Del Toro, coproducción mexicano-española de 2007.

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