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Choque histórico

Cuando dos fuerzas opuestas se encuentran, usualmente generan explosiones. El enfrentamiento celebrado el 2 de diciembre de 1985 entre los Osos de Chicago y los Delfines de Miami, a tres décadas, sigue considerándose uno de los partidos de Lunes por la noche más importantes de la historia.

Cuando dos fuerzas opuestas se encuentran, usualmente generan explosiones. En el caso del futbol americano, cuando una gran ofensiva reta a una tremenda defensiva da por resultado un juego de proporciones épicas.

Tal fue el caso del enfrentamiento celebrado el 2 de diciembre de 1985 entre los Osos de Chicago y los Delfines de Miami, el cual, aun a tres décadas, sigue considerándose como uno de los partidos de Lunes por la noche más importantes de la historia.

Los ingredientes deportivos era numerosos y muy valiosos. Por un lado estaban los Osos, el equipo sensación de la temporada gracias a que incluía a una de las defensivas más recordadas, apodada los Monstruos del Midway.

Dicho grupo lo integraban figuras como Mike Singletary, Dan Hampton, Richard Dent, Wilbert Marshall, Leslie Frazier y un carismático tacle defensivo llamado William Refrigerador Perry.

Sin embargo, esos Osos no sólo tenían estrellas defensivas, pues al ataque contaban nada menos que con el mejor corredor de la época, Walter Payton, además de un conjunto de entrenadores liderado por Mike Ditka (considerado uno de los mejores alas cerradas de la historia en su etapa como jugador), además del genio defensivo de Buddy Ryan en la coordinación.

Con esa fama a cuestas, los Osos llegaban a la cita contra Miami con marca de 12 ganados, cero perdidos. Los analistas se preguntaban si podrían terminar la temporada invictos y proclamarse campeones del Super Bowl con dicha aureola.

Pero para hacerlo tenían que vencer a los Delfines, una de las escuadras más poderosas de la época en la Conferencia Americana (AFC).  Con Don Shula como entrenador, Miami era el campeón reinante de la AFC, luego de que en 1984 perdieron el Super Bowl XIX contra los 49ers de San Francisco.

La escuadra de Florida dominaba gracias al poderoso ataque encabezado por el quarterback Dan Marino, quien un año antes había maravillado a la NFL al lanzar más de 5 mil yardas, ganándose el premio al Jugador Más Valioso de la temporada. Marino era respaldado al ataque por una dupla de receptores que también marcó época: Mark Clayton y Mark Duper, apodados los Hermanos Mark.

La coyuntura fue aprovechada por la cadena televisiva ABC, que transmitió el partido en Estados Unidos. Sabedores del rating que tendría la contienda, se lanzaron spots promocionales con los considerados estrellas, aprovechando la fama que tenían Marino, Payton y Perry.

El encuentro también generó interés durante la semana previa debido a que el quarterback de los Osos, Jim McMahon, estaba lesionado y no se supo hasta prácticamente unas horas antes si podría jugar. Finalmente no lo hizo, lo que significó un golpe a las aspiraciones de Chicago.

La contienda, al final, no resultó lo cerrada que se esperaba: los Delfines y su ofensiva dominaron ampliamente a la defensa de los Osos, propiciando un marcador final de 38-24 a su favor.
El triunfo le permitió a Miami enfilarse al campeonato divisional y los playoffs de la Conferencia Americana.

Los Osos, por su parte, únicamente vieron fulminada la ilusión de terminar la temporada sin derrota, pero mantuvieron la marcha ganadora hasta obtener su boleto al Super Bowl XX.

Ahí, se suponía, Chicago esperaría a los Delfines para cobrar venganza, en lo que hubiera sido un cotejo sensacional; sin embargo, una broma del destino dictó que los Patriotas de Nueva Inglaterra vencieran a Miami en el juego por el campeonato de la AFC.

Los Osos se quedaron sin posibilidad de revancha, pero sí con el título de la NFL tras propinarle una severa paliza a los Patriotas.

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