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'Chelfitsch': actuar como robots

El teatro contemporáneo japonés arribará el próximo octubre al 42 Festival Internacional Cervantino (FIC) con la obra de Toshiki Okada, quien a través de diversos elementos escénicos critica el consumismo de la sociedad contemporánea. 

¿Por qué los actores se mueven de esa forma? Ésa es una de las preguntas que más suelen hacerle al dramaturgo japonés Toshiki Okada. Y es que en Super Premium Soft Double Vanilla Rich, la pieza escénica que traerá a Guanajuato como parte del 42 Festival Internacional Cervantino (FIC), los casi robóticos movimientos de los actores son atípicos. "No lo sé, quizás es una especie de obsesión mía", bromea el también director del montaje.

Crítica social inmersa en un compás de movimientos robotizados, diálogos coloquiales, música de Bach y canciones de J-Pop. Eso resume la obra que presentará en el Teato Cervantes los próximos 17 y 18 de octubre.

Para Okada el movimiento es más que un elemento estético. "Es algo humano y natural, siempre nos estamos moviendo, sobre todo en las ciudades. Me aburre ver obras donde los actores sólo se dedican a hablar y pretenden ser naturales", comenta quien en 1997 fundó la compañía de teatro Chelfitsch, con sede en Tokio, y la cual ha viajado a países como Alemania, Italia, Inglaterra y Estados Unidos, ente otros.

La historia se desarrolla en una tienda de abarrotes, donde clientes y empleados hablan acerca de aspectos cotidianos de su vida. Sin embargo, dice Okada, el sujeto oculto entre la narrativa es el consumismo.

"Este tipo de tiendas son muy populares en Japón. La gente va todos los días, es como su iglesia. Muchas veces sólo van por el impulso de comprar algo. La obra es una alegoría del consumismo en la sociedad contemporánea", señala.

Aunque tiene "muchas cosas que criticarle a la sociedad japonesa", prefiere centrarse en una: "el peor defecto que tiene Japón es que casi todos se creen incapaces de transformar su entorno", sostiene el artista. En este sentido, su obra contiene un alto grado de crítica social, en gran parte gracias a quien, dice, es su mayor influencia: Bertolt Brecht, el pionero del teatro épico.

"Quizás mi idea sobre él esté equivocada, pero no me importa", afirma Toshiki Okada, quien desde siempre se ha distinguido por su rebeldía artística, la cual se traduce en montajes difíciles de digerir para algunos espectadores.

"Toma un poco de tiempo acostumbrarse. El reparto es un poco denso y los diálogos carecen de drama. La obra es desconcertante y, a veces, exasperante", reseñó en junio pasado el medio británico A Younger Theatre.

Pero no le importa: "Estoy ansioso por presentarme en México. Tengo mucha curiosidad sobre cómo los mexicanos van a recibir mi obra".

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