After Office

Bobby, el héroe que dribló al destino

El avión del Manchester United volaba sobre Múnich cuando se desplomó sobre el campo bávaro que olía a Guerra Fría. Ocho integrantes de aquellos Diablos Rojos se convirtieron en ángeles guardianes de la futura grandeza de uno de los clubes más sobresalientes de Europa.

Les llamaron los Busby Boys, eran, o prefiguraban ser, los héroes de Manchester, la abatida ciudad de la guerra y el domicilio inminente de un estilo peculiar, el punk. En 1958, Bobby Charlton y el resto del plantel escucharon como Matt Busby, el entrañable míster del United, forzaba el regreso a Londres después del segundo partido ante el Estrella Roja de Belgrado, entonces capital de la Yugoslavia de los no alineados. El ave mecánica, cuando pasaba sobre Múnich, se desplomó sobre el campo bávaro que olía a Guerra Fría y a culpa. Ocho integrantes de aquellos Diablos Rojos se convirtieron en ángeles guardianes de la futura grandeza de uno de los clubes más sobresalientes de Europa. Busby, el padre de esa generación de entusiastas jóvenes, cayó en depresión. Aseguró a su mujer que no volvería al banquillo. Ésta, poco a poco, logró convencerlo de que había sido el implacable azar el causante de la tragedia; no su impaciencia. Mucho menos sus desplantes de estratega.

En efecto, Busby era un luchador, un hombre de la clase trabajadora que había levantado las ruinas. El United anduvo otra vez. La muerte es un impulso de vida, siempre. En 1968, cuando Bobby ya era campeón del mundo con la Selección inglesa, cuando Bobby ya había bautizado a Old Trafford como el Teatro de los Sueños, cuando Bobby ya era el más admirado de los jugadores ingleses, el United jugó la final de la Liga Europea ante el Benfica. De las cenizas del vestuario habían florecido los astros: George Best y Denis Law, la Santísima Trinidad del Manchester. Con dos goles de Charlton, uno de Best y uno de Kidd, el equipo que se había partido en Múnich se hizo de su primer diploma continental en Wembley, al que otros llaman La Catedral, de Londres. En el rival, el Benfica, militaba uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos: Eusebio, La Perla Negra, que cautivó a la Reina Isabel en el 66. En el futbol los héroes conviven vivos o en formas de fantasmas.

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