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Austria-Hungría que convocó 100 años de mundo

Hoy, un siglo después de las trincheras, Hungría y Austria fueron dos hermanas que se enfrentaron. Ganaron los de la memoria más fresca, aquel 54 que anticipó las tanquetas soviéticas en Budapest, cuando el mundo era bipolar y frío.

Hace 100 años Europa era una trinchera. La muerte de Francisco Fernando, el heredero al trono del Imperio, en Sarajevo desató la barbarie. Todo se derrumbó en un tris. La Gran Guerra dio mapa a otro mundo. Del Águila Bicéfala quedaron dos aromas que morirían en años cuatro: 1934 y 1954. Dos maravillas, sin embargo.

La Maravilla Austriaca (que alimentaría en el segundo tiempo de los muertos a la Alemania nazi del 38) llegó a Roma con la vestimenta del equipo que mejor trataba a la pelota desde el Uruguay del 28 y el 30.
En el sendero se enfrentó al conjunto azzurro del "ganar o morir" de Mussolini. Perdió aquella sospechosa semifinal ante el "Candado" de Vitorio Pozzo (campeón ante Checoslovaquia en la final). El Wunderteam perdió el tercer lugar ante Alemania, que poco tiempo después se anexaría a Austria completa.

Una parte (la más exquisita) del Imperio moría, por fin, en la cancha del juego más lindo, en Nápoles.

Sucedieron dos décadas.

La Maravilla Húngara, como su hermana, arribó al mundial suizo como la gran favorita para llevarse el Jules Rimet, pero sucedió un milagro.

Puskas era la luz del tren, la locomotora de la historia, en la que viajaban Grosics, Bozsik, Zakarias Czibor y Kovács. El cuadro, dirigido por Sebes, llegó a la final sin despeinarse. En la final ante los locales, a los que vencieron en el camino, los tacos de los zapatos hicieron que el 11 de Herberger ganara 3-2 después de estar abajo 2-0. Fue en Berna.

Ayer, 100 años después de las trincheras, Hungría y Austria fueron dos hermanas que se enfrentaron. Ganaron los de la memoria más fresca, aquel 54 que anticipó las tanquetas soviéticas en Budapest, cuando el mundo era bipolar y frío.

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