After Office

Alfonso André, vocales tímidas

El baterista de Caifanes admite que aún no se acostumbra a estar al frente del micrófono. Después de grabar dos discos como solista, a Alfonso André aún le cuesta ser el protagonista del reparto. Se presenta este sábado en el Lunario.

Como frontman, todavía no se siente a sus anchas. Hace cinco años que Alfonso André caminó unos cuantos pasos de su lugar de siempre, al fondo del escenario, para tomar el micrófono. Esos pocos pasos han sido para él un salto abismal. Aun después de grabar dos discos como solista, le cuesta ser el protagonista del reparto.

"Tengo más personalidad de baterista que de cantante. Aún estoy acostumbrándome, pero cada vez lo disfruto más y tengo más control sobre lo que estoy haciendo, eso me da más seguridad", comparte.

Tres décadas trepado en una batería no sirven de mucho cuando hay que dominar un nuevo instrumento, más caprichoso quizá que el que lo llevó a ser una figura histórica del rock mexicano como parte, en primer lugar, de Caifanes, y luego de Jaguares y La Barranca.

"Ha sido volver a empezar", reconoce. Pero ha crecido. Se escucha en Mar rojo (2015), su segundo disco de estudio. No sólo su voz es más amplia y vibrante; la banda que ha armado con Chema Arreola en la batería, Federico Fong en el bajo y Javier Calderón en la guitarra, ha entregado un sonido propio y distinto de su primera producción, Cerro del aire (2011), que por momentos recuerda aún a su trabajo con Caifanes.

"Aunque el proyecto está firmado con mi nombre, el proceso creativo es colectivo. En el primer disco hubo muchos invitados; ésta es una banda más establecida, llevo tocando con ellos desde que salió Cerro del aire. Nos sentimos muy a gusto trabajando juntos, entonces se planteó desde un principio que el segundo disco lo íbamos a hacer como una banda y por eso suena ya como tal".

ACUDA
Alfonso André e invitados especiales
Lunario del Auditorio Nacional
Sábado, 21:00 horas
Localidad: $434 (de pie)


En Cerro del aire, su coach vocal fue Cecilia Toussaint, su esposa, pero ahora toma lecciones con alguien más. Dice que se ha abocado a quitarse los vicios que adquirió al haber cantado toda una vida sin ningún tipo de instrucción.

"Me ha costado mucho trabajo. La voz es un instrumento muy esotérico porque eres tú mismo. Pero he aprendido mucho de mí y de mi quehacer musical. Pensé que teniendo la experiencia de un primer disco iba a ser más fácil hacer otro, pero estaba el peso de quedarme corto. Sin embargo Mar rojo ha tenido muy buena recepción de la gente y de la crítica", comenta.

Mientras que su álbum debut se apoyó en artistas invitados, el segundo revela un mayor amalgamiento de los músicos, con atmósferas sonoras más complejos y, para André, más oscuras. Está inspirado en el símbolo de Ícaro, el semidios de la mitología griega que se quemó las alas por volar muy cerca del sol, en desobediencia de su padre.

"Es un reflejo de lo que estamos viviendo en el país y de eventos que sucedieron durante el proceso de gestación del disco. Perdí a mi padre, por ejemplo", comparte.

APATÍA POR EL ROCK
Como músico surgido en la ebullición del rock de los 80, una escena que en los países hispanoamericanos sucedió al final de dictaduras (Chile, Argentina, España) y etapas de represión, como en México, André advierte una pérdida de potencia de lo que fue el movimiento rockero, que atribuye, por una parte, a las nuevas formas de mercadear la música.

"Tantos eventos patrocinados le ha hecho daño a la escena de los bares, que es donde las bandas nacen, se foguean y crecen. La gente ya no quiere pagar por la música, quiere que se la regalen. En los festivales no salimos de los Caifanes, Molotov, Zoé, Café Tacvba, los Cadillacs...", observa.

Pero lo más preocupante, advierte, es que hay una apatía de los jóvenes ante sus circunstancias, y eso se ve reflejado en la música nueva que se hace en el medio rockero.

"Siento a los chavos muy desafanados, muy apáticos, porque las cosas están bastante jodidas. Debería haber una efervescencia más grande por parte de ellos, pero yo los veo en el desencanto y la evasión, hablando de planetas y sistemas solares y galaxias. No sé que tanto sea que estamos en una zona de confort o más bien lo contrario: tanto vivir en condiciones tan adversas, que ya hicimos una concha", dice.

Con material de sus dos discos solistas, y "algunos covers simpáticos", André se presenta en concierto mañana en el Lunario del Auditorio Nacional. Promete una velada lúdica, ya que estará acompañado por invitados como Chetes, José Manuel Aguilera, Iraida Noriega, Cecilia Toussaint y su hijo Julián, quien, como su padre, también toca la batería.

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