After Office

Así nació la carta de amor de Kobe Bryant al basquetbol

The Black Mamba es el nombre de la serpiente más venenosa de África. También es el apodo de Kobe Bryant. El sobrenombre fue de su autoría. Se llamó así en 2003, cuando una mujer de Colorado lo acusó de haberla violado. Al año siguiente, el juez determinó que la joven mintió.

La dignidad del astro de la NBA había sido, sin embargo, lastimada. En el Staples Center los fans de los Lakers gritaban: "Hey, Kobe, you suck!". Su familia desconfió. Decidió entonces crearse un personaje venenoso e inclemente; un reptil que se deslizara por su propio camino. Que acechara la fama como a una presa. Una máscara que le permitiera separar al hombre del superdotado de las duelas.

Kobe Bryant es un depredador dentro y fuera de esa escuela de la vida que otros llaman deporte. Es el tercero en la lista de máximos anotadores de la historia de la NBA; detrás de Kareem Abdul-Jabbar y Karl Malone. Desde el martes pasado, también es el primer deportista en ser nominado al Oscar por su cortometraje animado: Dear Basketball (2015).


Siempre tuvo algo de histrión. De joven soñó con ser rapero. Su problema: rapeaba demasiado rápido. Cuenta el periodista Thomas Golianopoulos -en el portal Grantland- que Bryant quiso ingresar a la industria discográfica en un par de ocasiones. El productor Steve Stoute —entonces presidente de música urbana en Sony Entertainment— intentó ayudarlo. Imposible. En 1998, el hip hop ingresaba a una nueva fase pop-electrónica con artistas como los Black Eyed Peas y Snoop Dogg. No había espacio para él. El deseo de brillar fuera de los Lakers llegaría 17 años después.

El 29 de noviembre de 2015, Kobe Bryant anunció su retiro con un poema titulado Dear Basketball.

Desde el momento / que empecé a enrollar las calcetas de mi padre / y a disparar canastas ganadoras imaginarias / en el Great Western Forum / supe que una cosa era real: / me enamoré de ti (...) / Mi corazón puede resistir los golpes / Mi mente puede soportar el esfuerzo / Pero mi cuerpo sabe que es momento de decir adiós.

Sus versos saltaron del papel. Gran parte tuvo que ver su nueva faceta de inversionista. En 2016, The Wall Street Journal informó que el jugador había lanzado un fondo de capital de riesgo de 100 millones de dólares en la Bolsa de Nueva York para invertir en empresas tecnológicas, de medios de comunicación y de datos. A sus 38 años y a punto de decir adiós al basquetbol, ya no soñó con rimas o títulos de la NBA, sino con contar historias.

Empezó con la suya.


Fundó Kobe Studios y en 2015 realizó un documental sobre su vida: Muse. Ese mismo año, su poema de despedida interesó a Sports Illustrated. Los editores le propusieron llevarlo a la pantalla. Luego, Believe Entertainment Group se unió a la producción. Después se adhirió el gran artífice del proyecto: Glen Keane.

Keane no es cualquier animador de la Disney. Trabaja allí desde 1974. Debutó con la creación del ratón Bernardo, de Bernardo y Bianca. Pero su momento llegó en 1989, cuando la empresa entró en crisis económica. Entonces, Keane creó a la princesa Ariel, de La Sirenita, y borró los números rojos. Su época dorada llegó con La Bella y la Bestia y Aladdin.

No dudó en aceptar la propuesta del ganador de cinco títulos de la NBA. "Soy un nerd del movimiento. Mi hijo Max jugaba basquetbol. En sus partidos me inspiraba y dibujaba constantemente. El deporte tiene un ritmo único que permite crear atmósferas estéticas impresionantes. Sin embargo, lo que más me interesó fue reflejar lo que Kobe pensaba, no lo que hacía; por eso lo cuestioné tanto sobre la vida", dijo Keane en una entrevista con Variety. Su objetivo fue convertir a Kobe Bryant en "un Mijaíl Barishnikov en tenis".

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LA LEYENDA SOBRE LA DUELA
Kobe Bryant nació el 23 de agosto de 1978 en Filadelfia. Aprendió a hablar italiano desde muy joven, pues su padre, Joe Bryant, quien también fue basquetbolista, se mudó a la Liga de ese país para continuar su carrera.

Durante 20 años jugó para los Lakers, con los que ganó cinco títulos de la NBA, fue seleccionado 18 veces para el Juego de las Estrellas y se convirtió en el tercer mejor anotador en la historia de la NBA.

Una de sus frases más famosas es: "Lo que la gente ve en la cancha es otra parte de mí: no soy yo".


Para completar su dream team Kobe recurrió a un viejo amigo: John Williams, el multipremiado compositor de Hollywood.

Ambos se conocieron en 2008, cuando el jugador decidió llamar por teléfono al genio para pedirle un consejo. La historia fue contada por el LA Times en septiembre pasado. "Me hice una pregunta", le dijo Bryant. "¿Qué hace que una pieza de John Williams sea atemporal? ¿Cómo utiliza cada instrumento? ¿Cómo construye el momento, cómo lo congela? Como jugador de basquetbol, lo que hago, esencialmente, es un juego, como la música, ¿cierto? Quiero hablar con usted sobre sus procesos creativos. Encontrar semejanzas entre ambos. Quizás pueda ayudarme a mantenerme como líder y ganar campeonatos".

No hice esta película para mi carrera, que ya terminó, sino para lo que viene. Cuando haya días difíciles, voy a verla. Me motivará a seguir adelante


El autor de la banda sonora de Star Wars e Indiana Jones respondió con sinceridad: "nunca he visto un partido de basquetbol... pero te ayudaré". Por eso, años más tarde, Williams aceptó trabajar en Dear Basketball. Llamó a la Filarmónica de Los Ángeles y comenzaron las grabaciones. Y advirtió a Kobe: "yo hago música clásica, a mano. No soy moderno". El jugador respondió: "Hay tres generaciones de hombres en mi corto: usted, Glen y yo. Quiero atemporalidad. Quiero humanidad. Quiero deporte".

Hace un par de semanas, Bryant declaró: "no hice esta película para mi carrera, que ya terminó, sino para lo que viene. Cuando haya días difíciles, voy a verla. Me motivará a seguir adelante".

El cine le ha quitado la máscara de Black Mamba. El hombre es quien comienza a vivir, justo ahora.

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