Viajes

Un pedazo de Holanda perdido en el Caribe

Imagina una ciudad con edificaciones holandesas pero localizada en el corazón del mar Caribe con ambiente tropical, desierto y playas de arena blanca color azul turquesa. Así son las islas de Aruba y Curazao, pertenecientes al Reino de los Países Bajos.


La Isla de Aruba presume de ser la que posee los habitantes más hospitalarios y amables del Caribe. El territorio fue conquistado por los Países Bajos, por lo que desde 1848 forma parte de la Corona Holandesa, influencia que se admira en sus edificaciones y cultura. Aunque los habitantes dominan el holandés, así como varios idiomas por acoger a más de 41 nacionalidades, el lenguaje oficial es el papiamento, lengua criolla que procede del español, portugués y neerlandés.

El lugar destaca por sus centros comerciales, plazas y casinos ubicados en la capital Oranjestad, aunque lo que llama la atención de los viajeros que llegan a la isla son sus playas de color azul turquesa. Una de las más famosas es Palm Beach repleta de palmeras peculiares, ideal para nadar, esnorquelear y bucear por su arrecife donde también se pueden ver barcos hundidos, el más famoso el alemán Antillas, el cual está bajo del mar desde la Segunda Guerra Mundial.

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Al amanecer, las pequeñas casas de colores junto con un castillo de piedra ubicado en un desfiladero hacia el mar Caribe se iluminan con los primeros rayos de sol. Esa postal conforma otro destino perteneciente a los Países Bajos, Willemstad, capital de Curazao.

En la isla habitan una mezcla de gente europea perteneciente a la corona holandesa junto con personas africanas quienes sus antecedentes fueron esclavos. Ahora, los lugareños en su mayoría hablan más de cinco lenguas, entre ellas el español, por lo que es común observar el toque latino en toda la isla, aunque sus leyes se rijan por los Países Bajos.

Para conocer Curazao es posible tomar un transporte que recorre el puerto y que atraviesa el puente que conecta ambos lados de Willmenstad. Después continúa hacia el sur donde se ubican antiguas mansiones y el club de yates.

Además, hace una parada a la fábrica Genuine Curacao Liqueur que desde 1896 produce el famoso licor de color azul elaborado con cascara de naranjas, laraha. Allí es posible realizar un recorrido para conocer acerca de su producción e historia, así como degustar diversas presentaciones de esa bebida, ahora ya con más colores rojo, naranja, café y verde. Y en la tienda de souvenirs además de poder adquirir el famoso licor, se puede comprar otro tipo de productos, como los aceites curativos, tés y golosinas hechas con laraha.

El trayecto continúa hacia la academia de delfines en el Curazao Sea Aquarium Park, un acuario donde los viajeros viven la experiencia de nadar con delfines en mar abierto. A diferencia de otros sitios en los que es posible interactuar con delfines, también se puede esnorquelear, realizar snuba y buceo, para no solo tener una interacción con los animales sino admirar sus movimientos y dimensión bajo el agua.

La travesía finaliza en la playa Sea Aquarium Beach, de color azul turquesa y oleaje tranquilo, ideal para nadar, especialmente para los niños por sus aguas poco profundas. El sitio está repleto de boutiques y restaurantes.

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