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Moravia, cumbre del arte barroco y la gastronomía

En medio de un paisaje cubierto de viñedos, peñones blancos, palacios barrocos, monumentos históricos y ciudades que evocan un cuento de hadas Moravia es el lugar ideal para beber vino en la República Checa.

En Moravia no sólo se produce el mejor vino de la República Checa; su arquitectura barroca, su gastronomía y las leyendas que narran en sus poblaciones son buenas razones para visitar esta región del país.

A preparar las maletas, porque septiembre es el mes del vino checo, fecha que se recibe con júbilo, pues significa que llegan las fiestas tradicionales de la vendimia, a las que acuden turistas de todo el mundo.

En la región de Moravia del Sur existe un refrán que reza: "El mejor vino está reservado para la familia; el bueno para los amigos y el que sobra para los praguenses". Pero no se preocupen, ya que los viajeros siempre tendrán la oportunidad de probar una buena copa.

Existen varias rutas que van por las sendas del vino moravo, recorrido en el que se entretejen paisajes cubiertos de viñedos y ciudades como Mikulov que parece surgir de un cuento de hadas con su palacio barroco en la cima de una roca.

Otra de las puertas de entrada es el pueblo vinícola de Pavlov, ubicado al pie de la colina más alta de Pálava, Děvín.

Entre rocas alabastrinas, bosques, paisajes floreados y algunas ruinas de castillos medievales se asoman los viñedos de esta zona, ecosistema que le ha valido para ser reconocida por la UNESCO como Reserva de la Biosfera.

En el castillo Valtice, se encuentra el Salón de Vinos CR donde se exhiben los 100 mejores vinos elegidos en una competencia nacional que se realiza cada año para reconocer al mejor caldo de esa región y darle el título de campeón.

También esta Popice se encuentra Sonberk con una vista excelente a los viñedos y a la Villa Tugendhat con más de 150 viñedos, ya que cada casa es una bodega en la que se pueden realizar catas.

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Brno, con dragones y relojes

Brno, por su parte tiene un centro histórico rico en arquitectura barroca en la que destaca la fuente Parnas en el corazón de la plaza Zelný trh, se considera la segunda ciudad en importancia de República Checa y es el lugar ideal para tomarlo como punto de pernocta para visitar la zona de Moravia.

Aquí abundan las historias curiosas y una de ellas es la del dragón, que cuelga del techo del antiguo ayuntamiento, cuando en realidad es un gigantesco cocodrilo que perdió el rumbo y fue a parar a esa ciudad.

Pero las sorpresas no terminan allí, la pieza más estrafalaria es un reloj negro con forma de miembro masculino. Su complejísima y exacta maquinaria, fue diseñada como un rompecabezas en movimiento que a ritmo lento marca con precisión el tiempo.
Su peculiar diseño, es objeto de bromas y cuchicheos entre los vecinos del lugar.

A pesar de ello, a las 12 pm en punto libera una canica de vidrio con la palabra Brno que debido a su originalidad y escasez se ha convertido en el souvenir más deseado de la capital de Moravia, ya que cientos de personas se arremolinan en torno al reloj con la esperanza de atrapar la bolita.

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Quesitos apestosos y más leyendas

Una excentricidad más de Moravia se encuentra en Olomouc, cuyos habitantes parecen bien dispuestos a compartir sus secretos, e incluso un buen vino blanco y unos apestosos quesitos, con todo aquel que llegue dispuesto a disfrutar de esas exquisiteces.

En Olomouc, no sólo la columna de la Santísima Trinidad destaca por lo alto, también tiene un estupendo centro histórico, con atractivas fuentes, otra columna para agradecer el fin de más calamidades.

Pero lo que no deja llamar la atención es la escultura de un caballo negro que parece estar a punto de saltar por una ventana.

Aunque el ferrocarril es de las mejores opciones para trasladarse a cualquier punto de esta región, también es fácil hacerlo por carretera. Las rutas están planeadas para visitar bodegas en las que se pueden comprar y degustar los vinos en catas, y hasta probar los famosos quesitos de Olomouc, de aroma y sabor muy fuerte, pero deliciosos para el paladar.

Además del queso y el vino Moravia tiene platillos típicos como la sopa de papa y huevo o las albóndigas de harina. Su belleza histórica, sus sabores y tradiciones son una invitación abierta para explorar este destino y descubrir los secretos que guarda.

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