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Historia y elaboración del pan de muerto

Elaborado en la época prehispánica con amaranto y sangre humana, el pan de muerto es un símbolo de las fiestas en honor a los fieles difuntos, que a pesar de que el modo de preparación es diferente al de antes, la tradición perdura hasta la fecha.

Durante estos días, en las ofrendas puestas en honor a los fieles difuntos uno de los elementos infaltables es el pan de muerto, cuyo sabor, preparación y presentación varía según el estado de la república en el que nos encontremos.

Tiene su origen en la época prehispánica, sin embargo los ingredientes han cambiado un poco desde sus inicios pues era elaborado con amaranto, el cual se bañaba con la sangre del corazón, aún latiendo, de las personas ofrecidas en sacrificio al dios Huehuetéotl, dios del fuego que ocupaba el centro del universo.

Sin embargo, a su llegada, los españoles rechazaron ese tipo de sacrificios y a cambio elaboraban un pan de trigo en forma de corazón bañado en azúcar pintada de rojo, simulando la sangre de los sacrificios, una receta que se ha ido transformando y que ahora incluye distintos ingredientes, que nada tienen que ver con su pasado.

Sabor y tradición

Ahora, el tradicional pan de muerto lleva levadura junto con media taza de azúcar y agua, la cual debe estar para que la levadura se active, además lleva harina de trigo, sal, mantequilla, azúcar y, en algunos casos, la ralladura de una naranja, agua de azahar o té anís.

Además, algunos sitios como las panaderías Lecaroz ofrecen opciones distintas, con relleno dulce y coberturas que van más allá del clásico glaseado, además de las opciones gourmet cuyo relleno es salado, así como la preparación de la masa.

Cada uno de los elementos del pan tiene su razón de ser, por ejemplo, es de forma circular, lo que indica el ciclo de la vida y la muerte, en la parte de arriba observamos una bolita que simboliza la muerte o el cráneo.

A los lados se observan cuatro tiras a canelillas que simbolizan los huesos y las lágrimas derramadas por nuestros difuntos, las cuales son puestas en forma de cruz, señalado así las direcciones del universo, cada una dedicada a un dios distinto.

Es así como en México, el pan de muerto es un elemento infaltable en las ofrendas puestas en honor de quienes ya no están con nosotros y que entre flores, colores y sabores los recordamos.

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