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¿Se puede pronosticar cuándo habrá una guerra? El 'big data' busca hacerlo

La Uppsala Conflict Data Program y la Data Initiative SDG16 analizan datos de víctimas, ataques a civiles, acuerdos de paz y otros para conocer el desarrollo de los conflictos armados y su impacto en pérdidas humanas, infraestructura y economía.

CIUDAD DE MÉXICO.- El surgimiento de ISIS y la guerra en Oriente Medio, así como otros conflictos armados pueden medirse a través de nuevas técnicas de procesamiento masivo de datos, como el big data, con el fin de saber su avance y su impacto.

La Uppsala Conflict Data Program (UCDP) realiza sofisticados análisis de conflictos, víctimas, ataques a civiles, acuerdos de paz y otros datos para conocer el desarrollo de los enfrentamientos a niveles locales, por ejemplo, movimientos de tropas o expulsión de poblaciones.

Con esto, es posible medir con grado de precisión los avances, estancamiento o retrocesos de los conflictos armados.

Sin embargo, la UCDP no es la única que se dedica a esto, la Data Initiative SDG16, puesta en marcha por un consorcio de 14 asociaciones entre las que se encuentran Open Society Institute y Transparency International, también usa medios y provee recursos a gobiernos y sociedad civil para que midan los alcances de los conflictos armados.

Esto servirá para comprobar las limitaciones que existen en sistematizar datos y las debilidades de muchas estadísticas, así como la forma en que los data pueden servir para cambios sociales.

Los análisis recientemente publicados por Initiative SDG 16 permiten, por ejemplo, observar que han disminuido los homicidios, pero han aumentado el número de conflictos desde el fin de la Guerra Fría; mientras que los espacios de justicia son restringidos por gobiernos autoritarios; las violaciones masivas de derechos humanos han ido crecientemente asociados a represión a los inmigrantes; y las economías ilícitas crecen más rápido que los Estados de derecho en contextos frágiles.

El anuario del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) revela que en 2016 hubo una disminución de 52 a 49 conflictos armados violentos en el mundo. Sin embargo, en comparación con el período de entre 2007 y 2013, se han registrado más enfrentamientos armados en los últimos tres años y 2016 fue el año más violento de las últimas tres décadas.

Este aumento se debe al surgimiento de ISIS y su capacidad de expandir sus acciones armadas en Irak, Siria, Libia, Filipinas y otros países. Además, ha avanzado la internacionalización de algunos conflictos, como es el caso de Siria y Yemen donde actúan fuerzas de diversos países.

En 2016 había 12 guerras activas de las cuales 10 ocurrían en Oriente Medio, tres en Europa y dos en las Américas, la mayor parte de éstas fueron o son internas y han dejado millones de refugiados, destrucción de servicios e infraestructuras y el surgimiento de economías ilícitas, así como más de mil muertos por año.

Aunque si se suman las víctimas de conflictos violentos, por ejemplo, en Afganistán, Sudán del Sur, Malí, Somalia, Pakistán, India y México, la cifra se eleva hasta 50 mil.

Además, el clima internacional no es propicio para resolver los conflictos debido a los enfrentamientos geopolíticos entre Estados Unidos y Rusia, o entre potencias regionales como Arabia Saudí e Irán o India y Pakistán, a lo que se suma la debilidad del multilateralismo y el ascenso de nacionalismos agresivos.

También, se ha producido una fuerte disminución en el número de acuerdos de paz, excepto el que se firmó en Colombia en 2016. Aunque en este país continúan la violencia y grupos armados menores, desde el año pasado ha disminuido sustancialmente el número de víctimas mortales.

La conclusión de Initiative SDG16 es que la observación, el seguimiento electrónico y el procesamiento de datos mediante algoritmos de estos conflictos permiten a las sociedades y las organizaciones internacionales tener una visión más precisa de cuestiones cómo quién viola las leyes o con qué fines se usan fondos ilícitos, así como el seguimiento de las causas que generan guerras y las acciones de los Estados y actores no estatales para entrar en una era de rendición de cuentas.

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