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¿Por qué Snapchat y Uber tienen valuaciones multimillonarias?

Los inversionistas en Silicon Valley acuerdan otorgar valuaciones más altas a las firmas tecnológicas, en tanto permanezcan como empresas privadas, para ayudar a las compañías a que nuevos inversores tengan la seguridad de que su dinero se les reembolsaría si sale a bolsa o se vende.

Es probable que Snapchat, la aplicación de mensajería de fotos que obtiene efectivo con una valuación de 15 mil millones, en realidad no valga más que Clorox o Campbell Soup. ¿Entonces de dónde sacaron los inversores esa enorme suma?

Ese es el secreto de cómo Silicon Valley calcula el valor de sus compañías más buscadas: las cifras son una suerte de invento. En el caso de los emprendimientos más maduros, los inversores acuerdan otorgar valuaciones más altas, lo que ayuda a las compañías a la hora de reclutar y generar credibilidad a cambio de garantías de que ese dinero se reembolsará si la compañía empieza a cotizar en bolsa o se vende. También pueden negociar recibir participaciones adicionales gratis si la valuación en una ronda posterior resulta menos favorable. Entrevistas a más de una decena de fundadores, capitalistas de riesgo y abogados que elaboran contratos de inversión revelan las previsiones financieras más comunes utilizadas en la actualidad en los negocios de tecnología en el mercado privado.

Los acuerdos privados se hacen cada vez más habituales conforme las empresas tecnológicas se mantienen en el ámbito privado durante más tiempo, según las entrevistas y documentos financieros a los que tuvo acceso Bloomberg Business. La práctica oscurece el significado de una valuación, algo que puede volverse peligroso más adelante porque los inversores privados no corren los mismos riesgos que un accionista en el mercado bursátil. Para el momento en que una compañía empieza a cotizar en bolsa, la valuación que obtuvo de los capitalistas de riesgo podría no coincidir con su balance.

Algunos capitalistas de riego defienden la práctica y argumentan que las valuaciones no son más que una cifra, parte de una ecuación que alimentan otros factores más importantes, que pueden comprender la participación de mercado, los pronósticos de crecimiento y el ego de un fundador. Por lo general la cifra es algo que fija la compañía y que se negocia junto con diversas previsiones destinadas a proteger el dinero del nuevo inversor. Con frecuencia eso se hace a expensas de accionistas empleados e inversores anteriores, cuya tenencia se diluye para dar margen a nuevos ingresantes. Si se ha visto la película "La red social", se tiene una idea de cómo funciona.

"Esas cifras enormes casi no tienen importancia", dice Randy Komisar, socio de la firma de capital de riesgo Kleiner Perkins Caufield Byers. "No son más que una aproximación que luego se ajusta" por medio de diferentes técnicas legales si una valuación anterior fue demasiado alta, dice.

Para que Uber llegara a 40 mil millones de dólares o Airbnb alcanzara los 20 mil millones, hay que ser un poco creativo con las variables que sustentan esa lógica. Dado que las compañías tecnológicas privadas suelen carecer de ganancias y de datos históricos suficientes para respaldar pronósticos o, en el caso de Snapchat, de ingresos significativos, los inversores no pueden basarse en las mediciones disponibles para las empresas que cotizan en bolsa.

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