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La odisea ciclista de Branson en Italia

Quizá pensarías que las vacaciones de un magnate están llenas de comodidades y lujos, pero Richard Branson, fundador de Virgin Mobile, tiene otro concepto de éstas, aquí te contamos cómo el millonario pasó su tiempo libre en Italia.

El mes pasado, cuando conversamos con Richard Branson sobre su innovador parque de buceo en las Islas Vírgenes británicas, también pudimos hacerle una de nuestras preguntas favoritas: ¿cuál fue el mejor viaje que hizo en su vida?

Su respuesta podría ser el viaje más ambicioso que haya llegado al escritorio de este editor de turismo.

"Mis mejores vacaciones son los desafíos anuales con mis hijos adultos", comenzó Branson. "El año pasado recorrimos dos mil 500 kilómetros en bicicleta, [después de] una caminata de diez días desde el sur de Suiza hasta la punta de la bota de Italia. Después nadamos a Sicilia e hicimos un maratón hasta la cima del monte Etna".

Probablemente el lector tenga que respirar hondo después de leer esto.

Esta no es la idea que tenemos todos de unas vacaciones para descansar, y Branson lo sabe. "Como familia, disfrutamos del sufrimiento", dijo.

También les gustan los viajes que tienen un propósito, de modo que no es de sorprender que esas vacaciones de un mes estilo triatlón fueran parte de un programa que dirige Virgin llamado Strive Challenge, que saca a viajeros en buen estado físico de su zona de confort para fomentar el crecimiento personal, al tiempo que recaudan fondos para una organización de empoderamiento de la juventud con sede en el Reino Unido denominada Big Change.

Strive organiza eventos sólo una vez al año –como máximo- y todavía no se ha anunciado un desafío para 2017. Pero con un poco de ayuda, el lector puede recrear el maratón de distintos deportes a campo traviesa de la familia Branson, partiendo en los Alpes suizos. Aquí es donde se parte:

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DE SUIZA A ITALIA - A PIE

"No subestimen la dificultad de este viaje, que comienza con el excursionismo en Suiza", dijo Monika Leuenberger, suiza nativa que trabaja como especialista en turismo de aventura en Avenues of the World desde hace 30 años.

"Los ascensos suizos suelen ser de una forma tan empinada que los estadounidenses no están acostumbrados. En muchos senderos, no existen ascensos fáciles, realmente".

Átense los zapatos en Zermatt, donde Leuenberger recomienda evitar el hotel de más alta gama de la ciudad, el Grand Hotel Zermatterhof, y alojarse en uno independiente más pequeño como el Chesa Valese, donde es fácil conseguir un balcón con vista al Matterhorn.

Refuercen su confianza con fondue y rosti en el restaurante al aire libre Findlerhof, un lugar rústico con recetas auténticas y cuidadosamente elaboradas y una lista de vinos inteligente. Después, a subir y bajar por los pasos alpinos que llevan a ciudad gemela de Zermatt, Cervinia, al otro lado de la frontera. Próximo paso: ciclismo en Italia.

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EN BICICLETA POR LA RIVIERA

Branson y su familia nunca hicieron trampa en su itinerario: recorrieron Italia de punta a cabo, siempre con transporte a tracción humana. Pero aquí, Leuenberger sugiere tomar un atajo, en particular si no se tienen 30 días libres. Tomen el tren o un auto hasta Génova, dice, ciudad que se puede usar como punto de partida para un recorrido en bicicleta que abarque toda la costa oeste del país.

"Génova sigue siendo mayormente una ciudad portuaria. No tiene el encanto de otros lugares de Italia. Así que entren y salgan", recomienda. Alquilen bicicletas y empiecen a pedalear rumbo a Portofino, que está a menos de 40 kilómetros (25 millas), y donde deberían alojarse junto al mar en el Belmond Hotel Splendido.

Para ser un lugar tan lujoso, el Splendido ofrece muchas excursiones aventureras. Estas incluyen ir en kayak a faros cercanos o islas distantes, pesca o caminatas entre bosquecillos de olivos.

Después, se parte a Cinque Terre. El camino algo ondulado bordea la costa del Ligure durante la mayor parte de una ruta de 64 kilómetros. Una vez que estén entre los famosos cinco pueblos ubicados sobre acantilados, deberán empezar a caminar.

"Fácilmente se pueden pasar dos días recorriendo los pueblos", dijo Leuenberger, aunque es posible cubrir mucho terreno en un solo día.

Próximo paso: elegir la propia aventura. Mientras siguen hacia el sur por la costa, pueden ir tierra adentro a Lucca, uno de los pueblitos más encantadores de la Toscana, con fácil acceso a algunos de los mejores viñedos de la región.

O pueden dirigirse directamente al balneario toscano de Livorno, para tenderse bajo un mar de sombrillas con elegantes italianos y europeos. Para entonces necesitarán el descanso, pero hagan uno corto: les faltan más de mil kilómetros para llegar a la punta de la bota.

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ATAJOS QUE VALE LA PENA TOMAR



En cualquier punto del viaje, dice Leuenberger, se pueden tomar un respiro. "Siempre se puede andar en bicicleta o caminar durante medio día, ir al spa y tomar un auto hasta el siguiente punto", agregó.

La siguiente parada del itinerario de Branson fue el Lacio, la región que rodea a Roma. Si hubiera tiempo para un atajo, podría ser este: vaya en auto o en tren ya sea a Roma misma, donde una dosis de carbohidratos en la maravillosa pizzería Roscioli es la única respuesta correcta, o a Ladispoli, un adorable pueblo costero con acceso a excelentes bodegas.

Allí encontrarán una encantadora villa transformada en hotel llamada La Posta Vecchia que es siempre un acierto.

Luego llegarán a Nápoles –en bicicleta, tren o una combinación de ambas cosas. Ahí es donde pueden compensar la distancia que ahorraron al tomar el tren. Vayan en bicicleta a Sorrento "para ver el mejor paisaje", dice Leuenberger, y sigan en barco o a pie hasta Capri o Ischia.

Luego repongan todas las calorías que gastaron: la costa amalfitana es el paraíso de los mariscos y, en las manos de los chefs de los dos restaurantes de la zona con estrellas Michelin –Don Alfonso 1890 e Il Buco-, pueden saborear algunos de los mejores linguine alle vongole del país, con mejillones gordos y jugosos, y carnosos ragús napolitanos. Duerman en el emblemático Grand Hotel Excelsior Vittoria de Sorrento o en el monasterio íntimo sobre los acantilados que ahora es el Monastero Santa Rosa.

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EL ÚLTIMO TRAMO (EN BICICLETA)


El último tramo del tour en bicicleta pondrá a prueba su resistencia. Son unos 400 kilómetros de campo sin obstáculos, en su mayor parte a través de olivares y parques nacionales protegidos. Los conocedores consideran que Calabria –la región de la punta de la bota de Italia- es la costa "secreta", con terreno más salvaje y muy poca gente. Entre la distancia y la belleza del lugar, tiene sentido dividir este tramo en varios días de ciclismo, como hizo el equipo de Branson.

Praia Art Resort es un lugar muy especial donde parar. Tiene una decoración que sólo se ve en Italia, como cielorrasos con vigas pintados a la cal y pisos de terrazo, con hamacas apenas suspendidas sobre el mar Jónico y un spa que se especializa en drenaje linfático. Para los músculos doloridos, no hay mejor tratamiento.

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ÚLTIMA PARADA


Para llegar a Sicilia, la mayoría de la gente toma el ferry. Branson cruzó el estrecho de Mesina a nado. Esa masa de agua de 3 kilómetros de largo puede no parecer una distancia intimidante pero el mar está picado, para no hablar de que el estrecho tiene mucho tránsito de embarcaciones por ser una de las rutas marítimas más activas de Italia.

La mayoría de los participantes de Strive Challenge tuvieron que tomar el ferry y nadar una distancia similar en la costa norte de Sicilia. Pero, si ustedes están empeñados en cruzar a nado el estrecho, tendrán que conseguir uno de los 21 permisos diarios que se otorgan y tener un séquito de lanchas con banderas para protegerse del tránsito entrante.

No se preocupen. Aun cuando tomen una lancha motora, tendrán una última oportunidad de demostrar sus habilidades deportivas con un maratón (o una caminata muy intensa) hasta el volcán Etna.

La grieta del noreste es la ruta más impresionante, dice Leuenberger, ya que es la convergencia más visible de bosques, cráteres y campos de lava.

¿Su recompensa? Un último lugar para mimarse: Villa Ducale, un pequeño hotel de cuatro estrellas que juega por encima de su categoría con habitaciones que parecen sacadas de un set de filmación italiano. Duerman todo lo que les pida el cuerpo, pidan servicio de habitación en su terraza privada con vista a la bahía… y siéntanse orgullosos de que, al menos en un sentido, lograron lo mismo que uno de los hombres más ricos del mundo.

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