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Este robot es lindo, inteligente y es capaz de inyectarte

Un hospital de SanFrancisco, California, tiene como empleados 25 robots sumamente inteligentes que son capaces de realizar casi cualquier tarea que un enfermero de carne y hueso. 

Willie McTuggie se parece a una fotocopiadora sobre ruedas. Tiene, no obstante, el cerebro diseñado de un humano razonablemente inteligente y actúa como tal cuando se dirige a un puesto de enfermería, abre un cajón, extrae una dosis de comprimidos y se aleja deslizándose para realizar la entrega.

Con más de 30 sensores de detección de movimiento y otros en su interior, Willie y sus amigos autómatas del Centro Médico UCSF pueden abrir puertas, evitar choques con los médicos en sus rondas y percibir cuándo esperar un ascensor vacío.

Existen 25 robots móviles de la compañía de robótica Aethon en el personal, nombrados y decorados por sus colegas mortales. Willie está envuelto en los colores naranja y negro del equipo San Francisco Giant y Maybelle tiene un diseño que la hace parecer uno de los teleféricos de la ciudad.

Las máquinas llevan a cabo tareas antes realizadas por enfermeros, ordenanzas, personal de cafetería y equipos de mantenimiento. Hasta ahora, nadie perdió su empleo a causa de la dotación de robots.

"Desplaza algunas funciones, pero podemos poner a esos empleados en otras funciones de servicio", dice Pamela Hudson, directora ejecutiva de sistemas clínicos en el hospital de la Universidad de California, San Francisco. Es una situación en la que todos ganan, dice.

No todos están entusiasmados con la idea de que artilugios y software codificado con inteligencia artificial invadan el lugar de trabajo. Las imitaciones del cerebro humano están volviéndose tan inteligentes que, según un estudio realizado por el Oxford Martin Program on Technology, 47 por ciento de los empleos estadounidenses están en riesgo de ser delegados a computadoras en las próximas dos décadas.

REVOLUCIÓN

Ya escriben artículos deportivos, ordeñan vacas y revisan resultados de radiografías. Los botones cibernéticos de tres pies de alto inventados por Savioke, una compañía de robótica, entregan órdenes de servicio de habitación en los hoteles Aloft cerca de la sede central de Apple pintados con un moñito mariposa negro.

La empresa emergente Momentum Machines está desarrollando un aparato para dar vuelta las hamburguesas de comida rápida. En el Instituto de Estudios Informáticos Avanzados de la Universidad de Maryland, un robot Baxter de Rethink Robotics domina el arte de preparar una ensalada.

La revolución de la inteligencia artificial está escribiendo un nuevo capítulo en el eterno debate que plantea si las máquinas están dejando sin trabajo a los humanos o abriéndoles nuevas oportunidades. "La idea de que la tecnología destruye empleos existe desde hace dos siglos", dice Richard Cooper, economista en la Universidad de Harvard que ha estudiado el impacto de los avances tecnológicos en el empleo. "Se destruyen ciertos trabajos pero se crean otros".

El problema en el siglo XXI es que los saltos tecnológicos son muy grandes y se producen con mucha rapidez y en un momento en que los empleos del sector de servicios son responsables de más del 40 por ciento del crecimiento del empleo en los Estados Unidos, donde la desigualdad del ingreso está creciendo.

"El nivel para poder ingresar en la fuerza de trabajo está subiendo más de lo que se esperaba y disminuye la capacidad para mantenerse en ella", dijo Sebastian Thrun, ex responsable del laboratorio de investigación Google X de Google  y uno de los desarrolladores de la tecnología del auto autónomo de la empresa. "La competencia de las máquinas es cada vez más grande".

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