Suplementos

Marruecos, un viaje de ensueño

Conoce a Marruecos, el país africano que con sus tradiciones milenarias, mezquitas, mercados y pobladores, atrae a cientos de turistas cada año.

Al noroeste de África, el contraste de las montañas nevadas, el desierto, la playa y algunas praderas se mezcla con la historia y cultura del
único país del continente que no pertenece a la Unión Africana:
Marruecos.

Es un destino que cuenta con gran diversidad étnica, pues con el paso de los años ha sido el hogar de judíos, árabes,  romanos, bárbaros y bereberes, entre otras culturas que han impactado su estructura social
y religiosa.

Aquí es posible descubrir desde las Kasbahs (fortalezas de arquitectura bereber), localizadas en el desierto, hasta los tradicionales "souks" de ciudades como Marrakech, con sus colores aromas y mercados, que se rodean por construcciones del pasado.

Además, los viajeros mexicanos no tendrán tantos problemas con el idioma, pues si bien la lengua oficial es el árabe, otros lenguajes como el francés y el español son muy comunes, incluso, los hablan muchos comerciantes y prestadores de servicios. 

1
COMIENZA LA AVENTURA

La opción más viable para llegar a este destino, según la empresa especializada Amparo Servicios Turísticos, es volar de la Ciudad de México a alguna ciudad europea para después hacer conexión a Casablanca, ciudad localizada al oeste de Marruecos.

Al llegar a este destino, la aventura comienza con una rápida visita al Mercado Central, en el destino de Habous, lugar en el que se recomienda llevar a cabo la primera comida del día, sentados en la terraza de alguno de los restaurantes de la zona, siendo el "Cuscus" uno de los platillos más famosos, el cual consta de verduras y cebolla caramelizada con garbanzo y pasas, mejor conocida como tfaya.

Después del desayuno, una caminata a paso lento permite conocer y observar algunas de las principales edificaciones de la ciudad, como el Palacio Real, la Plaza de Mohamed V, la zona residencial de Anfa y el exterior de la Mezquita de Hassan II, este último además de ser el
monumento más representativo de Marruecos del siglo XX, también es la edificación religiosa más alta del mundo.

Importante es descansar un momento en el hotel, refrescarse un poco y prepararse para conocer la ciudad imperial de Rabat, capital del Reino
de Marruecos desde 1912, situada en la costa atlántica, cuya temperatura promedio es de 17 grados Celsius, por lo que, a pesar de ser un destino de playa, no es necesario preocuparse por el calor.

La caminata en este sitio comienza desde el Palacio Real hasta llegar al Kasbah de los Oudayas, sitio que posee una de las mejores vistas panorámicas del estuario del río Bu Regreg.

1

Su nombre lo debe a una tribu procedente del Sahara, que se estableció durante el reinado de Mulay Ismail en el siglo XVII, protegiendo la zona del ataque de otras tribus vecinas. La Kasbah está rodeada por una muralla que data de los siglos XVI y XVII, realizada bajo el mandato del Mulay Rachid.

La puerta que da acceso a esta ciudad amurallada se observa decorada con figuras hexagonales, que la han llevado a ser considerada una joya de la época almohade del siglo XII.

El camino continúa hasta el Mausoleo de Mohamed V, dedicado al fundador del Marruecos moderno, junto a éste se encuentra la Mezquita inacabada y la Torre de Hassan. Después del recorrido, en un sitio con más de mil años de historia, la hora de cenar llegó, la tarde se despide
de sus visitantes, quienes deberán reponer energías, pues la zona de valles fértiles de Marruecos será el próximo punto de visita.

1
VALLES FÉRTILES Y DESIERTO

Para continuar con la travesía es necesario atravesar la zona de valles fértiles hasta llegar a Meknes, otra de las ciudades imperiales de Marruecos, caracterizada por sus monumento del siglo XVI, construidos por órdenes del poderoso sultán Mulay Ismail, quien buscaba competir con la corte de Luis XIV de Francia.

Esta ciudad ha sido nombrada por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad desde 1996, debido a su carácter representativo de un complejo urbano y arquitectónico de una capital del Magreb del siglo XVII, que combina elementos de diseño islámico y europeo, sin que pierda su armonía.

Además, para quienes quieran conocer un poco más de la cultura de este sitio, se recomienda dirigirse al borde del estanque del Agdal, una reserva de agua utilizada antaño para regar los jardines del Dar El-Ma o Palacio del Agua, el cual servía para almacenar víveres, gracias a sus muros de adobe con siete metros de espesor y un inteligente sistema de
canalización, que permitían mantener una temperatura fría constante.

La tarde continúa hacia Fez con la finalidad de conocer las ciudades santas de Moulay Driss y Volubilis, famosas por albergar las ruinas romanas más grandes y mejor preservadas de Marruecos, cuyos arcos, basílicas, capitolios y pisos no han sido modificados.

1
PATRIMONIO CULTURAL

Cabe señalara que la ciudad de Fez también es Patrimonio Cultural Universal por la UNESCO. Fue construida sobre un terreno con colinas, lo que hace que su vista desde las afueras tenga una similitud con la de Roma.

Se trata del segundo destino turístico más visitado de Marruecos, además de ser la ciudad más antigua y misteriosa de las cuatro Ciudades Imperiales considerada capital cultural, religiosa y espiritual del país, la cual, desde su fundación, a finales del siglo VIII, no ha
sufrido grandes modificaciones, por lo que quienes la conocen aseguran que su visita es lo más cercano a viajar por el tiempo.

El recorrido continúa hasta Marrakech, mejor conocida como la "Perla
del Sur", siendo los Jardines de la Menara los protagonistas de este primer encuentro; aquí es posible observar un estanque del siglo XII y las Tumbas Saadien, las cuales datan de los tiempos del sultán Áhmad
al-Mansur (1578-1603); sin embargo fueron descubiertas en 1917 y restauradas por los servicios de Bellas Artes.

Al caer la tarde, la caminata se prolonga hasta la Plaza Djemaa El Fna o Asamblea del Pueblo, la cual, debido a la hora del día, se ilumina con gran variedad de luces artificiales, el cielo se oscurece, mientras un ligero viento sopla, despidiendo de esta manera a sus visitantes, quienes se dan a la tarea de observar alguno de los espectáculos que
contadores de cuentos, encantadores de serpientes, danzantes o acróbatas realizan.

También lee: