Suplementos

Suena el grito de Independencia en Dolores Hidalgo

Visitar la Parroquía de Nuestra Señora de los Dolores, la Casa-Museo de Miguel Hidalgo, la cárcel y probar las exóticas nieves, es algo de lo que no espera en el pueblo de Dolores Hidalgo, cuna de la Independencia de México.

DOLORES HIDALGO.- La noche transcurría de manera tranquila en las casas del poblado conocido como Cocomán. Campesinos, artesanos, criollos, mestizos y esclavos disfrutaban de un ligero descanso. Sin embargo, en la cárcel algo fuera de lo normal ocurría: el cura de este sitio, Miguel Hidalgo y Costilla, liberaba a los presos con la finalidad de reunirlos en la entrada de la Parroquia de Nuestra Señora de Dolores.

Y fue en este lugar que la madrugada del 16 de septiembre de 1810, al grito de "¡Viva, la Virgen de Guadalupe! ¡Viva la América, por la cual vamos a combatir! ¡Mueran los gachupines!", donde el cura inició la batalla por la libertad de la Nueva España, finalizando su arenga con el repique de las campanas que sonaban alegremente en el actual municipio de Dolores Hidalgo, Guanajuato, cuna de la Independencia.

Han pasado 204 años desde este acontecimiento, sin embargo, en el destino aún se conservan los rincones que fueron testigo de la emancipación de nuestra nación, por lo que, equipados con ropa cómoda, zapatos para caminar, gorra, lentes de sol, cámara fotográfica y un paraguas o impermeable (al ser época de lluvia), inicia la travesía.

1
TRAS LAS HUELLAS DE LA INDEPENDENCIA

Partiendo de la capital del estado de Guanajuato, es necesario tomar la carretera federal 110, hasta cruzar la sierra de Santa Rosa en un trayecto de poco más una hora, donde la vegetación se mezcla con casonas que datan de la época colonial, mientras la alegría de la gente que disfruta de una nieve con más de medio siglo de tradición contagia a sus visitantes, quienes son animados aún más por los treinta grados Celsius que marca el termómetro.

Fresa, vainilla, chocolate, beso de ángel, colibrí, chicharrón o coctel de camarón, son tan sólo algunos de los sabores de nieve que se pueden disfrutar en el Jardín de la Independencia, frente a la Parroquia de Dolores. Don Eugenio Aguilar, quien lleva 50 años dedicándose a la venta de nieves, anima a los paseantes a descubrir nuevos sabores, más a allá de los "tradicionales y aburridos". Después de refrescar el cuerpo con una nieve de coctel de camarón (que incluye nopales y cátsup), la travesía inicia en la Casa-Museo de Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor, mejor conocido como el cura Hidalgo, quien ocupó este sitio como vivienda de 1804 a 1810.

En este sitio pueden observarse el árbol genealógico del cura, donde se reconoce a la familia Vázquez Mendoza como la última generación de la sangre de don Miguel Hidalgo, además de algunas fotografías de las esposas de Hidalgo (aunque suene raro). Además, algunas maquetas con movimiento y sonido explican parte de la conspiración independentista de 1810.

La caminata continúa hasta la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, cuya edificación inició el 2 de febrero de 1712, terminándose 66 años después. Su estilo arquitectónico es barroco estípite, caracterizado por poseer columnas invertidas; la fachada de cantera rosa escenifica la Pasión de Cristo.

Esta parroquia es un elemento clave en la independencia de nuestro país: desde el pórtico del Curato, Miguel Hidalgo pronuncia la arenga con la que invita a la población a seguir su movimiento de lucha.

Al interior, es posible observar el retablo de la Virgen de Guadalupe, cubierto por oro, y del otro lado, el de San José, al natural, ambos fueron construidos de madera de anacahuite, al igual que el piso y las bancas. En el Altar Mayor se encuentra la imagen de la patrona de la ciudad, Nuestra Señora de los Dolores. Después del recorrido por la iglesia, los viajeros serán llevados a la cárcel sin poner ninguna resistencia.

Y es que fue en este edificio, construido por el benefactor Miguel González a mediados del siglo XVIII, donde Hidalgo solicitó a punta de pistola al alcalde Feliciano, le entregara las llaves del penal para liberar a los prisioneros. 175 años después de este acontecimiento, el entonces presidente Miguel de la Madrid ordenó que el edificio fuera acondicionado como museo, en el que actualmente se exhibe a lo largo de siete salas La liberación de los presos, Antecedentes y precursores de la Independencia, La gesta heroica, Batalla de Granaditas y abolición de la esclavitud, Juicio a Hidalgo, Consumación de la Independencia y Símbolos patrios.

1
VISITA A EL LLANITO

Otro de los lugares que guardan parte del legado de Miguel Hidalgo, es "El llanito", comunidad de origen otomí que estuvo bajo su jurisdicción, por lo que periódicamente el cura debía trasladarse desde Dolores, con el fin de dar misa y cuidar la devoción de los habitantes del poblado.

Conserva una capilla virreinal terminada en 1779, para venerar al señor San Salvador Consuelo de los Afligidos, imagen donada en 1559 por el Mariscal de Castilla, dueño de la Hacienda de la Erré.

En las bóvedas de sus portales atriales se pueden apreciar pinturas bíblicas al temple, del artista Antonio Martínez de Pocasangre, y en sus anexos se visitan el Salón de las Letanías y el Museo del Exvoto. Los nativos de esta ranchería ayudaron al Cura de Dolores a tejer hondas de ixtle para la guerra de Independencia.

Se dice que en este sitio urgía establecer una iglesia, pues los habitantes de El Llanito practicaban "brujería".

Actualmente, a las afueras de la iglesia los paseantes pueden hacerse una "limpia" otomí antes de pasar. Hasta el momento y a pesar de las caminatas, el cansancio no se ha hecho presente; no obstante, el hambre sí, por lo que el momento de probar la gastronomía de Dolores Hidalgo llegó, siendo la vitualla el platillo elegido.

Se trata de un guiso elaborado con base en garbanzo, zanahoria y col, sazonado con jitomate y cebolla. Cuentan los habitantes de la zona que es el platillo típico que se sirve en bodas y festejos familiares; lo mejor es combinarlo con barbacoa de hoyo, hecha con carne de borrego en pencas de maguey, y de postre la nieve de colibrí, hecha con frutas de la región. Después de la comida, un ligero descanso en el Jardín de la Independencia, proyectado en 1711, es la opción. Algunas aves se preparan para reposar, peleando por el mejor árbol, la brisa de la tarde refresca el ambiente, mientras algunas gotas de lluvia despiden a sus visitantes, quienes después de conocer parte de la historia de la Independencia, regalan un pequeño grito de ¡Viva México!

También lee: